sábado, 28 de marzo de 2020

Cine y Pediatría (533). “Searching” sin límites a través de las nuevas tecnologías


Una película en la que se nos presenta a una feliz familia de origen coreano que vive en San José, California, formada por los padres y una hija adolescente. La felicidad se tronca cuando la madre fallece por un linfoma, y David Kim (John Cho) queda al cargo de la crianza de su hija Margot (Alex Jayne Go), quien complementa su formación en el instituto con sus clases de piano. Pero un buen día Margot desaparece a la edad de 16 años y comienza la angustiosa búsqueda del padre, con la ayuda de la detective Vick (Debra Messing). Hasta ahí nada que no conozcamos en muchas otras películas, pero esta obra tiene algo especial: toda la película transcurre de forma indirecta a través de las imágenes del ordenador y de todas las nuevas tecnologías de información y comunicación. 

Porque no es solo que esta familia grabara y subiera a internet gran parte de su vida y del desarrollo de su hija, sino que también toda la fase de búsqueda de esa hija desaparecida la realizamos como espectadores dobles: a través de nuestra pantalla de televisión y a través de las distintas pantallas que David Kim tiene a su disposición. Porque 37 horas más tarde y sin una sola pista de su hija, este padre decide buscar en el único lugar donde nadie ha buscado todavía y donde se guardan todos los secretos hoy en día: el ordenador portátil de su hija. Y ese padre debe rastrear las huellas digitales de su hija antes de que desaparezca para siempre y navega por Facebook, Instagram, Twitter, YouTube, Whatsapp, Messenger, Face Time, Tumblr, Google, Yahoo, Skype, Google Maps, Reddit, YouCastNow, etc. Y resulta un thriller sumamente original, pues se desarrolla en la pantalla del ordenador, del móvil, de la televisión y de las diferentes redes sociales. 

Este thriller tan original lleva por título Searching, una película del año 2017 en lo que ha sido el debut en el largometraje del director indioamericano Aneesh Chaganty. Y con un efervescente ritmo nos hace reflexionar de varios temas de gran interés, entre ellos la continua paradoja en la que se desarrolla nuestro mundo contemporáneo y la propia institución familiar: ahora que la mayoría de nuestros hijos cuenta cada minuto de su existencia a través de la web 2.0 y ya 3.0, cuando abren la ventana de su existencia a móviles, tabletas y portátiles (para quien quiera saber, ver y escuchar tanto sus deseos como sus miedos), los padres seguimos sin enterarnos de nada y de quién son nuestro hijos en realidad. Y, por ello, cuando David se mete en las ventanas indiscretas de Margot confirma la relativa soledad de su hija, quien prácticamente no tenía amigos. Y a través del punto de vista único de esas pantallas indiscretas, que reproducen vídeos privados y públicos, chats, llamadas por Skype, correos electrónicos, cuentas de banco, páginas web, publicidad, imágenes de cámaras de seguridad y programas de televisión en directo, somos algo más que espectadores en esa búsqueda (en ese “searching”). Y en esa búsqueda se nos hace reflexionar sobre otros varios temas, nada desconocidos, como son la soledad del adolescente entre tanto ruido de redes, el acoso escolar, los abusos sexuales, la sobreprotección de los padres, la excesiva exposición pública y el peligro de las relaciones cibernéticas. 

Cierto es que este debut en la dirección de Aneesh Chaganty es original, pero no es nuevo, y estas ventanas indiscretas de las nuevas tecnologías han sido predominantes en películas como el corto Noah (Patrick Cederberg y Walter Woodman, 2013) o las películas Eliminado (Levan Gabriadze, 2014), Open Windows (Nacho Vigalondo, 2014) o 10.000 Km (Carlos Marques-Marcet, 2014). Ellos abrieron el camino de este nuevo género de cine que está surgiendo en los últimos años a partir de las nuevas tecnologías y que se viene llamando como cine de captura de pantalla. Previamente ha habido otras películas realizadas a través del material registrado, pero no con esta interactividad actual: podríamos citar la polémica El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999) o Paranormal activity (Oren Peli, 2007). 

Y ese es el reto: conseguir que abriendo y cerrando ventanas de un ordenador, y a través de textos, imágenes o vídeos, en un ejercicio funambulesco de dirección cinematográfica virtual en las cuatro esquinas de una pantalla, se consiga conformar casi una puesta en escena clásica para una película de suspense y acción. Y esa es su virtud: es novedosa, pero entretiene y no defrauda. Incluso con un desenlace final con sorpresa incluida. 

Aunque algunos críticos catalogan Searching como para incondicionales del suspense y aspirantes a detective en la web 2.0 y 3.0, lo cierto es que se antoja el colofón de ese desarrollo digital aplicado a contar historias en el séptimo arte: de hecho la película precisó tan solo trece días de rodaje con actores, pero supuso más de dos años de trabajo la edición y animaciones de la pantalla simulada ya que los sitios web, fueron creados desde cero y animados con ordenador. Además se debe haber rodado en varios idiomas ya que en la película aparecen todos los textos en castellano algo que facilita mucho el tener que subtitular diálogos y textos de las pantallas. 

Y todo comienza con la pantalla de inicio de Windows… y, lo que parece ser un simple recurso inicial, se convierte casi sin darnos cuenta en el modus operandi. Y sentimos vértigo… porque es posible buscarnos (y encontrarnos) sin límites a través de las nuevas tecnologías. Y sentimos vértigo porque hoy en día la privacidad pasa a otro plano…

 

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