La semana pasada, Diario Información publicó una entrevista que me realizaron en relación con varias preguntas sobre la pandemia COVID-19 en la infancia que pudieran ser de interés poder responder para conocimiento de la ciudadanía. La entrevisa original es bajo suscripción, por lo que os dejo el PDF adjunto al final de este post para que se pueda leer. Una entrevista bien tratada, pero en la que - por las razonables limitaciones de espacio de un periódico - no abordó todos los temas inicialmente preguntados y respondidos y que conviene conocer para conocer el alcance global de cada cuestión tratada.
Os dejamos la entrevista completa.
Con lo poco o mucho que ya sabemos de esta enfermedad, ¿qué efecto tiene en la infancia? y ¿sigue siendo una enfermedad poco contagiosa y leve en esta edad como se decía al principio?
De la infección por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y de su enfermedad, conocida como la pandemia COVID-19, se saben muchas cosas ya, pero se desconocen aún muchas otras. Y como consecuencia de ello aún persisten interrogantes claves sobre la validez de las diferentes pruebas diagnósticas, sobre la eficacia y seguridad de los tratamientos utilizados, y sobre la protección que tendrán las futuras vacunas que se están investigando contrarreloj.
Pero si conocemos que nuestra actual principal arma frente a la COVID-19 es el uso racional y coherente de las medidas de protección, según el momento epidemiológico, y que se fundamentan en un trípode: distanciamiento social, mascarilla e higiene de manos. Y si conocemos por datos precisos que la infección por SARS-CoV-2 en la infancia es menos frecuente y menos grave.
Según los últimos datos publicados por RENAVE (Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica), de los actuales 251.789 casos confirmados en España, 1.409 casos se han notificado en menores de 15 años (es decir, menos de un 0,6%), de los cuales 52 han requerido ingreso en la UCI Pediátrica. Y de los 28.388 fallecimientos notificado por el Gobierno de España, solo se han notificado tres pacientes en edad pediátrica: dos en el grupo de menores de 2 años y uno en el grupo de 5 a 14 años, según el registro.
En la provincia de Alicante, con un censo actual de casi 1,9 millones de habitantes, y con un 15% de población con menos de 15 años, hemos registrado menos de 20 casos con PCR positiva al coronavirus, de los cuales la mitad eran asintomáticos (y se detectó casualmente al realizarles las pruebas previo a una cirugía) y el resto presentaron síntomas leves. De ellos, ninguno precisó ventilación mecánica y tampoco ingreso en la UCI Pediátrica.
Se desconoce el por qué de este excepcional buen comportamiento del SARS-CoV-2 en la infancia. Hay varias hipótesis y todas apuntan a un sistema inmunitario a esta edad en perfecto estado de forma y con menores factores de riesgo que los adultos.
¿Qué hay del síndrome de Kawasaki?
Como hemos dicho, la inmensa mayoría de los casos de infección por SARS-CoV-2 en la infancia transcurren de forma asintomática o inespecífica, como un cuadro pseudogripal. Algunos pueden manifestar infección leve-moderada de vías respiratorias, muy pocos afectación respiratoria grave y, de forma excepcional, un cuadro de shock pediátrico.
En el mes de abril, la propia Asociación Española de Pediatría (AEP) notificó a sus pediatras de la posible asociación de este virus con un proceso bien conocido en nuestra especialidad y que recibe el nombre de síndrome de Kawasaki, un cuadro clínico que puede asociar fiebre durante varios días, dolor abdominal, vómitos, diarrea, manchas en la piel, ojos enrojecidos y mal estado general. Este comunicado corrió veloz en las redes sociales, creando una alarma innecesaria a la que la propia AEP tuvo que llamar a la calma. A día de hoy se sigue estudiando esta excepcional relación y el nombre con el que se le conoce es como Síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico, con similitud al síndrome de Kawasaki, y que tiene una terapia bien establecida en las UCI Pediatricas.
¿Son los niños y niñas tan supercontagiadores como se pensaba al principio?
