Hace 120 años la rivalidad personal de dos personajes revolucionó el periodismo moderno, camino del sensacionalismo periodístico y también del amarillismo periodístico: o lo que es lo mismo, todo vale por el éxito y por la pasta. Quién sabe si pudo ser el inicio de esta postverdad que tan poco bien nos hace y que ahora también se oye con el término “fake news”...
Los dos personajes son bien conocidos: Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst. Ambos, tan diferentes en origen y trayectoria, coincidieron a finales del siglo XIX en Nueva York y el enfrentamiento entre sus dos periódicos (el New York World y el New York Morning Journal) condicionó el boom del sensacionalismo y amarillismo periodístico que ha llegado, desgraciadamente, hasta nuestros días.
¿Quién era Joseph Pulitzer?
Era un inmigrante húngaro de origen judío que emigró a Estados Unidos en 1864, a los 17 años, para luchar en la Guerra Civil de aquel país. Pronto se fajó como reportero en el Westliche Post, un periódico de lengua alemana de Misuri. Después de ahorrar e invertir con acierto se convirtió en el propietario del Saint Louis-Post-Dispatch, para luego dar el salto a Nueva York donde compró una cabecera en declive: el New York World, con el propósito de convertirla en la plataforma de los inmigrantes y la clase obrera.
Para atraer a nuevos lectores al World debía revolucionar el aspecto del diario, bastante aburridos y homogéneos hasta entonces. Usó formatos de mayor tamaño y letras para facilitar su lectura, con portadas llamativas e introdujo novedades como los crucigramas, información deportiva, servicios para la ciudadanía, etc. Había nacido el SENSACIONALISMO, el nuevo estilo que entretenía a la vez que informaba.
¿Quién era William Randolph Hearst?
Era alguien totalmente distinto a Pulitzer. Nacido en San Francisco de una familia de considerable fortuna con la explotación minera, se crió como un niño mimado pero ambicioso. Así, pidió a su padre que la entregara la propiedad del periódico San Francisco Examiner y transformó el sensacionalismo de Pulitzer en AMARILLISMO, un estilo periodístico mucho más agresivo que priorizaba homicidios, violaciones, suicidios, incendios provocados y otros sucesos violentos.
Pero Hearst quería extender su imperio, por lo que compró un rotativo neoyorquino que languidecía, el New York Journal. Y desde allí brillo su amarillismo y su cada vez mayor imperio. Porque él fue periodista, pero sobre todo fue empresario, inversionista, político y magnate de la prensa y los medios estadounidenses, que emergió como uno de los más poderosos personajes de la escena política y empresarial de dicho país. Su figura permanece en nuestra memoria por una de las películas más icónicas de la historia del cine: Ciudadano Kane (1941), la obra maestra de Orson Welles, quien tuvo la idea de hacer una película sobre este personaje basado en su mal connotado perfil y opinión pública (en principio, la idea era de hacerlo sobre Howard Hughes, pero Hearst superaba con creces a Hughes), escribiendo entonces el guion en colaboración con Herman J. Mankiewicz. No sé cuál sería su Rosebud, pero sin duda el personaje la lió parda…
Hearst contra Pulitzer: el cuarto poder.
Pulitzer comenzó el cambio y el éxito de ventas en el periodismo. Hearst vino un poco después, admiró a Pulitzer, pero sobre todo le copió, le combatió y le superó. Porque la competencia del 'Journal' de Hearst y el 'World' de Pulitzer fue encarnizada y aunque el primero salió vencedor, tras el 'crack' del 29, sucumbió con la aparición de periódicos aún más sensacionalistas.
Pero por el camino de esta rivalidad hubo de todo, menos ética. Hearst comenzó a pagar elevados sueldos para atraerse a los mejores profesionales, consiguiendo que algunas piezas clave del 'World' de Pulitzer desertaran y se pasaran a su bando, entre ellos el caricaturista Outcauld, creador del popular Yellow Kid (de aquí viene que a la prensa al estilo de Pulitzer y Hearst se la llame prensa amarilla).
La consagración del 'Journal' llegó con la guerra de Cuba y, aunque no es correcto afirmar que fuera él quien provocara la guerra para vender más periódicos, no cabe duda de que contribuyó a caldear el ambiente con un despliegue informativo plagado de exageraciones y de golpes de efecto emocionales. Menudo pájaro el Hearst, pues lo que no cabe duda es que el papel de su diario resultó esencial en la guerra hispano-estadounidense de 1898, incluyendo la historia alrededor de Evangelina Cisneros o la explosión del Maine.
En cierto modo la guerra de Cuba supuso el punto de inflexión en la pugna entre ambos periodistas. En cuanto se produjo la declaración de guerra, Hearts fletó tres embarcaciones para el traslado a la isla de una legión de reporteros, fotógrafos y material para la retrasmisión de las noticias. Con ello, Hearst consolidó uno de los más grandes imperios empresariales de la historia, llegando a poseer en su epítome un total de 28 periódicos de circulación nacional, así como editoriales y cadenas de radio.
Y de aquellos lodos de ayer, que comenzaron con esta épica historia entre Pulitzer (el del premio que otorga la Universidad de Columbia, ¡ qué paradoja ¡…) y Hearst (el de Ciudadano Kane…en continua búsqueda de su Rosebud), vienen estos modos de hoy en el periodismo… Pero esto es otra historia (y la contaremos mañana).
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