Según la OMS, la prevalencia de la obesidad en la población infantojuvenil va en aumento en todos los países, y los ascensos más rápidos se registran en los países de ingresos bajos y medianos. El número niños con sobrepeso u obesidad se incrementó en todo el mundo, pasando de de 31 millones en 1990 a 42 millones en 2013 y, si la tendencia actual continúa y no se interviene, se llegará a los 70 millones en 2025. Ya hace tiempo que la Asamblea Mundial de Salud declaró a la obesidad como la epidemia del siglo XXI, de ahí el término “globesity”.
La obesidad infantojuvenil constituye un importante problema de salud debido no solo a su prevalencia ascendente, sino también a su persistencia en la edad adulta, su asociación con otras enfermedades, además del enorme impacto económico que supone. La obesidad infantojuvenil es un factor predictivo de obesidad adulta y si continúa en el tiempo, se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y de muerte.
Y esto no son datos fríos ni una película, sino una realidad que constatamos al salir a la calle. Porque en España el fenómeno de obesidad en la población infantil y juvenil (2-24 años) se encuentra ya en el 19%, y la de sobrepeso, que está en el 26% (uno de cada cuatro niños españoles tienen exceso de peso y esto empeora entre los 6 y 9 años en donde casi uno de cada dos niños presentan sobrepeso). De ser así, que lo es, parecería una película de miedo.
Pero en realidad el cine ha tratado este tema desde dos puntos de vista, o bien como personajes principales que tienen la obesidad como compañero de viaje (en Cine y Pediatría ya hemos revisado Las aventuras de Zachary Beaver - John Schultz, 2003 – y Yo, Terri - Azazel Jacobs, 2011 –) o bien como película documental denunciando este tema (en Cine y Pediatría ya hemos hablado de Super Size Me - Morgan Spurlock, 2004 -)
Pues bien, hoy llega a este blog otra película documental, también estadounidense como las demás: Sobrealimentados y desnutridos, producida y dirigida por Troy Jones en el año 2014 y que funciona como la secuela del film Gordo, enfermo y casi muerto (Joe Cross y Kurt Engfehr, 2010). Porque en esta última se nos narra la historia del abogado, empresario y cineasta australiano Joe Cross, y su viaje personal para recuperar su salud a los 41 años, cambiando su alimentación y estilo de vida. Y en Sobrealimentados y desnutridos se nos muestra el viaje personal e inspirador de Liam Golle, un chico de 11 años que pesa 80 Kg y que se embarca en un viaje que promete transformar su vida para siempre, pues con la ayuda de sus tíos consigue recuperar su peso y su salud de adentro hacia afuera.
Comienza Sobrealimentados y desnutridos con un fundido en negro y el sonido de una respiración casi agonizante que luego vemos que corresponde a un adolescente obeso subiendo unas escaleras…. Así conocemos a Liam, que vive solo con su padre (su madre falleció hace un tiempo por un tumor cerebral), quien no sabe cómo ayudarle con ese problema de peso, pero a quien le proponen el reto de intentar vencer su obesidad con la ayuda de sus tíos a través de un programa nutricional y de ejercicio durante unos tres meses.
La película documental nos relata el paso de los días (día 1, día 2, día 15, día 75, etc.), donde se nos muestran los cambios en los hábitos de alimentación y de ejercicio que le aconsejan a Liam, pero que comienza con una frase de Benjamin Franklin: “Uno debería comer para vivir, no vivir para comer”.
El camino no es fácil, más bien se transforma en un tobogán con subidas y bajadas, con avances y retrocesos. Porque en la prevención y tratamiento de la obesidad infantojuvenil nadie ha dicho que fuera imposible, pero tampoco nadie ha dicho que fuera fácil.
Y la película avanza entre interesantes reflexiones de los distintos protagonistas y especialistas que aparecen en la historia (si bien es cierto que algunas reflexiones son muy peculiares y que no comparto):
“Muchas gente no come con inteligencia… Están acostumbrados a una gratificación inmediata y concentran su dieta en grasas, azúcares y sales que son compuestos adictivos. Tendemos a pensar que los compuestos adictivos son las drogas y tendemos a pensar que es el alcohol, pero no nos damos cuenta que las mayores adicciones de nuestro mundo hoy son el azúcar, la sal y la grasa”.
“La Organización Mundial de la Salud publicó una Declaración en la que dice que, según las tasas actuales, a finales de 2030, mil millones de personas en el mundo serán consideradas obesas…El 74% de la población de Estados Unidos se considera hoy como obesa o con sobrepeso. Muchos otros países desarrollados no están muy por detrás”.
“Y la vida requiere muchas cosas… Hay siete ámbitos en la vida: la búsqueda espiritual, la búsqueda del desarrollo mental, la búsqueda vocacional, la búsqueda financiera, la búsqueda familiar, la búsqueda social, y tenemos la salud física y el bienestar. Para poder fortalecer todos los ámbitos de la vida es aconsejable participar en todos los ámbitos de la vida durante toda la vida”
“Pienso que en la sociedad moderna, de repente, la enfermedad se volvió normal, la obesidad se volvió normal, no moverse se volvió normal, sentarse delante de un ordenador se volvió normal. Y, de repente, los estándares que teníamos cuando éramos niños o los que nuestros padres tuvieron son muy diferentes ahora”.
Y un mensaje final: “Si dijéramos que la riqueza no trata de cuánto dinero tienes, sino que trata de cuán sano eres y de cuánto tiempo puedes pasar haciendo lo que realmente te gusta, si pudiéramos enseñar a la gente que las relaciones son increíblemente importantes, entonces podríamos realmente cambiar la manera global en que vemos la salud y el bienestar… Como dijo Albert Einstein, “El mejor maestro es el ejemplo”. Así que si se preocupan por sus hijos, sean ejemplo e inspiración de una vida más significativa. Coman con inteligencia para vivir, no vivan para comer”.
Y este es un documental con sus muchos altibajos de nuestro protagonista Liam y de sus familiares, pero con final feliz. Porque al inicio vimos a un adolescente que nos muestra su tronco con la abundante grasa abdominal y la ginecomastia grasa, su cifosis y genu varo, sus ronquidos nocturnos… y con el que sufrimos por su respiración agonizante al intentar subir subiendo una cuesta corriendo. Y meses después logró perder 20 Kg y correr parte de una maratón, en lo que fue para él un gran cambio, no solo externo, sino especialmente por dentro. Porque comenzó a estimar la comida saludable y a desterrar la vida sedentaria, y también mejoró su madurez, su energía,… Porque al final Liam comía menos y estaba mejor nutrido. Y al principio, como tantos otros jóvenes, se encontraba sobrealimentado y desnutrido: dos formas conjuntas de malnutrición.
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