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lunes, 2 de agosto de 2021

Diez puntos (de amor) y un colofón (desesperado) de buenas prácticas clínicas en la publicación científica

 

El pasado 12 de julio se celebró la XV Jornada MEDES (MEDicina en ESpañol) alrededor de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense y bajo el título de “La circulación del conocimiento en español”. Tras el paréntesis del año pasado en que no se celebró esta jornada como consecuencia de la pandemia COVID-19, pudimos regresar al encuentro personal tan deseado de “ciencia, medicina y humanismo” que es emblema de Fundación Lilly, y al que sumamos el “sentido, sensibilidad y amistad” que esta reunión única en España. 

El encuentro contó con ponentes de calado que volcaron su experiencia desde instituciones tan prestigiosas como el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, la Biblioteca Nacional de Ciencias de la Salud, SciELO España, Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), y se contó con científicos investigadores y docentes, periodistas y divulgadores, blogueros e "influencers", traductores médico-sanitarios y terminólogos, y un largo etcétera de profesionales alrededor de la publicación biomédica. Y la jornada intensiva se desarrolló a través de tres mesas redondas o conversaciones: 
- Conversación 1. “La publicación científica hoy” 
- Conversación 2. “Divulgación y comunicación de la ciencia”
- Conversación 3. “Traducción y circulación del conocimiento entre lenguas”. 

Tuve la oportunidad de participar como ponente en la primera conversación, con la particularidad de ser el único ponente clínico de estas jornadas. Y era evidente que convenía que se tuviera una visión del estado de la publicación biomédica desde el “campo de batalla” del día a día de un hospital, centro de salud u otra institución sanitaria, allí donde la investigación (prolegómeno de la publicación científica) se realiza después de la prioritaria labor asistencial (ingresos, consultas externas, guardias, etc.) y de la cada vez más solicitada labor docente. Porque los clínicos sanitarios no tienen tiempo protegido para la investigación, tampoco becarios, y se investiga (y publica) robándole horas al día, al sueño y a la familia. Esta situación lleva enunciándose hace mucho tiempo, para que la ponderación de nuestro factor de impacto, índice H o cuartiles no se equipare a los investigadores básicos a la hora de optar puestos académicos o ayudas institucionales. Pero con escaso o nulo éxito…y conviene realizar un análisis DAFO con urgencia. 

Por ello, permitirme esbozar, cuál alter ego de Pablo Neruda, un resumen de las ideas de un clínico firmemente defensor de la docencia y la investigación en diez puntos (de amor) y un colofón (desesperado) de buenas prácticas clínicas en la publicación científica 

1.- El camino de la publicación científica es un camino de aprendizaje: antes, ahora y siempre. 

2.- A publicar se aprende publicando, como a intubar se aprende intubando. 

3.- El camino de la publicación científica va de menos a más. Por lo tanto, la publicación de notas clínicas precede (y debe preceder) a los originales, y las casuísticas preceden (y deben preceder) a los ensayos clínicos. 

4.- Es cierto que hay que publicar mejor, lo que no necesariamente tiene que ir asociado a publicar menos (aunque, generalmente, menos es más). 

5.- El camino de la publicación científica de calidad en inglés es más que razonable que vaya precedido de la publicación científica de calidad en español. 

6.- Para publicar en español es preciso que sobrevivan un mínimo de revistas biomédicas de calidad en español en cada especialidad: todos lo celebraremos…, antes de que sea demasiado tarde. 

7.- Los métodos de evaluación de la calidad de los investigadores (para la universidad o fondos de investigación) debe buscar alternativas para respetar la publicación en español. Porque de no hacerlo, construiremos el camino perfecto para morir de éxito (y no está el horno para bollos en el ánimo de los profesionales en los hospitales y universidades). 

8.- Los residentes en formación (y quizás todos) deben aprender (y debemos enseñarles) que por delante del impacto (de una revista) está la calidad (científica) y la importancia (clínica) de la investigación que se aborda. 

9.- Son conocidas las dos enfermedades asociadas al factor de impacto: la “impactolatría” (muy unida a los sexenios) y la “impactofobia” (muy unida a los bajos perfiles). Pero es tal el desapego a este tinglado (si Eugene Garfield levantara la cabeza…) por parte de los residentes y adjuntos millennials, que ha aparecido el “impacto¿qué?”. 

10.- Los clínicos somos clave para la investigación biomédica, pero cabe no olvidar que investigar en este ámbito es bastante más complicado que hacerlo en el ámbito de los básicos. Estamos afónicos de solicitar distintos métodos de evaluación y valoración. 

Y un colofón desesperado.- Si ANECA sigue haciendo oídos sordos al punto 10, cada vez se hará más patente la frustración y desánimo ya presentes en hospitales y otras instituciones asistenciales, y los departamentos universitarios (y, por ende, los estudiantes) lo acabarán pagando caro. Aviso a navegantes… 

Gracias a Pablo Neruda. Y a vosotros por atender a esta lectura. 

En este vídeo se puede revisar la Jornada MEDES 2021 al completo.

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