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sábado, 7 de julio de 2018

Cine y Pediatría (443). “Cuando tienes 17 años” no puedes ser formal


Junto a Charles Baudelaire y Paul Verlaine, Arthur Rimbaud constituye la triada por antonomasia del Simbolismo, ese movimiento artístico originado en la Francia del siglo XIX y cuyo objetivo era la búsqueda interior y la búsqueda de la verdad universal al interrelacionar el mundo espiritual y el mundo sensible, donde las temáticas principales eran la espiritualidad, los sueños y la imaginación. Pero hoy destacamos a Rimbaud, un rebelde por antonomasia, con una vida de novela, el símbolo de un icono que parecía un poeta del siglo XX, no del XIX. 
Porque si Mozart murió a los 35 años y cambió la música para siempre, Rimbaud murió a los 37, pero a los 19 años ya había escrito toda su poesía, una poesía que abrió el camino de la modernidad, con un solo libro publicado en vida. Y la segunda parte de su corta vida que fue una especie de caos aventurero, un vagabundo por los caminos de Francia y del mundo, que se hundió en el silencio para dedicarse al tráfico de armas, café y marfil y morir pobre, como vivió. 

No es de extrañar que este poeta del simbolismo y tan simbólico escribiera en su poema “Roman (Aventura)”: “Con diecisiete años, no puedes ser formal…”. Y ese inicio del poema es lo que inspira el título de la hasta ahora última obra de André Téchiné del año 2016: Cuando tienes 17 años, un regreso al cine adolescente por parte del realizador que nos regaló ya Los juncos salvajes (1994), y que revisamos la semana pasada en Cine y Pediatría. Dos visiones de la adolescencia (y las dudas propias de esta edad, con la eterna identidad sexual), una ambientada en la década de los 60, otra en nuestros días, pero algunos temas que se mantienen en el tiempo. Y para esa actualización alrededor de los problemas de identidad sexual el septuagenario Téchiné no ha podido rodearse de mejor compañía, pues ha sido indispensable la ayuda de la joven directora Céline Sciamma, que ejerce de guionista en esta propuesta de la que se ven ciertos toques suyos que ya se vieron en películas como Lirios de agua (2007), Tomboy (2011) o Girlhood (2014), esa trilogía imprescindible de la directora que no entiende de géneros, aunque ahora en clave masculina. 

Y es Cuando tienes 17 años la película más juvenil de André Téchiné, la que nos ofrece un minucioso tapiz sobre el autodescubrimiento adolescente marcado por la sencillez y la finura de su mensaje, el coherente guión y la correcta interpretación. Un triángulo de personajes: Damien (Kacey Mottet Klein, a quien conocimos en su debut en el cine como el niño protagonista de la peculiar película del año 2008 de Ursula Meier, Home), su madre (Sandrine Kiberlain) y Tom, un compañero de instituto (Corentin Fila). Una historia contada en tres partes, en tres trimestres escolares diferentes, y en tres momentos emocionales y estacionales diferentes. 

- Primer trimestre. Todo nevado, en la ciudad y en el campo. Descubrimos a Damien y a Thomas. Damien es un joven de 17 años, hijo de un militar y de una médica, que vive en la ciudad con su madre mientras su padre pasa la mayor parte del tiempo en misión militar en África. Y descubrimos a su compañero de instituto Thomas, un chico adoptado de origen argelino que vive en la montaña con sus padres agricultores, y que tarda una hora y media en llegar al instituto. Thomas acosa a Damien y su relación es tensa, con peleas incluidas, pese a los consejos maternos: “Entiendo que sientas una antipatía irracional hacia alguien, pero no entiendo que os peleéis. ¿Me lo puedes explicar?”. 
Por azares de la vida, la madre de Damien acaba atendiendo a la madre de Thomas, enferma y embarazada, a la que aconseja ingresar. Ante esta situación, y con la intención de que Thomas no pase tantas horas en el viaje y pueda rendir más en los estudios, le invita a vivir en su casa, algo que desagrada sobremanera a Damien. Algo que pondrá a prueba a todos. 

- Segundo trimestre. Sigue la nieve, pero comienza el deshielo. En la primera imagen los chicos regresan por el mismo camino a casa, pero no juntos. Ahora son los dos los que acuden a las clases de boxeo de Paulo, el vecino ex militar. Y luego se retan para pelear en la montaña y tras la tormenta, llega la calma.. y casi la reconciliación. Y de la reconciliación bajo la lluvia surge la posterior atracción, algo que estaba latente y que no resulta fácil de sentir o explicar… pero que surge. Y por ello Damien le dice a Thomas: “Quiero saber si me gustan los hombres o solo eres tú”. 

- Tercer trimestre. Llega la primavera. Todo comienza ahora con una visita de representantes del Ejército para comunicar a Damian y su madre lo que nadie quería oir sobre su padre y marido, fallecido en acto de servicio. Y tras el duelo, la calma. Y en los estudios de final de curso los ya amigos leen algo que les es muy propicio: “Desear, del latín “desirat”, significa sentir la ausencia de algo. La mejor definición es la de Leibniz que dice: La inquietud que siente un hombre por la ausencia de algo que le proporciona el placer de estar presente es lo que se llama deseo. Tendencia consciente hacia un objetivo, el deseo es característico del hombre”. 
Y la frase “Estoy enamorado de ti”… tras las dudas, temores y miedos. Y el beso final deja un halo de esperanza a los sentimientos… quizás al deseo. Quizás a esa normal anormalidad que significa tener 17 años y ser adolescente. 

Y sin ser una obra maestra, Cuando tienes 17 años logra tener una visión positiva y especialmente profunda y delicada de los problemas de la adolescencia y el descubrimiento de la propia sexualidad, y bajo dos puntos de vista diferentes, las de sus protagonistas. Y esa es la esencia de la confusión adolescente, cuando el deseo interior y la actitud exterior pocas veces siguen caminos paralelos, cuando uno se enfrenta a lo incomprensible, lo inexplicable y lo rechazable, tanto para una sociedad que sigue esquinando en demasía determinados comportamientos y sensibilidades, como para familias centradas en un único estacionamiento moral, se unen en el interior de un cuerpo y una mente que aún no acaban de entenderse entre ellos. Un conflicto interno que el veterano André Téchiné, con amplia experiencia en el relato de los ardores y dolores de la adolescencia, configura como semilla de la atractiva Cuando tienes 17 años, una película inequívocamente suya, como lo fuera Los juncos salvajes. "Debería ser sensato, pero yo no soy sensato. Y no sé qué puedo hacer", clamaba uno de los personajes de Los juncos salvajes, ebrio de confusión y deseo. "Cuando tienes 17 años no puedes ser formal", dijo el poeta Rimbaud, te emborrachas, divagas y palpitas, te equivocas y te levantas. Justo como la película. 

Porque las similitudes son evidentes y numerosas entre Los juncos salvajes y Cuando tienes 17 años, pero la perspectiva es muy diferente con estos 22 años de distancia: la pátina intelectual de aquella ha dado paso a una acusada y muy contemporánea fisicidad de esta, de forma que el verbo se ha hecho carne, porque en el mundo de hoy, quizás los instintos se traducen en roces más que en versos. Aunque la idea comenzara con un verso de Rimbaud…

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