Las pruebas científicas se siguen generando aún en este sentido y sería temeroso posicionarse al respecto en estos momentos. Pero si parece que todo apunta a que la idea inicial de que los niños eran más contagiadores que los adultos (entre otras cosas, por pasar desapercibidos al ser muchos asintomáticos o poco sintomáticos) está cambiando: por ser prudentes, cabe decir que los datos actuales solo permiten decir que los niños contagian igual que los adultos, pero no más.
Si bien, es cierto que ya hay algunas investigaciones que apuntan a una perspectiva aún más favorable, como el informe del 23 de abril del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) que concluyó que “La transmisión de niños a adultos parece ser poco común… El virus se transmite principalmente entre adultos y de familiares adultos a niños. La propagación del virus entre niños o de niños a adultos es menos común”. Además, el estudio de seroprevalencia llevado a cabo en nuestro país también detectó menos anticuerpos conforme menores eran los niños: mientras que la media nacional era del 5%, el grupo de 1 a 4 años solo registró un 2,4%.
Pese a la prudencia de todos estos datos, si podemos afirmar que los niños y niñas no son hipercontagiadores. Y eso hay que tenerlo muy presente en la toma de decisiones frente a la infancia.
¿Cuál ha sido el comportamiento de la infancia durante el confinamiento?
Simplemente ejemplar. El comportamiento de todos los niños, niñas y adolescentes ha sido excepcional y gracias al apoyo de sus familias, que han sabido aportar disciplina, temple y autocontrol durante esos difíciles meses de confinamiento, así como capacidad de aplicar las recomendaciones sanitarias y adaptarlas a los hábitos de vida, costumbres dietéticas, de ejercicio y juego, así como organizar las obligaciones escolares de forma telemática y mantener las disciplinas diarias (tareas domésticas, sueño, etc.).
Nuestra más sincera enhorabuena a todas las familias y sus hijos. Ellos ya han demostrado (y la ciencia lo ratifica) que no son el problema de esta pandemia, y merecen las mejores soluciones. Y de ello cabe reflexionar: no ha sido ponderado que hayan sido los parques infantiles los últimos lugares en abrirse en una ciudad, muy por detrás de los comercios, bares, terrazas y playas. Y ahora cabe demostrar esta ponderación haciéndolo mejor con las recomendaciones que se den a la apertura del nuevo curso escolar. Los niños y niñas no son culpables de nada, son los más inocentes de esta pandemia de la COVID-19.
¿Qué impacto puede llegar a tener esta pandemia a nivel psicológico en la infancia?
El impacto en la infancia compartirá muchos de los efectos ya visibles en los adultos: ansiedad, tristeza, depresión y cansancio. Y el cómo se gestione la vuelta a los colegios será importante. Pretender que en las escuelas se mantenga la distancia de seguridad de dos metros entre los niños, y que en las terrazas estemos todos sentados unos al lado de otros, parece poco coherente. La escuela va a recibir a unos niños que están traumatizados (todos, también la infancia, ha salido tocada… no más fuerte) y podemos incrementar esta situación porque las condiciones que vamos a exigirles (mascarillas, pantallas, distanciamiento) no respetan ni sus necesidades ni sus derechos. Y muchos de estos alumnos vendrán con una carga extra de ansiedad, tristeza y depresión ante las condiciones en que verán a muchas de sus familias, donde el trabajo va a escasear y los problemas familiares van a aumentar. No se avecina la mejor época para las familias para acompañar a sus hijos hacia una infancia feliz. No hagamos del otro entorno común a ellos, el colegio, un lugar problemático.
Son muchos profesionales vinculados y conocedores de la infancia (educadores, pediatras, psicólogos, pedagogos, etc.), los que piensan que las escuelas se deben organizar priorizando las necesidades de la infancia y adaptando con mesura las medidas de prevención frente a la COVID-19. Y su principal necesidad es aprender a cuidarse unos a otros en un entorno no traumático. El miedo no puede ser un recurso educativo. Busquemos una gestión consensuada a las soluciones frente a la COVID-19 en la infancia. Y siempre con una premisa: analicemos si estamos utilizando unas medidas en la infancia que puedan provocar unos efectos colaterales más graves que el impacto que tiene el virus en ellos.
¿Cómo hablar a nuestros hijos de la pandemia?
