"Endora. Endora es donde estamos. Decribir Endora es como bailar sin música. Es un pueblo donde casi nada pasa nunca y donde nunca pasará demasiado. La tienda de Lamson es donde trabajo. Y millas fuera del pueblo, en el interestatal, está Foodland, donde todos los demás van de compras. Aquí es donde vivo con mi familia. Mi papá construyó la casa y es mi trabajo mantener las reparaciones. Los doctores dijeron que tendríamos suerte si Arnie vivía hasta los diez años. Bien, diez pasaron. Ahora los doctores dicen "En cualquier momento. Arnie puede irse en cualquier momento"... Algunos días quieres que viva, otros no... Mi hermana mayor Amy es más como una madre. Ella regentaba la cafetería escolar en Montley hasta que se incendió el año pasado. Mi otra hermana, Ellen, acaba de cumplir 15. La removieron los aparatos y desde hace días va diciendo "Ohh, Ahh", como si no pudiera creer la sensación de los dientes. Tengo otro hermano, Larry, pero se marchó. Y está mamá, quien en sus días fue la chica más bonita del lugar. Desde que nuestro papá se colgó hace 17 años mamá ha tenido las manos llenas. Con mamá no hay forma sutil de sugerirlo. No ha dejado la casa desde hace más de siete años. Yo soy Gilbert, Gilbert Grape".
Con esta voz en off tan contundente de su protagonista conocemos desde el inicio la familia con la que vamos convivir durante casi dos horas de emocionado metraje. La historia procede de la primera novela de Peteer Hedges, también reconocido dramaturgo y guionista: "What’s Eating Gilbert Grape", una novela publicada en 1991 y que fue llevada a la pantalla en el año 1993 por el director sueco Lasse Hallström bajo el título de ¿A quién ama Gilbert Grape?, y que fue su segunda incursión en el cine de Hollywood, tras su éxito con Mi vida como un perro (1985) y que repetiría posteriormente en otras películas como Las normas de la casa de la sidra (1999). De esta obra ya hablamos en Cine y Pediatría, y la semana que viene lo haremos de su ópera prima.
Pero hoy nos centramos en la película que nos pregunta ¿A quién ama Gilbert Grape?, para lo cual el director contó como guionista al propio autor de la novela, lo cual garantiza la fidelidad a la obra literaria originaria. Pero la obra cuenta además con otros tres soportes maravillosos: para el contenido cuanta con un elenco de actores, jovencísimos actores que se convertirían en grandes estrellas de Hollywood, especialmente el dúo Johnny Deep y Leonardo DiCaprio (en uno de sus primeros papeles con tan solo 18 años y bordando una interpretación que ya le valió la candidatura como Oscar a mejor actor secundario); para el continente unió la música de Alan Parker y Bjön Isfält con la fotografia de Sven Nykvist, que presenta unos colores cálidos propios de un ambiente bucólico que contrastan fuertemente con los conflictos que vive la familia Grape. Recordar que Sven Nykvist fue el mismo mago de la fotografía que trabajó con Ingrid Bergman en Fanny y Alexander (1982), comentada la semana pasada.
Gilbert Grape (Johnny Deep) es un joven que vive en Endora, un pequeño pueblo de la América profunda, con esa peculiar familia que nos describe. Parece que el día que el padre se ahorcó, la madre entró en una depresión muy grave y comenzó a engordar hasta llegar a una obesidad mórbida y ahora pesa 230 kilos (una situación real interpretada por la actriz Darlene Cates, quien ha fallecido este mismo año), pero ella misma confiesa: "Yo no siempre he sido así”. Su hermano Arnie (Leonardo DiCaprio) tiene un retraso mental moderado y está a punto de cumplir 18 años. También tiene dos hermanas, Amy y Ellen, con las que no mantiene muy buena relación pero que soporta como puede. Amy es la hermana adulta y se encarga de todas las tareas del hogar, mientras Ellen, la menor, es caprichosa y aún inmadura. Amy viene a ser la madre de la casa que ya no existe (la obesidad de la madre la tiene recluida constantemente a un sofá, donde come y duerme y ve la televisión) y Gilbert viene a ser el padre de la casa que ya no está. Entre Gilbert y su hermano Arnie hay una vinculación muy importante, pues están juntos casi siempre porque Arnie no es capaz de valerse por sí mismo.
