La vuelta al colegio del alumnado en España (y en el mundo) está en el centro de atención y preocupación de madres, padres, profesores, familias, profesionales sanitarios, gestores y de toda la sociedad. Y ello porque la gestión de los “criterios de sospecha COVID-19” aplicados a la infancia van a provocar continuas dudas en las familias y en las escuelas, un maremágnum de pruebas PCR, continuas ausencias a las clases, habituales cuarentenas y aislamientos, y muchas dudas de carácter epidemiológicos, salubrista y sanitario.
Y ante toda esta difícil situación, que comienza esta misma semana, se han publicado muchas normas, recomendaciones y protocolos adaptados a cada centro escolar. Y en donde aparece la figura del “coordinador Covid”, figura que tal como pinta el panorama sería recomendable que recayera en un sanitario, pero en la mayoría de las ocasiones recaerá en un docente. Y es aquí donde vuelve a aparecer la figura de un profesional sanitario que se viene reclamando hace décadas en nuestro país: la enfermera escolar.
La enfermera escolar se define como el profesional de enfermería que realiza su desempeño en el ámbito escolar, prestando atención y cuidados de salud a la comunidad educativa. Su objetivo es contribuir al pleno desarrollo y máximo bienestar físico, mental y social de dicha comunidad, debiendo estar integrada en la misma, y en consecuencia, presente en el centro educativo durante todo el horario escolar. La enfermera escolar no es una figura novedosa, pues ya está institucionalizada y consolidada en otros países, en colegios privados y colegios públicos específicos de educación especial.
El debate de la necesidad de la enfermera escolar, surge en Londres, en el año 1891 en el Congreso de Higiene y Demografía cuando se plantean los beneficios de las visitas regulares de enfermería a los colegios para revisar la salud de los escolares. Esto conduce a que en 1897 se funde The London School Nurses‘ Society y se creen puestos de enfermeras escolares en colegios ingleses de enseñanza primaria . La sociedad londinense, tras una profunda reflexión, ve que la salud de los escolares está mejorando y se decide dotar a los centros de una enfermera a tiempo completo. Finalmente, en la primera reunión anual de The London School Nurses‘ Society se establecen las principales funciones de la enfermería escolar.
Pocos años después, en 1907, la figura de la enfermera escolar se extiende a Suecia y Escocia. En 1909 llega a Boston (EE.UU.), donde se lleva a cabo un estudio en el que introducen a dos enfermeras en varios colegios para controlar el absentismo escolar debido a las enfermedades físicas y contagiosas. Es tal el éxito, que en 1926 la Organización Nacional de Enfermería en Salud Pública (ONESP) señala la eficacia en la educación sanitaria cuando interacciona el cuerpo docente con la enfermería, alcanzando un abordaje completo en la salud infantil y en la educación sanitaria a los padres. En 1999 en Estados Unidos surge el término de School Nursing, que es designado por primera vez por la National Association of School Nurses (NASN) fruto de la especialización del profesional de enfermería en el ámbito escolar.
Hoy en día, la enfermería escolar se encuentra consolidada en países como EE.UU (más del 75% de las escuelas americanas cuentan con una enfermera escolar a tiempo completo), Inglaterra (tal vez sea el país donde más importancia se dé a esta figura y es una línea de especialización en la enfermería), Francia (cuenta de forma reglada con la figura de L’Infirmier de l’Éducation Nationale), Escocia (tiene al menos una enfermera en cada colegio y dan preferencia a las que poseen una formación adicional en salud pública) y Suecia (cada enfermera se encarga entre 2-5 colegios diferentes).
En España, hay un gran debate entre enfermería escolar-enfermería comunitaria, ya que dicha figura en la enseñanza pública aún no se encuentra implantada y la ausencia se cubre por las enfermeras comunitarias y los programas de salud escolar. En toda esta controversia, hay posturas que defienden la integración de una enfermera dentro del escenario escolar, mientras que otras creen que la necesidad que viene a cubrir la enfermera escolar ya está cubierta por la enfermera comunitaria, si bien ésta ya asume una elevada carga de trabajo en su centro de salud. Este debate político, social y sanitario nos muestra la necesidad de establecer una enfermera dentro del colegio para atender adecuadamente a la comunidad escolar, de manera continuada, programada y guiada.
