Es importante educar desde el corazón, la mente y el respeto. Porque educar en el respeto es el punto de partida de una buena convivencia en todos los ámbitos. Y de ello conoce mucho Pedro Marcet Bonel, un asesor motivacional, quien desde Barcelona nos ha regalado libros del estilo “Cómo conseguir que tu hijo valore el orden”, “Cómo conseguir que tu hijo quiera obedecer”, “Cómo conseguir que tu hijo valore el esfuerzo” o “Cómo conseguir que tu hijo valore la sinceridad”.
Pero también tiene algunos libros sobre los valores educativos desde el deporte. Porque el deporte – cualquiera de ellos – es una actividad habitual en la infancia y aplicar valores desde que son muy pequeños es clave. Solo así conseguiremos cambiar la tendencia actual en nuestros jóvenes y también en los adultos, en pos de una sociedad más tolerante y mejor.
Porque el hombre del futuro es el niño de hoy. Seguro que se puede hacer una muy buena labor si todas las personas que se dedican a la formación deportiva, junto con padres y profesores, enfocamos bien este aspecto.
He aquí los 10 puntos básicos para educar en el respeto desde el deporte. Lo encontré, me gustó y lo comparto para su lectura, reflexión y puesta en práctica.
1. Ser ejemplares en las normas de cortesía
Dar las gracias, pedir perdón, solicitar las cosas por favor, pedir permiso, dejar hablar… son aspectos elementales de educación y de respeto. Si nuestros jugadores no lo hacen, es bueno empezar cuanto antes, convenciéndoles y explicando por qué lo hacemos. Y, cuando lo apliquen en el día a día, felicitarles, porque son los pequeños detalles los que consolidan el hábito.
2. Ser muy exigente contra las groserías
Nos encontramos, en el deporte diario, muchos niños que hablan mal, dicen palabrotas e insultan. Desde el momento que se detecta, hay que cortarlo de raíz. Dejar claro que esto no se puede permitir, que tienen que responder de buenas maneras. Y cuando surja una pelea o una discusión, explícales que, aunque exista una razón para enfadarse, no hay que gritar, pegar o decir palabrotas. Y enséñales a pedir perdón cuando ocurra algo de esto. Da ejemplo cuando te equivoques y pídeles perdón. Es la mejor forma de que lo aprendan.
3. En casa y en el equipo siempre debe haber reglas
Las necesitan para sentirse más seguros. Así saben lo que pueden hacer y lo que no. Los límites ayudan a los niños a darse cuenta de que hay otras personas en el mundo y que hemos de respetarlas. Si hay reglas en casa y aprenden a cumplirlas luego fuera, estarán entrenados para ceñirse a ellas en todos los ámbitos. El deporte constituye una herramienta muy interesante para desarrollar la idea del respeto a las normas. Y cabe aprovecharlo.
4. Todos somos igual de dignos
Los deportes de equipo son muy favorables para que comprendan este concepto. Que todas las personas poseen la misma dignidad por ser humanas y que deben ser tratadas como tales. Es preciso que aprendan a respetar al jugador más talentoso y al más débil del grupo, al presidente del club y al utillero. Son diferentes posiciones, pero todas merecen igual estima.
5. Respetar la pluralidad de opiniones
Entre los jugadores de un equipo existe la posibilidad de mostrar ideas diferentes, gustos variados, más o menos talento. Eso no significa que no tengamos que respetarnos entre todos y saber ver las cualidades de cada uno en lugar de los defectos, que todos tenemos. El secreto está en evitar críticas entre los jugadores o entre los entrenadores. Lo mismo en casa, donde los padres deben ser ejemplares en la consideración que se tienen entre ellos y en la que muestran hacia los demás.
6. Siempre presente, también en las pequeñas cosas
En muchas ocasiones, se queda en puros formalismos: darse la mano después del partido, llevar un cartel alusivo al respeto antes de iniciar el encuentro, etc. Pero es imprescindible que se demuestre en todo momento, cuidando los pequeños detalles del día a día. No burlarse de nadie, escuchar lo que dice el entrenador, aceptar opiniones contrarias a las tuyas, disculparse por una falta fortuita, dar las gracias por algún pequeño servicio que te han hecho, etc.
7. El respeto, un requisito básico para su formación
El respeto es una condición sin la que resulta imposible educar. Cuando los educadores, profesores, padres y madres viven en un clima de consideración y tolerancia entre ellos, y también entre ellos y los educandos, se consigue que se vayan formando como personas. Y, por ser personas, van creciendo en respeto al otro.
8. El compromiso, imprescindible
Esta actitud de la que venimos hablando viene dada por el interés e implicación que nuestros hijos o alumnos perciben en nosotros. Solo por esta vía lograremos llegar a ellos y establecer un vínculo de confianza.
9. Acertar con la forma del mensaje
Procurar hablar siempre con equilibrio y moderación, valorando y apreciando las cualidades de los demás. La excesiva locuacidad y el deseo de opinar de todo son reflejo de una personalidad inmadura y que vive pendiente de sí misma.
10. Expresar las ideas con consideración y cortesía
La pluralidad permite que todo el mundo exprese sus opiniones libremente. Pero esto no implica que todas ellas sean acertadas o correctas. En temas que afectan a principios fundamentales de la persona hay que saber argumentar con delicadeza lo que uno piensa. Y hacerlo respetando siempre las ideas de los demás.
Por tanto, podemos concluir que los padres educan a sus hijos, pero también los hijos a sus padres. Se educan cuando existe respeto mutuo. Y además del hogar, las actividades deportivas son un magnífico lugar para llevarlo a la práctica.
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