Lo normal es que el que escribe un libro publique su obra literaria y de ello obtenga ciertos beneficios: la mayoría escasos, pero algunos pocos con cuantiosos beneficios, tanto que pueden vivir de ello. Muy diferente es cuando se escribe un artículo científico, donde lo que ocurre es bastante diferente. Y si a un señor o señora que pasea por la calle se le cuenta lo que sigue, puede que no se lo crea.
Porque los científicos (los básicos y los clínicos) tenemos que gastar nuestro tiempo, trabajo y recursos en hacer investigación científica (en algunos casos con ayudas y becas, pero la mayoría sin ellas). Y, tras meses (cuando no más) de trabajo, cuando uno decide (y consigue) publicar el artículo científico no se obtiene ningún beneficio (salvo el de la lectura de los colegas o público en general o el supuesto ascenso en curriculum, pero esto es harina de otro costal que otro día podemos comentar), más bien al contrario, hay que pagar. Y se paga en una doble modalidad: o bien antes (en las conocidas como revistas de Open Acces) donde uno conserva los derechos de autor, distribución e impresión del documento a cambio de un ingreso económico (no barato) por publicar, o bien después (lo más común), pues los derechos de autor pasan a la editorial y se tiene que pagar luego dinero por la suscripción a la revista o por obtener el artículo (que ha realizado, trabajado y escrito uno mismo).
Dada la doble vertiente de los profesionales de la salud como consumidores y productores de contenidos científicos, es recomendable conocer los derechos de autor de las obras, así como los diferentes permisos para el uso de las mismas. Sobre este tema publicamos un artículo, cuyo objetivo era presentar algunas consideraciones a tener en cuenta sobre la propiedad intelectual y la posibilidad de ofrecer los contenidos bajo una licencia CreativeCommons, que permita que el autor ceda algunos derechos sobre la obra al usuario. El proyecto CreativeCommons no excluye al copyright, sino que lo complementa, ya que, aunque el autor permita que se utilice su trabajo dentro del marco de una serie de condiciones, la propiedad intelectual sigue siendo suya. De esta manera, CreativeCommons establece un punto intermedio entre el copyright y el “libre total” o copyleft.
Pero hoy la noticia procede de una joven llamada Alexandra Elbakyan que está más de moda si cabe, pues ella es la "pirata" que ha seducido a la revista Nature, pues esta prestigiosa revista la ha considerado como uno de los personajes más destacados del año 2016. Y es así porque ella es la creadora del portal Sci-Hub, que aloja de manera gratuita millones de trabajos científicos. Y con ello se reconoce su lucha (su "copyfight") contra el "copyright" y abre el camino hacia el acceso universal a este tipo de documentos.
Recordamos que Sci-hub es un repositorio y página web que alberga ya más de 60 millones de artículos académicos y el que, diariamente, se suben miles de nuevos artículos, mediante un servidor proxy del dominio .edu. Sci-Hub fue fundado por Alexandra Elbakyan, de Kazajistán, el 5 de septiembre del 2011, como reacción en contra del alto coste de compra de los artículos académicos. Parece que la idea le germinó a Alexandra mientras estudiaba en Kazajstán, en el año 2009, y sentía la frustración de no poder acceder a muchos de los trabajos académicos que necesitaba consultar para sus estudios. Aprovechando sus habilidades con el software, Elbakyan aprendió a saltarse los muros de pago y de repente descubrió que había muchos otros estudiantes en su misma situación, de modo que empezó a compartir los documentos. Así que en 2011 abrió la web Sci-Hub, calificada como "pirata" por la propia Nature, en la que se facilita el acceso a estos papers a aquel que los solicita. Durante estos años se ha movido "bajo el radar", pero en 2016 las cifras se han disparado y sirvió más de 75 millones de descargas, lo que supone un tres por ciento de las descargas totales de trabajos científicos en el mundo.
Esta violación masiva del copyright, argumenta Nature, le ha supuesto a Elbakyan algunas críticas y una demanda legal del grupo Elsevier, que podría suponer una gran multa económica e incluso penas de prisión. Es por este motivo por lo que la científica y activista no revela su paradero y se comunica mediante mensajes encriptados con la propia revista Nature para la entrevista. A pesar de que pocos niegan que ha burlado la ley, su trabajo le ha valido el apoyo de miles de personas en todo el mundo, dentro del movimiento open-access, que defiende la necesidad de que los trabajos científicos sean gratis y de acceso universal para todos los ciudadanos.
"Porque la falta de acceso a la literatura científica es una injusticia enorme, y ella la arregló de una vez" han llegado a comentar voces solventes en biomedicina. Tanto críticos como seguidores, reconoce la revista Nature, están de acuerdo en que pase lo que pase el trabajo de Elbakyan tendrá un impacto duradero, incluso si lo cierran definitivamente, algo que intentó un tribunal de EE.UU. sin éxito.
Y ahí seguimos, a vueltas con los derechos de autor. Sci-Hub ha conseguido algo que muchos pensamos: que frente al "copyright" existe el "copyfight". Y que en ciencia, o todos moros o todos cristianos,... y la tierra (y el beneficio) para el que la trabaja.
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