El hogar dulce hogar, no siempre es así… Al menos, así lo marcan algunas películas que llevan como título original Home y que se han prodigado en lo que llevamos del siglo XXI. Películas de distintos géneros y distintas nacionalidades, una de las cuales ya forma parte de Cine y Pediatría: la película suiza del año 2018 dirigida por Ursula Meier, allí donde un matrimonio y sus tres hijos viven felices en las proximidades de una autopista abandonada desde hace diez años en lo que es un ejemplo de familia disfuncional en la filmografía de esta “fille terrible” del cine helvético. Pero son otras muchas, y cabe clasificarlas en cuatro tipos:
a) En el género documental destaca la película francesa de Yann Arthus-Bertrand (2009), que pretende concienciarnos de la explotación desmesurada de las riquezas de la Tierra y lo hace con un poema en imágenes y con la exquisita banda sonora de Armand Amar; pero también la película eslovena de Metod Pevec (2015), la película siria de Rafat Alzakout (2015), la película croata de Zdenko Jurilj (2017), la película británica de Sarah Outen (2019) y la película cubana de Alejandro Alonso Estrella (2019), todas ellas como un documento con trasfondo crítico.
b) En el género de animación destaca la película estadounidense de Tim Johnson (2015), esa especial relación de un alienígena irritantemente optimista con una chica adolescente muy testaruda que acabarán salvando el planeta, y cuyas voces fueron dobladas por estrellas como Rihanna, Jennifer Lopez y Steve Martin; pero también la película británica de Anita Bruvere (2019).
c) En el corto y mediometraje están la película británica de Richard Curson Smith (2003), la albana de Kast Hasa (2010), la española de Cara Simón (2012) y la australiana de Charles Williams (2015).
d) En el largometraje es donde observamos más películas con el título de Home, mezcla de géneros (entre el drama y el thriller, algunas con apuntes de terror): la película rusa de Oleg Pogodin (2011), la sueca de Maximilian Hult (2013), la belga de Fien Troch (2016), la británica de Daniel Mulloy (2016), la coreana de Jong Woo Kim (2017), la alemana de Franka Potente (2020), así como las películas estadounidense de Nicholas McCarthy (2014), de Frank Lin (2016) y de Adam O'Brien (2020).
Y de todos esos “hogares” cinematográficos, queremos destacar la película belga Home (Fien Troch, 2016), una película especial, desconcertante, dura y difícil que algunos críticos han situado como un peculiar fusión de Ken Park (Larry Clark y Edward Lachman, 2002) y Yo maté a mi madre (Xavier Dolan, 2009), con toques de los hermanos Dardenne. Por tanto, si sumamos las obras de dos “chicos malos” como el estadounidense Larry Clark y el canadiense Xavier Dolan, está claro que tal atributo declinado en femenino cabe para la belga Fien Troch, quien, rodando en esta película en una gran variedad de formatos, demuestra una vez más su dominio del drama humano con esta historia inspirada en hechos reales que funciona como un demoledor reflejo de la juventud rica europea, condenada a la más absoluta miseria emocional.
Y en esta película se refleja el estilo de vida de cuatro adolescentes de una pandilla, tres chicos (Kevin, John, Sammy) y una chica (Lina). Vidas un tanto a la deriva y condicionados por sus disfuncionales familias, con temas y momentos transgresores que impactarán a los espectadores desprevenidos. La película nos presenta pronto a sus protagonistas: por un lado, Kevin (Sebastian van Dun), un chico que acaba de salir de un centro correccional y que se instala en la casa de sus tíos, los padres de Sammy (Loïc Bellemans); por otra parte, Lina (Lena Suijkerbuijk), quien lidia con las recriminaciones del director de su colegio, mientras John (Mistral Guidotti) ignora las amonestaciones del vigilante del instituto.
Al comienzo John escribe un mensaje en los pasillos de un instituto: “Te echo de menos. ¿Volverás pronto a casa, mamá? ¿Me sigues queriendo?... Lo siento mamá”. Y luego Sammy escribe otro mensaje: “Aburrimiento. Quiero matar a alguien para sentirme vivo”. Y esa monotonía se rompe cuando aparece Kevin, un muchacho recién salido de una correccional que intentará integrarse nuevamente a una sociedad que lo ha marcado indeleblemente. Y más tarde descubrimos que Kevin no puede regresar a su casa porque su madre teme que se pelee continuamente con el padre, y lo reconoce: “Cuando alguien me molesta, me enfado muy rápido”. Kevin no solo vive con la familia de Sammy, sino que se pone a trabajar con el padre como fontanero. Y éste se preocupa en que esté bien y que se instruya (le llama la atención sus faltas de ortografía), y le da buenos consejos ante el uso de la violencia física que el joven prodiga: “No puedes ir pegando palizas por ahí... Si yo le diera palizas a quien me molestara, estaría a jornada completa”. Y John quiere salir de su casa, huyendo de una madre dominante y que le acosa, pero la madre de Sammy le aconseja que pida ayuda por su problema, un problema muy grave por esa madre que vive sola y se aprovecha de su hijo, con una posesión enfermiza, carnal e incestuosa.
Adolescentes perdidos y sumidos en la violencia silenciosa del hogar: Kevin por un padre con el que se enfrenta continuamente y cuya madre asume que no vuelva a casa para que las cosas sigan tranquilas; John por una madre que le domina y le acosa, que le hace ser lo que no es. Y a poco más de una hora de metraje se produce una de esas escenas difíciles de digerir entre John y su madre, ante la mirada de Kevin y Sammy. Luego ocurre el interrogatorio policial a los tres amigos… Y ese final lleno de interrogantes.
Y al ver la película y sufrir la historia, el temor se acentúa cuando uno recuerda que al comienzo del filme la directora advierte que está basado en hechos reales, aunque se desconoce con exactitud cuáles fueron los eventos a los que hace alusión. Porque en Home, Fien Troch enfrenta dos generaciones, padres e hijos, y no toma partido. Porque en esos hogares los unos y los otros son tan capaces de lo mejor como de lo peor. Y todo ello en el contexto de la realidad cotidiana de la juventud actual, allí donde conviven con la tecnología, las drogas y el sexo. Y la historia se convierte en ese triste selfie de una generación que graba sus desventuras con móviles para finalmente subirlo a una nube, nube que no deja ver el sol y que predice la llegada de tormentas.
Porque el hogar no siempre es un dulce hogar, como nos recuerda Home. Porque el “hogar” es muy cinematográfico, como hemos visto por el gran número de películas con este título, y porque la película belga Home es una película que no dejará indiferente con sus cuatro protagonistas adolescentes: el impulsivo Kevin, el contrariado John, la desubicada Lina y el indiferente Sammy. Todos ellos se conectan en una amistad que intenta mantenerlos alejados del supuesto universo opresor de padres y educadores.
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