El JURAMENTO HIPOCRÁTICO es un juramento público que pueden pronunciar los que se gradúan en medicina ante los otros médicos y ante la comunidad. Su contenido es de carácter ético, para orientar la práctica de su oficio.
Durante casi dos milenios la medicina occidental y árabe estuvo dominada teóricamente por una tradición que, remontándose al médico griego Hipócrates (s. V a.d.C.), adoptó su forma definitiva de la mano de Galeno, un griego que ejerció la medicina en la Roma imperial en el siglo II. Según la tradición, fue redactado por Hipócrates o un discípulo suyo. Lo cierto es que forma parte del corpus hipocraticum, y se piensa que pudo ser obra de los pitagóricos. Los escritos de Galeno han sido el fundamento de la instrucción médica y de la práctica del oficio hasta casi el siglo XX.
A partir del Renacimiento, época caracterizada por la veneración de la cultura grecolatina, el juramento empezó a usarse en algunas escuelas médicas, y esa costumbre se ha ido ampliando, desde el siglo XIX, en algunos países, y desde la Segunda Guerra Mundial en otros, aunque es completamente ignorada en muchos. Aun cuando sólo tenga en la actualidad un valor histórico y tradicional, allí donde se pronuncia, el tomarlo es considerado como un rito de pasaje o iniciación después de la graduación, y previo al ingreso a la práctica profesional de la medicina.
Pero el Juramento Hipocrático al leerlo llama poderosamente hoy la atención tal como podemos revisar en este enlace, por lo que fue actualizado por la DECLARACIÓN DE GINEBRA de 1948, tal como se nos recordó por la madrina de la última promoción de Medicina de nuestra Universidad Miguel Hernández, en un acto que tuvo lugar el pasado 16 de junio. La Dra. Colom dio lectura al clásico Juramento Hipocrático, y también a su versión moderna, mediante la Declaración de Ginebra. Un árbol hipocrático con tres ramas clave: 1) Transmisión del conocimiento, 2) Buena praxis, y 3) Secreto profesional.
Como el sucesor contemporáneo del juramento hipocrático de 2.500 años, la Declaración de Ginebra, que fue adoptada por la Asociación Médica Mundial (AMM) en su segunda Asamblea General en 1948, describe en términos concisos los deberes profesionales de los médicos. La versión actual de la Declaración, que hasta este momento se enmendó solo mínimamente en los casi 70 años desde su adopción, aborda una serie de parámetros éticos clave relacionados con la relación médico-paciente, la confidencialidad médica, el respeto por los maestros y colegas y otros asuntos. Una versión revisada recientemente adoptada por la Asamblea General de la AMM el 14 de octubre de 2017, incluye varios cambios y adiciones importantes.
Os dejamos la versión que actualmente se lee (o bien se combina la lectura del Juramento Hipocrático original con esta versión):
COMO MIEMBRO DE LA PROFESIÓN MÉDICA:
• Me comprometo solemnemente a dedicar mi vida al servicio de la humanidad.
• La salud y el bienestar de mi paciente serán mi primera consideración.
• Respetaré la autonomía y la dignidad de mi paciente.
• Mantendré el máximo respeto por la vida humana.
• No permitiré que consideraciones de edad, enfermedad o discapacidad, credo, origen étnico, género, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, posición social o cualquier otro factor puedan intervenir entre mi deber y mi paciente.
• Respetaré los secretos que se me confían, incluso después de que el paciente haya muerto.
• Practicaré mi profesión con conciencia y dignidad y de acuerdo con una buena práctica médica.
• Fomentaré el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica.
• Brindaré a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que les corresponde.
• Compartiré mi conocimiento médico para el beneficio del paciente y el avance de la atención médica.
• Atenderé a mi propia salud, bienestar y habilidades para brindar el cuidado del más alto nivel.
• No utilizaré mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades civiles, incluso bajo amenaza.
• Hago estas promesas solemnemente, libremente y por mi honor.
Aunque seguro que la mayoría conocen este particular, conviene recordarlo a menudo… y quizás no solo cuando acabamos nuestra formación (quizás porque la formación médica no acaba nunca).
Pero el Juramento Hipocrático al leerlo llama poderosamente hoy la atención tal como podemos revisar en este enlace, por lo que fue actualizado por la DECLARACIÓN DE GINEBRA de 1948, tal como se nos recordó por la madrina de la última promoción de Medicina de nuestra Universidad Miguel Hernández, en un acto que tuvo lugar el pasado 16 de junio. La Dra. Colom dio lectura al clásico Juramento Hipocrático, y también a su versión moderna, mediante la Declaración de Ginebra. Un árbol hipocrático con tres ramas clave: 1) Transmisión del conocimiento, 2) Buena praxis, y 3) Secreto profesional.
Como el sucesor contemporáneo del juramento hipocrático de 2.500 años, la Declaración de Ginebra, que fue adoptada por la Asociación Médica Mundial (AMM) en su segunda Asamblea General en 1948, describe en términos concisos los deberes profesionales de los médicos. La versión actual de la Declaración, que hasta este momento se enmendó solo mínimamente en los casi 70 años desde su adopción, aborda una serie de parámetros éticos clave relacionados con la relación médico-paciente, la confidencialidad médica, el respeto por los maestros y colegas y otros asuntos. Una versión revisada recientemente adoptada por la Asamblea General de la AMM el 14 de octubre de 2017, incluye varios cambios y adiciones importantes.
Os dejamos la versión que actualmente se lee (o bien se combina la lectura del Juramento Hipocrático original con esta versión):
COMO MIEMBRO DE LA PROFESIÓN MÉDICA:
• Me comprometo solemnemente a dedicar mi vida al servicio de la humanidad.
• La salud y el bienestar de mi paciente serán mi primera consideración.
• Respetaré la autonomía y la dignidad de mi paciente.
• Mantendré el máximo respeto por la vida humana.
• No permitiré que consideraciones de edad, enfermedad o discapacidad, credo, origen étnico, género, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, posición social o cualquier otro factor puedan intervenir entre mi deber y mi paciente.
• Respetaré los secretos que se me confían, incluso después de que el paciente haya muerto.
• Practicaré mi profesión con conciencia y dignidad y de acuerdo con una buena práctica médica.
• Fomentaré el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica.
• Brindaré a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que les corresponde.
• Compartiré mi conocimiento médico para el beneficio del paciente y el avance de la atención médica.
• Atenderé a mi propia salud, bienestar y habilidades para brindar el cuidado del más alto nivel.
• No utilizaré mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades civiles, incluso bajo amenaza.
• Hago estas promesas solemnemente, libremente y por mi honor.
Aunque seguro que la mayoría conocen este particular, conviene recordarlo a menudo… y quizás no solo cuando acabamos nuestra formación (quizás porque la formación médica no acaba nunca).
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