Gilbert trabaja en una pequeña tienda de alimentación del pueblo, que ve amenazada su clientela por la apertura de un nuevo centro comercial. El chico mantiene una relación sentimental con Betty, una mujer casada y con hijos, con la que tiene encuentros sexuales esporádicos. Y cuenta con el apoyo de dos amigos: Tucker, el amigo manitas, y Bobbie, quien regenta un negocio funerario.
La acción de la película tiene lugar durante la semana que la familia prepara el cumpleaños de Arnie. Y en uno de esos días, la monotonía del pueblo se rompe cuando en una caravana llegan Becky (Juliette Lewis) y su abuela. Aunque Becky y Gilbert tienen caracteres antagónicos, ella es muy trotamundos y él un gran sedentario, empiezan una relación afectiva y Gilbert descubre que más allá del pueblo hay muchas oportunidades, por lo que se plantea la posibilidad de huir. La relación entre Gilbert y Becky está llena de confesiones que permiten a nuestro protagonista salir de su complejo mundo interior (producto de su compleja vida): "Mi mamá está como atada a casa. Atada no es la palabra adecuada. Más bien está acuñada... Alguna vez viste una ballena encallada en televisión. Es ella. Ella es mi mamá". Y cuando Becky le dice que piense rápido lo que quiere, él responde: "Quiero. Quiero una nueva casa para la familia. Quiero. Quiero que mamá tome clases de aerobic. Quiero que Ellen crezca. Quiero un nuevo cerebro para Arnie... Quiero ser una buena persona". Porque realmente Gilbert es una buena persona, que está perdido en Endora, en un minúsculo pueblo y en su minúsculo mundo: "No tengo a donde ir".
Y la fiesta del cumpleaños de la mayoría de edad de Arnie, cuya preparación resulta bastante problemática, desencadena un final muy peculiar, entre trágico y esperanzador. Y donde el fuego quizá simbolice el final de una etapa de sus vidas. Y en el camino de esta historia nos enseña la posibilidad de que las discapacidades que nos rodean puedan motivar el crecimiento de nuestras propias capacidades.
Dos discapacidades centran esta película y rodean a Gilbert: una discapacidad física (la obesidad mórbida, que es la propia realidad de la actriz Darlene Cates) y una discapacidad mental (el retraso mental interpretado con maestría por un joven Leonardo DiCaprio, que no consiguió su Oscar en esta ocasión, pero que le esperaría a la quinta nominación en el año 2015 con El renacido, de Alejandro González Iñárritu). Para prepararse el papel, DiCaprio investigó sobre cómo ponerse en la piel de una persona con discapacidad mental y, para ello, pasó un tiempo en un centro para adolescentes mentalmente retrasados, conversando con ellos y observando sus gestos: lo que más le impactó de su experiencia fue ver cómo apreciaban las cosas más cotidianas de la vida como algo completamente novedoso.
La película nos susurra acerca de un deseo tan básico como infinito: cómo ser quienes queremos ser y compaginarlo con quienes debemos ser, cómo ser buenas personas. Y creo que al final podemos contestar a la pregunta que es el título de este film, ¿a quién ama Gilbert Grape? Pues quizás sin saberlo, él ama a su madre y a su hermano, él convive con ambas discapacidades y forman parte de su vida, una vida que no es fácil, pero que le genera nuevas capacidades. Quién sabe si algún día - cuando tengamos que vivir algo así - podamos llegar a transformar la palabra discapacidad en di-capacidad. El paso se llama amor, y a esas personas ama - quizás sin saberlo - Gilbert Grape.
Conmovedora película.Tocó mi corazón .La he visto varias veces.
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