Hace casi dos meses publicamos en este blog las fases técnicas de una pandemias, así como las fases emocionales derivadas quede un duro confinamiento conllevaen su evolución. Pero no debemos olvidarnos de las oleadas de cualquier pandemia, pues no solo importa el reguero inicial inmediato de muertes, sino también las réplicas posteriores alrededor de secuelas, patologías aplazadas y salud mental afecta.
Estas cuatro olas de una pademia se expresan el gráfico adjunto.
- Primera oleada: es la que llega de improviso y es la más mortífera. Las cifras de la COVID-19 hablan por sí solas: a finales de junio ya hemos superado los 10 millones de casos en el mundo, con más de medio millón de fallecidos.
- Segunda oleada: secuelas de los contagiados, con el pulmón y el corazón como órganos más dañados por el SARS-CoV-2, pero donde está claro que los efectos de esta enfermedad van más allá de la función respiratoria.
- Tercera oleada: aluvión de crónicos que han aguantado en domicilio por miedo y que llegan tarde o descompensados. La suspensión de consultas y la desprogramación de cirugía y otros cuidados durante el tiempo de la primera oleada, como los cribados oncológicos, contribuirán a estar tercera oleada de infradiagnóstico de tumores, insuficiencias cardíacas descontroladas o apendicitis evolucionadas, entre otras muchas entidades.
- Cuarta oleada: la resaca mental. Porque pasado lo peor, afloran las secuelas mentales, tanto en pacientes como en sanitarios. De la trastienda de la pandemia empiezan ahora a surgir los espectros de varios meses de lucha agotadora y agonizante, con escasos medios y no siempre con la protección adecuada al momento: trastornos psiquiátricos contenidos en el furor de la batalla que emergen luego en forma de ansiedad, depresión, insomnio y decepción (mucha decepción).
Y a la reconstrucción del cuerpo y el alma, se plantea una quinta oleada y un desafío mundial. Y esta quinta oleada puede tener consecuencias imprevisibles, pero, sin duda, muy duras.
- Quinta oleada: la crisis económica, con un triada muy difícil de digerir (recesión económica, paro y pobreza) y que implicará un alto grado de cohesión,coherencia y solidaridad por parte de las organización supranacionales y nacionales.
Para hacer frente a estas cinco olas y no morir en el intento (de esa gran resaca de ese agua que llega a la orilla) cabe acumular calma (para no seguir infundiendo miedo, que nada ayuda), coherencia (para salir adelante y avanzar, ponderando bien las pruebas científicas) y preparación (sin desdeñar nunca a los mejores técnicos y mejor foramdos para la búsqueda de soluciones, evitando siempre el efecto Dunning-Kruger).
Todos tenemos una gran responsabilidad en sortear estas olas. Pero no olvidemos (y que no os engañen), que la principal responsabilidad es política, de aquellos que toman decisiones en la macro y mesogestión. Porque hasta ahora el comportamiento de los sanitarios y de la ciudadanía ha sido ejemplar (y no digamos el de la infancia y adolescencia) y esperamos que nuestros políticos estén a nuestra altura. No más errores, no más mediocridad. Muy atentos a la máxima de Juan Huarte de San Juan, hace más de cuatro siglos: "No hay cosa más perjudicial en la República que un necio con opinión de sabio, mayormente si tiene algún mando y gobierno".
Y para que no haya ninguna duda, las sociedades científicas siempre pondrá el punto sobre las íes, para que no confundamos ni nos confundan. Sirva como ejemplo este documento de 10 sociedades médico-científicas sobre la priorización de la asistencia a pacientes con COVID-19. Sirva como ejemplo que no todo vale y no vale esparcir dudas y responsabilidades a quien no corresponde. No olvidemos, pues, la responsabilidad del periodismo y la lacra del amarillismo periodístico.
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