He podido participar en los últimos meses en cuatro eventos con sociedades pediátricas de México con el tema que relaciona escuelas, infancia y pandemia COVID-19: en septiembre 2020 con el Colegio de Pediatría de Yucatán A.C., en octubre 2020 con el Colegio de Pediatría de Guanajuato y CIBERPEDS y también con el Colegio de Pediatría de Puebla; y este marzo de 2021 acabamos de volver a participar en el Colegio de Pediatría de Guanajuato con el tema “REGRESO A LAS ESCUELAS DURANTE LA PANDEMIA COVID-19”.
Mientras las tres primeras ponencias exponían los protocolos de actuación del Ministerio de Sanidad y del Ministerio de Educación en España, aún con más preguntas que respuestas, esta última exposición, tras medio año de una feliz experiencia al respecto, podemos dar más respuestas que preguntas. Porque los datos objetivos que ya podemos exponer sobre la transmisión de la infección por SARS-CoV-2 en la infancia en las escuelas, así como el impacto de la enfermedad COVID-19 en la infancia y adolescencia, en el profesorado y en la sociedad, nos permiten tomar una clara posición hacia un derecho irrenunciable: que la vuelta a una escuela segura, saludable y sostenible es posible. Y no solo es posible, es necesaria y es una obligación que todos los políticos, gestores, educadores y sanitarios (con los pediatras a la cabeza) deben defender.
Se realizó en septiembre de 2020 un esfuerzo importante en el desarrollo de los protocolos (y en sus varias actualizaciones posteriores) de actuación desde el Ministerio de Educación (y sus consejerías) y desde el Ministerio de Salud (y sus consejerías), bajo dos premisas esenciales:
1) Reconocer la importancia de la escolarización en la infancia, con repercusiones positivas en las esferas educativas, emocionales y sociales. Y estos efectos beneficiosos de la escolarización son especialmente apreciables en la población infantojuvenil más vulnerable (y/o con patología crónica y compleja) y en aquellos con necesidades de educación especial.
2) Aplicar lo aprendido de la transmisión del virus SARS-CoV-2 en la infancia durante estos meses previos. Y vamos conociendo algunos hechos ya no cuestionables: a) los niños, y especialmente los menores de 10 años, no contribuyen significativamente a la dinámica de la epidemia de SARS-CoV-2; b) la tasa de ataque secundario de los niños es muy baja y la agrupación de casos iniciados por un caso pediátrico son raros; c) los datos epidemiológicos sugieren que un niño expuesto a un caso infeccioso tiene menos probabilidades de infectarse que un adulto; d) los niños infectados tienen más probabilidades de estar asintomáticos o con sintomatología leve y la hospitalización de formas graves es rara.
Porque en este tema hacen falta muchas razones y pocas pasiones, combinar la ciencia con la conciencia, así como la Medicina Apropiada, entendiendo como tal la suma de lo mejor de la Medicina basada en la evidencia (MBE, que son las pruebas científicas) con lo mejor de la Evidencia basada en la medicina (EBM, que es la experiencia clínica) que indican estos datos en España desde que comenzó la pandemia, hace más de un año ya:
- Según los datos del Ministerio de Sanidad de España (a fecha 17/03/3021) en España se contabilizan casi 3 millones de casos de enfermedad COVID-19: ingresados 216.133 (7,5% del total), 19.583 en UCI (0,7% del total) y fallecidos 43.285 (1,5% del total)
- Las estadísticas en menores de 15 años son las siguientes:
a) Respecto al número de casos: 375.759 (12,6% del total), distribuidos 1,2% en < 2 años, 1,9% entre 2-4 años y 9,5% entre 5-14 años
b) Respecto al número de hospitalizaciones: 2.392 (1,1% del total), distribuidos en < 2 años el 2,5%, entre 2-4 años el 0,6% y entre 5-14 años el 0,4%
c) Respecto al número de ingresos en UCIP: 114 (0,5% del total)
d) Respecto al número de fallecidos: 6 (0,13%0 del total)
- El contagio ocurre principalmente en el domicilio, seguido del entorno social. El entorno escolar es el ámbito de exposición menos frecuente: solo es responsable del 1,9% de todos los casos de COVID-19)
