La desigualdad, la pobreza y la exclusión social son fenómenos que están estrechamente ligados. Porque la exclusión puede privar de los recursos, a la vez que la pobreza puede excluir a los individuos de las esferas socioeconómicas donde se determinan las oportunidades. Y la desigualdad social es la condición por la cual las personas tienen un acceso desigual a los recursos de todo tipo, a los servicios y a las posiciones que valora la sociedad. Numerosas entidades internacionales alertan desde hace años que estas tres entidades deberían ser consideradas una la verdadera pandemia del siglo XXI y uno de los grandes retos que amenazan el progreso de la humanidad hacia sociedades más equitativas, justas y democráticas. Y la educación de la infancia es una de las mejores soluciones.
Más de 700 millones de personas viven en situación de extrema pobreza a día de hoy. Eso significa que una de cada diez personas en el mundo tiene muchas dificultades para satisfacer las necesidades más básicas, como la salud, la educación o el acceso al agua y el saneamiento. La gran mayoría de personas afectadas por la pobreza se encuentra en el África subsahariana. Pero en muchos otros países, como en América Latina, diferentes factores (como la corrupción, las epidemias, las guerras, la inestabilidad política o las desigualdades en el reparto de recursos) han provocado una situación alarmante para la desigualdad y exclusión social.
Y hoy viene a recordarnos esta situación la película documental estadounidense Manos limpias (Michael Dominic, 2019), en lo que es la cuarta película documental de esta periodista fotógrafo neoyorquino que ha viajado por Haití, Honduras, Guatemala y Nicaragua. Y precisamente en este último país está rodada nuestra película de hoy, que comienza con este aviso: “Esta película fue filmada durante 7 años, desde 2011 hasta 2018. La Chureca, localizada en Managua, Nicaragua, es el vertedero de basuras más grande de Centroamérica".
La Chureca es el basurero municipal más grande de Nicaragua, situado en en el barrio Acahualinca de Managua, uno de los barrios con menor calidad de acceso a los servicios básicos, y a orillas del Lago Xolotlán. Debido a su ubicación, a sus dimensiones crecientes y a su falta de tratamiento adecuado, La Chureca supone un enorme problema medioambiental, allí donde los "churequeros", ciudadanos pobres, seleccionan en el propio vertedero los materiales que pueden ser reciclados o tienen alguna posibilidad de comercialización (vidrio, plásticos, metales, papel y cartón, fundamentalmente). Hasta 2500 personas pudieran estar directamente implicadas en alguna de estas tareas, principalmente en los barrios colindantes con La Chureca, donde se utilizan las propias viviendas como almacenes de acopio y distribución. Y sirva esta prolija introducción para entender la película Manos limpias, que se centra en una de estas familias.
El documental comienza en el año 2011. Y nos presenta a la familia López, formada por los padres (Blanca y Javier) y sus cuatro hijos (Zulemita del Carmen, Francisco José, Sei Manuel Salvador y Edgar Ezequiel), de entre 6 y 10 años, así como por la abuela materna (Mita). Todos ellos acuden cada día a La Chureca, también los hijos no escolarizados, allí donde acopian todo tipo de restos, incluso restos de comida que luego cocinan en la chabola. “Pues el día de mañana puede que algún día tienen que estudiar. No se lo prometo ni mañana ni pasado mañana, pero yo digo que algún día…” nos dice la madre, una madre que nos narra que a los 14 años fue violada por varios hombres y su madre no la ayudó. Y allí pasa un camión de la basura con el eslogan “Manos limpias, Managua limpia. Cooperación italiana”, que nos da una pista del título de la película.
Y La Chureca es la única vida y el único mundo que han conocido. En estas vidas aparece Mary Ellen, miembro de una fundación filantrópica que trabaja para romper el círculo de la pobreza, desigualdad y exclusión social comenzando con la educación de la infancia. Ella viaja a la zona de Diriamba, a 90 minutos al sur de Managua, para buscar una tierra y una casa para esta familia López, y se nos dice que seis meses después, la nueva casa ya casi está lista, momento en que la madre espera su quinto hijo. Pero el abogado designado por Mary Ellen les lee que la obligación para disfrutar de esa nueva vida es que manden a los hijos todos los días a la escuela. Porque la educación es un arma poderosa para luchar frente a las infancias maltratas por la vida, por la sociedad, por la pobreza… y, a veces, hasta por los propios padres (maltratos físicos, verbales y de falta de cariño).
A continuación se nos narran los hechos durante los años 2012 y 2013. Y las circunstancias no fueron a mejor, especialmente porque Blanca, tras dar a luz a su hijo, quien supuestamente falleció en el parto por una malformación congénita no definida, se volvió a vivir a Managua y abandonó al marido y los cuatro niños. Pero la policía interroga a Blanca y varios meses después sigue aún sin concluir la investigación, pues piensan que ha matado o vendido al bebé. Finalmente se descubre que Blanca nunca estuvo embarazada, pues no pudo estarlo, ya que hace años le ligaron las tropas de Falopio. Pero ella sigue negándolo. Y, mientras tanto, la sequía regresa año tras año, devastando los cultivos de la finca familiar. Pese a todo, Mary Ellen y su fundación sigue sosteniendo a la familia y la educación de los niños, esos pequeños que siguen jugando y riendo, tal es la resiliencia de la infancia.
Y llegamos al año 2018. Todos los hermanos han crecido y ya son preadolescentes y adolescentes. Y se celebra la fiesta de quinceañera de Zulema. Y se reúne a la familia para ver las imágenes iniciales de esta película, cuando estaban en La Chureca. Y la madre recuerda lo duro que fue aquella vida con lágrimas en los ojos: “Me sentí como la peor mierda. Una madre que no podía sacar adelante a sus hijos”. Y los niños no recuerdan aquello que ahora les resulta feo y penoso. Y con la imagen de los cuatro hijos en la actualidad, guapos, bien vestidos y educados - y luego la imagen del basurero de La Chureca - finaliza esta película y con este mensaje final: “A Manuel, Chico y Edgar le sigue yendo muy bien en el colegio y sueñan con ir a la universidad algún día. En 2019, Zulema dejó el colegio y se fue lejos de su familia a vivir con su novio. La sequía hace que la granja no se pueda cultivar. Hasta el día de hoy, Mary Ellen sigue manteniendo a la familia económicamente”.
Y nos queda claro que no es Manos limpias una película basura, aunque comience con un basurero. Pero va más allá, mucho más allá. Porque versa sobre la familia, la pobreza extrema, la educación y la esperanza, la inocencia y la resiliencia de la infancia, su rescate y salvación frente a tanta desigualdad y exclusión social.
Cabe no confundir con la película mexicana Las manos limpias (Carlos Amella, 2012). De hecho, Manos limpias tiene una escasa distribución, de forma que se puede buscar el tráiler Vimeo y la película es posible visionarla en "streaming" en la plataforma Filmin.
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