Es importante hablar a nuestros hijos de la epidemia del coronavirus para que estén tranquilos y no se preocupen más ante la sospecha de que les ocultamos información. Los educadores establecen unas pautas claras: 1) permitirles hacer preguntas y todas (desde las más serias a las más simpáticas) debemos responderlas con rigor y asertividad, para que no sea necesario que busquen respuestas entre los amigos o en las noticias; 2) ante preguntas complicadas de responder, es mejor decirles “no sé” a plantearles ningún escenario ideal (porque tolerar la incertidumbre les ayudará a trabajar la resiliencia); 3) toda información hay que adaptarla a la edad de nuestros hijos; 4) muy importante permitirles que se expresen sobre lo que saben de la infección y cómo se sienten (porque evitará estimular las fantasías alarmantes); 5) hablarles controlando nuestra ansiedad y usando palabras reconfortantes; y 6) muy importante enfocarse en las medidas de prevención, porque los niños se sienten seguros cuando saben qué hacer para protegerse.
¿Nos espera un otoño/invierno “entretenido” con los virus respiratorios y el SARS-CoV-2?
En la época de otoño-invierno siempre nos acompañan dos infecciones respiratorias que provocan una importante carga de enfermedad y de ingresos: una es característica de la lactancia, la bronquiolitis (provocada principalmente por el virus respiratorio sincitial, VRS), y otra es común a todos, la gripe. Estas dos infecciones seguro que llegarán, como todos los años. Y en esos momentos será muy complicado discernir de qué enfermedad se trata, pues la COVID-19 comparte los mismos síntomas que estas dos: fiebre, tos, mucosidad y dificultad respiratoria. Además, no serán infrecuentes las coinfecciones.
Las sociedades pediátricas ya se están preparando para esta eventualidad y trabajando en dos puntos esenciales: 1) la solicitud de la prueba rápida PCR multipanel para el estudio de virus respiratorios estacionales (VRS, gripe) junto con SARS-CoV-2 para los niños que vayan a ingresar por procesos respiratorios; y 2) la agrupación de estas tres infecciones en zonas de hospitalización diferentes y con equipos de trabajo diferenciados, pues habrá que seguir identificando precozmente los afectos por COVID-19 (de forma aislada o en coinfección con bronquiolitis o gripe).
Este otoño-invierno vamos a tener que demostrar nuestra capacidad de organización sanitaria, pero también que somos coherentes. Y en muchos aspectos, también en el campo de la vacunación: porque mientras anhelamos la llegada de la vacuna frente al SARS-CoV-2 no podemos seguir ignorando la vacuna antigripal. Porque las medidas de prevención no las ha inventado el coronavirus y las tenemos que llevar a cabo frente a todas las infecciones.
¿Qué mensaje cabe transmitir a la población respecto al futuro de la infección COVID-19?
No podemos responder con seguridad a la pregunta de cuál será el curso de esta enfermedad durante el próximo otoño-invierno. Pero si podemos asegurar que se ha aprendido mucho en este medio año de pandemia sobre dos aspectos: 1) la importancia de la detección precoz de infectados y su aislamiento, y 2) la mejor gestión hospitalaria para evitar el colapso sanitario y la escasez de EPIs. Además, en este periodo se avanzará de forma importante en el hallazgo de nuevos tratamientos y llegarán las tan esperadas vacunas.
En relación con la Pediatría quiero destacar el importante trabajo conjunto a nivel nacional frente a la pandemia de la Asociación Española de Pediatría con sus 24 sociedades científicas, sus 14 sociedades regionales y 11 comités de trabajo. Además, en la provincia de Alicante creamos en el mes de marzo el Grupo de Trabajo de Pediatría Alicante COVID-19, con representación de sus 10 hospitales públicos, así como hospitales privados y la atención primaria, con el objeto de estar organizados frente a esta nueva enfermedad y trabajar unidos, sumando esfuerzos, afianzando con ello una actitud proactiva meditada frente a tomas de decisiones reactivas y precipitadas. Es por ello que podemos asegurar que en la provincia de Alicante los pediatras estamos trabajando para estar preparados y bien organizados para afrontar el devenir de la infección por este nuevo coronavirus.
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