Contar con este tipo de profesional en un colegio no es un capricho, sino una necesidad. Y en España, muy pocos centros escolares tienen una enfermera en su plantilla. Y ahora es cuando vamos a acordarnos de Santa Bárbara, cuando truena: y es tarde. Porque las ventajas de contar con un servicio de enfermería escolar son evidentes y están bien descritas en sus cuatro niveles: funciones asistenciales, funciones docentes, funciones de gestión y funciones de investigación. Aprovecho el artículo de Amanda Encinar Casado para revisar estas funciones.
Funciones asistenciales:
- Promocionar, proteger, mantener y rehabilitar la salud de la comunidad educativa.
- Identificar y valorar las necesidades de salud y los cuidados que requieren los individuos, considerando los aspectos biopsicosociales.
- Realizar la actividad asistencial en función de las necesidades de cuidados detectadas y actuar según protocolos validados científicamente.
- Realizar los pertinentes planes de atención de enfermería a los alumnos que lo requieran basados en los diagnósticos enfermeros.
- Actuar ante emergencias o incidencias que surjan durante el horario escolar.
- Administrar los tratamientos y medicaciones prescritos por profesionales médicos, a los escolares que lo requieran, previa autorización por escrito.
- Control y seguimiento del alumnado con enfermedades crónicas en colaboración con las familias, facultativos y demás miembros del equipo de salud.
- Prevenir y detectar de forma precoz los principales problemas de salud más prevalentes en la edad escolar. Dentro de este ámbito la enfermera colaborará estrechamente con la dirección y gabinete psicopedagógico del centro en los casos en los que se detecten problemas de salud emocionales y/o psicológicos.
- Supervisar el equilibrio de la alimentación ofrecida por el comedor escolar participando en la Comisión de Comedor, para la evaluación mensual de los menús y adecuación de éstos a los alumnos/as con necesidades alimentarias especiales.
- Asesorar como especialista en el marco sanitario a toda la comunidad escolar en la Consulta de Enfermería.
- Crear una historia individualizada de los escolares y un diario de consultas.
- Derivar al alumno/a al centro sanitario cuando se considere necesario con previo aviso a los padres o tutores del alumno/a.
- Diseñar, implementar y evaluar los protocolos específicos y guías de acción para la práctica de la enfermería en el ámbito escolar.
- Participar activamente en el equipo interdisciplinar que conforma la comunidad educativa, aportando la visión de experto en el área que le compete.
- Promover la salud y la adquisición de hábitos saludables y habilidades que favorezcan las conductas saludables a través de los programas de EpS (Educación para la salud) dirigidos a toda la comunidad escolar. Entre ellos: a) Formar a madres, padres y asociaciones de APAS sobre los problemas frecuentes en el centro educativo (enfermedades transmisibles, prevención de accidentes...), cómo prevenirlos y en general, fomentar unos hábitos saludables desde el ámbito familiar participando en la Escuela de Padres; b) Colaborar en la formación de profesionales y trabajadores de la comunidad educativa (personal de comedor, educador, maestro, equipo directivo, etc.) desarrollando seminarios y talleres sobre hábitos de vida saludables; c) Trabajar colaborativamente con el equipo docente y el claustro de profesores para integrar la salud en todas las materias de manera transversal.
- Educar a alumnos que padecen enfermedades crónica, y al resto de la comunidad educativa, sobre el autocuidado.
- Realizar recomendaciones dirigidas a madres-padres, y personal docente y no docente sobre los procesos patológicos más comunes en la infancia y cómo prevenirlos.
- Explicar el proceso de la enfermedad, beneficios y ventajas de algunas pruebas diagnósticas, buen uso del sistema sanitario, etc.
- Aportar a la comunidad educativa una visión de la salud como un bien positivo que hay que cuidar cuando la persona está sana.
Función investigadora:
- Desarrollar estudios científicos diversos con el fin de conocer los conocimientos, actitudes y hábitos de salud de los escolares, para así mismo, conocer la situación de partida y poder evaluar la actuación enfermera haciendo estudios comparativos posteriormente.
- Colaborar con grupos de investigación desarrollando el trabajo de campo en el ámbito escolar.