- Gracias al esfuerzo de toda la comunidad educativa, los centros han podido mantenerse abiertos en España desde que se abrieron en septiembre y la situación ha sido de normalidad, teniendo en cuenta la pandemia que estamos padeciendo (incluido en la terrible tercera ola). Y consta lo siguiente:
a) Desde que comenzó el curso, el 98% de las aulas ha estado funcionando con normalidad, puesto que en ningún momento se ha superado el 2% de aulas confinadas, según la información aportada por las Comunidades Autónomas
b) Los últimos datos disponibles, de 9/03/2021 indican que estaba confinado apenas el 0,5% del total de los grupos, confirmando la tendencia a la baja
Y estos datos son consistentes en los muchos países donde se ha analizado. Y todo esto sin vacunación. Porque la vacunación de la COVID-19 comenzó en España el 27 de diciembre de 2020, y estos tres meses solo se ha vacunado el 4-5% de la población (sabido es que el ritmo es en la mayoría de los países más lenta de lo previsto y deseable), por lo que la vacunación ni es, ni debe ser condición para la vuelta a las escuelas. La vacunación del mayor número de personas (y especialmente llegar a un porcentaje que permita una inmunidad colectiva) será buena para todo y para todos, también para las escuelas, pero se ha demostrado que se pueden (y se deben) abrir sin esperar a ello.
Los pediatras somos valedores esenciales de la salud en la infancia y adolescencia. Y la salud incluye los aspectos de bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad. Y estos se integran perfectamente en la interrelación pandemia por coronavirus, escuelas y protocolos de actuación.
Si tuviera que destacar un proceso organizativo clave en España durante este año de pandemia destacaría la vuelta a la escuela segura, saludable y sostenible. El cierre proactivo de los centros educativos como medida para controlar la transmisión ha demostrado ser poco efectiva de manera aislada y tener un impacto negativo a nivel de desarrollo y educación de la población en etapa de aprendizaje. Y de esto, puedo asegurar que ningún pediatra en España tiene la menor duda ahora, tras la positiva experiencia vivida: cuando en la terrible tercera ola de enero y febrero todo estaba cerrada, las escuelas permanecieron abiertas en su totalidad con total seguridad para la infancia, el profesorado y se ha conseguido un perfecto control de la misma con el resto de medidas. Porque los niños son los últimos responsables de la COVID-19 y deben ser las últimas víctimas. Y porque la infancia es un ejemplo de bien hacer y cumplimiento de las normas: un ejemplo para los adultos.
Y lo que nunca, nunca, debiéramos admitir es que se permitan abrir restaurantes, gimnasios y cines, mientras se mantienen cerradas las escuelas. Si admitimos eso como pediatras, somos parte de la injusticia, incoherencia y mediocridad de las medidas adoptadas por los políticos de turno.
Y vale recordar una frase de cine de la maravillosa película canadiense Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011): “Un aula es un lugar para la amistad, el trabajo y la cortesía. Un lugar lleno de vida al que le dedicas tu vida y en el que te dan su vida“. Y las aulas, aún en estos distópicos momentos de pandemia, siguen llenas de vida. No de muerte, ni de infección ni de pandemia.
Ojalá los datos objetivos que he intentado transmitir de la experiencia tan positiva en España sirva a los queridos pediatras mexicanos para liderar un cambio: se trata de la salud física, mental y social de la infancia y adolescencia, nuestra razón de ser. Y porque ahora mismo hay un S.O.S. de UNICEF, pues 170 millones de niños en el mundo llevan un año sin acudir a la escuela: son 14 países, de los cuales 9 corresponden a América Latina y Caribe.
Abajo os dejamos la ponencia y en este enlace, el panel en el que participé a través de Facebook Live con los doctores mexicanos, Alejandro Macías Hernando, Fortino Solórzano Santos, con la moderación del Dr. Javier Castellanos Martínez.
https://www.facebook.com/102238801938626/videos/903188183778459/