En el último número de la revista Evidencias en Pediatría se publica un artículo valorado críticamente (AVC) correspondiente al artículo de Bhatt M y cols. publicado recientemente en JAMA Pediatrics bajo el título de "Association of Preprocedural Fasting With Outcomes of Emergency Department Sedation in Children".
Conviene leer todo el AVC en mi querida revista Evidencias en Pediatría: ¿Hace falta ayunar antes de una sedación?. Pero dado el interés y pertinencia del tema, permitirme que destaque los principales datos de este estudio.
Las guías de práctica clínica indican un periodo mínimo de ayuno previo a realizar una sedación de 2 horas para líquidos claros (agua o zumos), de 4 horas para leche materna y de 6 horas para líquidos no claros (leche artificial) o sólidos ligeros, basados en lo indicado para la anestesia general. Tratan de prevenir la aspiración broncopulmonar, pero el costo es alto en términos de trastorno para el niño y la familia, un ingreso más prolongado y la pérdida de turno de intervención si no se cumple el ayuno. La sedación para procedimientos urgentes, tales como la reducción de fracturas o luxaciones, sutura de heridas, etc., debe realizarse sin demora y en muchas ocasiones no se puede aplicar el protocolo de ayuno. Por todo ello es pertinente aclarar si el ayuno es necesario previo a la sedación.
Y para ello se realiza un análisis secundario de datos recogidos en un (julio de 2010-febrero de 2015) en los servicio de urgencias de 6 hospitales infantiles terciarios en Canadá. Se analizaron un total de 6183 pacientes menor o igual a 18 años sometidos a sedación parenteral para la realización de procedimientos dolorosos. El principal factor de riesgo fue la duración de ayuno para sólidos y líquidos antes de la sedación, analizado como variable continua (número de horas) y dicotómica (punto de corte de seis y dos horas para sólidos y líquidos respectivamente).
Los resultados no encontraron diferencias en los periodos de ayuno entre niños con y sin eventos adversos, eventos adversos graves o vómitos. Ajustando por factores de confusión, el riesgo de un efecto adverso no cambió significativamente con cada hora adicional de ayuno de sólidos (OR: 1; IC95: 0,98 a 1,02) o de líquidos (OR: 1; IC95: 0,98 a 1,02).
Cabe profundizar en ambos artículos (original y AVC), pues todo lo anterior tiene una evidente aplicabilidad en la práctica clínica. Porque el cumplimiento estricto del protocolo de ayunas presedación es costoso para los pacientes pediátricos y la familia, puede favorecer la deshidratación y la hipoglucemia, es costoso para el sistema sanitario ya que prolonga las estancias hospitalarias y se asocia con una disminución de la eficacia de la sedación. El retraso en la aplicación del procedimiento médico diagnóstico o terapéutico aún prolonga más el ayuno. Es prudente mantener rígidamente los protocolos en casos de riesgo como enfermedad grave, hiperémesis, obstrucción intestinal, endoscopia o broncoscopia (casos que no están bien representados en el estudio), pero en otras situaciones esta práctica carece de evidencia de beneficio, por lo que sería adecuada una revisión de los protocolos de preparación para la sedación.
Y esta revisión de los protocolos de ayuno antes de una sedación en Pediatría (principalmente en nuestras urgencias) no debería hacerse esperar, pues lo cierto es que en el momento actual las desventajas son muchas (y los conflictos entre las partes, habituales). Sencillamente porque sedación y anestesia no es lo mismo... y no podemos aplicar los resultados de una para otra. Al menos ahora, ya con los resultados de este importante estudio publicado en una de las principales revistas pediátricas de la literatura.
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