VIAJAR es un derecho y es intrínseco a nuestra existencia, entre otras cosas porque permite conocer culturas, historia y ser de mente abierta. Ya lo dijo Unamuno: "El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando".
Y cuando uno viaja a otro país lo hace en calidad de TURISTA, pues no se puede uno nacionalizar así como así, por lo tanto uno en otro país siempre es turista o foráneo. El respeto y la educación cuando uno cohabita en cualquier lugar va por añadidura y, si no existe, da lo mismo que sea foráneo o autóctono. Por ello, los atisbos de turismofobia en algunos lugares cabe analizarlos con mente amplia y global.
Un poco de estadísticas de lo que supone el turismo (que al menos en España casi alcanza el 12% del PIB), con datos del 2016:
- Por ingresos: el país que más ingresa por el turismo es Estados Unidos con 206 millones de dólares anuales y en segundo lugar España con 61 millones. Le siguen en el top five Tailandia con 50, China con 45 y Francia con 43.
- Por número de turistas: el país que más recibe es Francia con 81 millones el año 2016, seguido de Estados Unidos con 80 y en tercer lugar España con 74. El top five lo completan China con 57 e Italia con 52. Y las previsiones para España es que este año 2017 pueda alcanzar los 84 millones de visitantes.
Muchos análisis se están realizando de la TURISMOFOBIA y lo que implica. Aconsejo esta columna reciente en La Vanguardia, y que en su párrafo final expresa lo siguiente ante los ataques de ciudadanos de Barcelona - vinculados en algún caso a partidos políticos - a turistas:
"Por lo demás, ¿cómo es posible admitir que alguien se otorgue el derecho a cuestionar la libre circulación de personas de un país a otro? Si los turistas quieren venir, que vengan. Esta es la libertad de la que siempre nos hemos llenado la boca como europeos y como demócratas. Y si algún visitante se comporta como un gamberro, como un indeseable, pues se le multa o se le castiga como a cualquier otro individuo, sea autóctono o foráneo. Lo incuestionable es que la puerta no se debe cerrar a nadie. Por añadidura, aquellos que, afortunadamente, lo tienen tan claro con respecto a la acogida de refugiados tendrían que ser los primeros en respetar a cualquier visitante. Así de sencillo".
Y un reciente documental del semanario de La Vanguardia realizaba una pregunta: ¿pueden morir los destinos turísticos a consecuencia de su éxito en la búsqueda de visitantes? Y ponía el ejemplo de cuatro ciudades europeas de tamaño medio, quienes tratan de lograr un equilibrio entre el ocio de millones de personas y la vida cotidiana de sus habitantes.
- VENECIA.
Población: 54.000 habitantes. Turistas/año: 20 millones. Pernoctaciones/año: 7 millones
- AMSTERDAM.
Población: 850.000 habitantes. Turistas/año: 17 millones. Pernoctaciones/año: 14 millones.
- PRAGA.
Población: 1.300.000 habitantes. Turistas/año: 7 millones. Pernoctaciones/año: 17 millones.
- BARCELONA.
Población: 1.600.000 habitantes. Turistas/año: 34 millones. Pernoctaciones/año: 20 millones.
Y sobre ello también El País realizaba su análisis. Y concluye con esta reflexión: "Recuerden turismofóbicos y quienes ejercen la violencia contra vecinos y turistas, que hace tres décadas Barcelona optó por abrirse al mundo: carecía entonces casi completamente de visitantes. Hoy el sector supone el 12% del PIB de la ciudad. Genera en toda España un 20% de los nuevos puestos de trabajo. Solo en nuevos empleos directos supuso en el segundo trimestre la mitad del total, y el doble del renglón siguiente, la construcción especializada. La turismofobia mata empleos".
Sea como sea, ninguna "fobia" es bienvenida... Y si así fuera, el aforismo de Robert Louis Stevenson que tanto estimo no podría ser llevado a cabo con la libertad que se merece: "VIAJAR, VIVIR, ESCRIBIR". Y en verano se viaja mucho... también como turista.
Un turismo de ocio, de cultura o de naturaleza. Un turismo procede que sea culto, responsable, respetuoso y sostenible, como debiera ser toda relación entre personas. Iguales valores se les pide a los turismofóbicos... porque hay pregones contra ellos en la Fiesta de Gracia, que tienen poca gracia.
Un turismo de ocio, de cultura o de naturaleza. Un turismo procede que sea culto, responsable, respetuoso y sostenible, como debiera ser toda relación entre personas. Iguales valores se les pide a los turismofóbicos... porque hay pregones contra ellos en la Fiesta de Gracia, que tienen poca gracia.
Y esto se publica el primer día de mi regreso del primer periodo de vacaciones, donde he sido turista en Francia y he sido respetado.
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