Paola García Costas es una joven periodista sevillana, también directora y que ha creado su propia productora, Costa Films. La conocí por casualidad y ella me regaló, tal cual, su primera película, Línea de meta (2015) con la que ya obtuvo dos nominaciones a los Goya. Línea de meta es una película documental sobre la historia de María, una niña afecta del síndrome de Rett, y de su familia, especialmente de su padre Josele, quien corre maratones nacionales e internacionales y que un día decide salir a correr empujando el carro de su hija y cruzar la línea de meta con ella y así dar conocer la enfermedad de María y la de miles de niños.
Y tres años después regresa con la misma línea argumental, en esta ocasión con la película Todos los caminos (2018).
Es Todos los caminos una iniciativa generosa y más que loable que nació en parte de la iniciativa del actor Dani Rovira en su deseo de conseguir fondos, a través de su Fundación Ochotumbao (que fundó con su pareja y también actriz, Clara Lago, con ese 8 que es el número de la suerte de ambos – por algo también se conocieron en la película Ocho apellidos vascos – y que al estar tumbado refleja el infinito y ese lema de “ayundando a ayudar”), para lograr investigar en el síndrome de Rett, una rara e incurable enfermedad regresiva que afecta solo a niñas.
Y junto a la Fundación Ochotumbao, también la Fundación Mi Princesa Rett, y los cuatro protagonistas: Paco, un padre de una niña afecta de Rett, por nombre Martina; Germán, un bombero; Martín, un entrenador personal; y el propio Dani Rovira.
Ellos llegan de Badajoz, Alicante y Madrid y se dan cita en la explanada del Hospital San Juan de Dios de Barcelona para lograr un reto: viajar en bicicleta desde Barcelona a Roma con el objetivo de presentarse en el Vaticano ante el propio Papa Francisco para dar publicidad a su propósito, que no es otro que promover la investigación en el síndrome de Rett.
Un viaje de 1500 kilómetros con sucesivas etapas de más de 100 km por tierras de España y Francia, en lo que es una especial “road movie” (a dos ruedas) en formato documental, un trabajo notable en manos de su directora, pues logra un montaje que nos hace adentrarnos en un viaje personal, toda una experiencia de amor, convivencia, solidaridad y altruismo. La película, de 98 minutos de metraje, tiene un antes y un después en el cuarto día de viaje, consecuencia de un accidente que de forma milagrosa no termina en tragedia. Y a lo largo de los días y de los kilómetros se suman las peripecias y, sobre todo, los emotivos diálogos y reflexiones personales. Y hasta el accidente real captado por las cámaras es bien aprovechado por la directora para reflexionar sobre la débil línea que a veces separa la vida de la muerte, e incluso sobre la existencia de Dios.
De especial calado son las confesiones del propio Dani Rovira, vinculado a numerosas causas solidarias, y que demuestra una especial sensibilidad por su visión del mundo y de la vida. Pero de especial importancia son las palabras de los padres de Martina. Paco, el padre, nos confiesa su experiencia al diagnóstico de su hija: “Culpé al mundo entero por lo que le pasa a mi hija. Lloré, lloré, lloré… Y la casa estaba oscura..”; y cómo decidió lanzarse a esta aventura por su hija y por tantas niñas con la misma enfermedad: “Y no paro. Porque si paro pienso. Y si pienso me caigo. Y se lo debo a Martina”. Y Marina, la madre, nos dice: “Los buenos momentos de la vida nos los ha enseñado mi hija”.
Cierto es que las películas documentales rara vez suman en lo artístico (aunque las haya), pero es que sus intenciones son otras: que sumen para la causa. Y Paola ya es una experta en esto, y nos sorprendió con Línea de meta, y ahora nos encandila con Todos los caminos. Y no es fácil encandilar en casi cien minutos de metraje si no se tiene claro de sintonizar un buen guión y un buen montaje, y al que asociar emociones en el camino. Como la llegada de nuestros héroes al sillín a Roma, con vistas al Vaticano y al Coliseo, y el encuentro con el Papa y sus palabras a Paco: “Que Dios te dé lo que pedís”. Y todo ello con la canción creada por Antonio Orozco para la ocasión, su “Nana del camino”. Porque un artista de la sensibilidad de Orozco pone la guinda con esta canción, una nana para las princesas Rett.
Porque Paola García Costas sabe que para llegar a la línea de meta del síndrome de Rett sirven todos los caminos. Y de la fusión de sus dos películas documentales con este tema se complementa el círculo y culmina con el fundido en negro final y la frase del psiquiatra y psicoanalista francés, Jacques Lacán: “Los verdaderos viajes empiezan cuando acaban los caminos”.
Hoy en día, los más de 2.100 niñas afectas de síndrome de Rett en España y sus familias, repiten las palabras de la “Nana del Camino” de Orozco: “No quedan viajes sin rumbo que no valgan la pena… Me quedan valientes que riman fronteras, me quedan sonrisas color primaveras, me quedan princesas con piel de canela, me quedan las ruedas que quitan las penas. No hay, no quedan, ni barcos hundidos ni amores de vela…”
Por eso hoy Todos los caminos buscan a las princesas… Y por eso ha obtenido ya 11 nominaciones a los Goya, incluida Mejor película, dirección y canción original.
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