“Yo he venido aquí a demostraros que sois maestros, a romper prejuicios. No a que entendáis mi teoría. Por eso hago el papel de provocador”.
“Lo que os invito a ser es maestros de corazón. Un maestro de corazón aprende de todas partes. Porque toda persona es una fuente de conocimiento y de amor. Eso es lo que yo espero de vosotros”.
Esta son algunas reflexiones de una película documental especial del año 2012 y que tal como nos explica su director, Pablo Usón, todo comenzó con un libro “Veintitrés maestros, de corazón - un salto cuántico en la enseñanza” del profesor Carlos González: Entre maestros. Y a este profesor ya le conocimos en una película coral esencial como fue La educación prohibida (German Doin, 2012), un lugar de debate y reflexión que aborda, de forma multidisciplinar y desde el punto de vista de diversos países, el estado de la educación, la escolarización y el aprendizaje.
Carlos González nos explica que fue profesor de Matemáticas y Física durante 24 años en un colegio con adolescentes, pero que decide salir del sistema para enseñar a su modo. Pablo Usón leyó su libro y le propuso llevar a la pantalla su experiencia. Y para ello se hizo una convocatoria abierta para contarlo en un documental para que acudieran aquellos alumnos que estuvieran dispuestos a probar un nuevo método educativo. Y de los casi 100 jóvenes presentados, se seleccionan a 11. Estos, verdaderos protagonistas, son los adolescentes Marta Llebaría, Lucy Ccencho, Pol Chiang, David Rodríguez, Eadem Herrera, Adrià Ríos, Pol Pérez, Ariadna Moreno, Andrea Servent, Yavila Rincón, Anna Baliarda y… Carlos González, un alumno más en su propio taller de autoconocimiento.
Este grupo de adolescentes, desmotivados por la educación que han recibido en la escuela, asisten durante doce días a unas clases especiales. Y lo hacen en el Palau de les Heures o Casa Gallart, en la Sierra de Collserola, recinto integrado dentro del Campus de Mundet de la Universitat de Barcelona, allí donde los realizadores han logrado crear un espacio “lejos del mundo”, lejos de la ciudad. El gran mérito de Usón es conseguir que la cámara prácticamente desaparezca, e incluso que se mantenga al margen en determinados momentos en los que los muchachos están realizando ciertas confesiones o crece la tensión. Allí y en ese ambiento es donde el maestro, Carlos, les rompe los esquemas, les provoca e intenta despertar en ellos la capacidad de conocerse, creando un ambiente que ayude a sus alumnos a descubrir los enormes potenciales que habitan en su interior. Según el mismo nos explica, son clases de crecimiento personal, basadas en el principio socrático de “conócete a ti mismo”, y cuyo objetivo es despertar en cada ser humano el sentir de que cada persona lleva dentro una sabiduría. Un nuevo método de enseñanza que él llama “educar empoderando” y que persigue que once alumnos recuperen la motivación y la autoestima a través de esta experiencia basada en el respeto, la confianza y la provocación. Pero en la que no faltan momentos de confusión o desorientación.
Ya nos lo dijo en La educación prohibida, y lo recuerda de nuevo en nuestra película de hoy Carlos González: “No somos educados para cambiar la sociedad, sino para sobrevivir dentro de ella”. Y frente a la autoridad, este profesor apuesta por empoderar promoviendo el autoconocimiento (que lleva al autoreconocimiento), la duda, la experimentación, el debate. Y en la película somos espectadores como, después de muchos debates, conflictos y descubrimientos, alguno de nuestros protagonistas nos dicen: “Nos ha enseñado a creer en nosotros mismos”, “Todos podemos quitarnos las barreras que queramos. Podemos hacer todo” o “Ha sido como hacer un camino para poder andar”.
El resultado de Entre maestros es el de un documental que agrada por el mensaje o la reflexión que nos suscita, quizás menos por el ritmo o el montaje final de su guión. Sea como sea, en Cine y Pediatría nos gusta destacar estas obras dentro de una línea de documental de tema pedagógico que tendría como hitos fundamentales títulos películas del estilo de Ser y tener (Nicolas Philibert, 2002), La clase (Laurente Cantet, 2008), Solo es el principio (Pierre Barougier y Jean‑Pierre Pozzi, 2010) o la ya enunciada La educación prohibida.
Por algo, el subtítulo de Cine y Pediatría no es otro que el de “una oportunidad para la docencia y la humanización en nuestra práctica clínica”. Y aquí Carlos Gonzále intenta enseñar a los alumnos a descubrir el mundo a través del autoconocimiento, dejar de ser profesor para convertirse en un maestro, al más puro estilo de la Institución Libre de Enseñanza. Y como este maestro entre maestros (sus jóvenes alumnos) nos afirma en un momento dado, “el fracaso sería no hacerlo, no intentarlo”.
Y Carlos González, Pablo Usón y nuestros seleccionados 11 adolescentes (de distintas nacionalidades, con sus peculiaridades y su bagaje de vida) lo intentaron con esta película Entre maestros, lo que son (o pudieran ser) al final cada uno de ellos. O al menos de ello versa el nuevo paradigma educativo que se nos propone.
Porque paradigmas educativos hay muchos. Pero el objetivo de la educación no debería derivar a ningún otro horizonte que no fuera el de formar para ser ciudadanos libres con amplias miras y valores alrededor de la convivencia. Y toda educación que se constate que cocina en sus aulas, poco a poco y a fuego lento, ideas e ideologías contrarias a lo anterior deben considerarse desde ya una forma más de malos tratos y los educadores deben ser responsables de ellos. Porque no es baladí que la escuela, junto con la familia y la sociedad, son los tres apoyos clave para ayudar a los niños a crecer como adolescentes con garantías, y a los adolescentes a crecer como adultos en libertad.
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