- Evaluar los resultados y el cumplimiento de los objetivos propuestos en la promoción de hábitos saludables.
- Medir la satisfacción de los usuarios (alumnado, madres, padres y docentes) con el servicio de enfermería escolar.
- Evaluar la calidad de vida relacionada con la salud de los escolares.
- Mejorar los recursos didácticos de EpS a través de métodos como el de la investigación acción en el aula.
- Potenciar la formación en investigación.
- Fomentar la auto-evaluación de las enfermeras escolares a través de reuniones y dinámicas individuales y grupales.
- Difundir los resultados de los estudios a través de revistas científicas y participación en congresos.
Función gestora:
- Coordinar con el equipo profesional y directivo del centro escolar, la planificación de la actuación enfermera, especialmente la relacionada con su función docente, incluyendo ésta en el Proyecto Educativo de Centro (P.E.C.) y en la Programación General Anual (P.G.A.)
- Ser el referente de salud y el nexo de unión entre los diferentes organismos involucrados en la salud de los escolares (Centro de Atención Primaria, Servicio de Odontopediatría, Salud Pública, Unidad de Prevención Comunitaria, etc.) facilitando la puesta en marcha de los distintos programas de promoción de la salud que ofertan las Administraciones Públicas y Privadas.
- Coordinar la actuación enfermera con los diferentes profesionales de los niveles asistenciales de salud, que atienden a los alumnos/as (pediatra, y enfermera del centro de Atención Primaria, médico especialista, fisioterapeutas, psicólogos, etc.) e incluso a través de los padres o tutores legales si fuera necesario.
- Gestionar el proceso de atención, recopilación y almacenamiento de la información referente a los alumnos. Registro y actualización de las historias de salud de cada alumno/a, garantizando la confidencialidad en base a la Ley de protección de datos vigente.
- Supervisar la adecuada dotación del Servicio de Enfermería de los recursos materiales necesarios y su reposición.
- Controlar y registrar todas las acciones desarrolladas a todos los niveles.
Pues bien, si se hubiera hecho bien el trabajo o bien se hubiera trabajado estos últimos meses con ímpetu, la figura de la enfermera escolar estaría presente. Porque a estas cuatro funciones de la enfermería escolar hoy sumaríamos una fundamental, como es el poder constituirse en el “coordinador Covid” de las escuelas.
De hecho, AMECE (Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar) viene realizando su gran trabajo y también en esta materia, entre ellos el Plan estratégico de Enfermería Escolar para la prevención COVID-19 en los centros educativos, un documento de más de 50 páginas que su presidenta (y amiga), Natividad López Langa me hizo llegar hace unas semanas y que hoy quiero compartir con vosotros. Un documento lleno de información práctica y de anexos útiles, así como de elementos gráficos como los que acompañan este post.
Hace unos días, en mi post titulado “Vemos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro, versión COVID-19” planteaba dos preguntas a los responsables de la gestión de la crisis del coronavirus: ¿quién ocupará el cargo de “coordinador Covid” en los colegios, un profesor o un sanitario – en este caso, sin duda, en la figura de la tan demanda enfermera escolar -? y ¿para hacer una realidad los “grupos burbuja” de convivencia estable y reducidos, cómo se va a duplicar la plantilla de profesores necesarios para ello?
Tengo la triste sensación que en la mayoría de los colegios, la respuesta no se va a poder responder de forma afirmativa o positiva en ninguna de las dos. Es decir, no existirá suficiente plantilla de profesores para disminuir el tamaño de las clases y de los “grupos burbuja” y la figura del “coordinador Covid” no recaerá en una enfermera escolar en la mayoría de las ocasiones.
Y está claro que la enfermera escolar no va a solucionar todos los problemas que van a surgir de aplicar el protocolo COVID a la infancia en las escuelas (en esta época de otoño-invierno que iniciamos), pero ayudaría mucho a dar respuesta a difíciles decisiones de carácter sanitario, salubrista y epidemiológico. Y así se demanda desde el ámbito de la Educación y desde el ámbito de la Sanidad.
Ojalá la amenaza que supone la COVID-19 para mantener la normalidad en la educación de los centros docentes (no universitarios) sea la oportunidad para consolidad la figura de la enfermera escolar.
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