El techo de cristal de la mujer en la dirección cinematográfica también ha sido difícil de romper. He aquí una selección de películas dirigidas por mujeres que cabe tener presente, algunas ya presentes en Cine y Pediatría: El autoestopista (Ida Lupino, 1953), Cleo de 5 a 7 (Agnès Varda, 1962), Pasqualino: Siete bellezas (Lina Wertmuller, 1975), Daughters of the Dust (Julie Dash, 1991), El pequeño Tate (Jodie Foster, 1991), El piano (Jane Campion, 1993), Boys Don´t Cry (Kimberly Peirce, 1999), Buen trabajo (Claire Denis, 1999), Las vírgenes suicidas (Sofía Coppola, 1999), Thirteen (Catherine Hardwicke, 2003), Lost in traslation (Sofía Coppola, 2003), Buda explotó por vergüenza (Hana Makhmalbaf, 2007), Lirios de agua (Céline Sciamma, 2007), Siete mesas de billar francés (Gracia Querejeta, 2007), XXY (Lucía Puenzo, 2007), Madre (Mabel Lozano, 2007), LOL (Lisa Azuelos,2008), En tierra hostil (Kathryn Bigelow, 2008),
Home, ¿dulce hogar? (Ursula Meier, 2008), Fish Tank (Andre Arnold, 2009), El último verano de la boyita (Julia Solomonoff, 2009), Winter’s Bone (Debra Granik, 2010), Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011), Joven y alocada (Marialy Rivas, 2012), La bicicleta verde (Haifaa Al Mansour, 2012), Inch’Allah (Anaïs Barbeau-Lavalette, 2013), Selma (Ava DuVernay, 2014), Un monstruo en mi puerta (July Jung, 2014), Mustang (Deniz Gamze Ergüven, 2015), Línea de meta (Paola García Costas, 2015), Diario de una chica adolescente (Marielle Heller, 2015), Toni Erdmann (Maren Ade, 2016), Rara (Pepa San Martín, 2016), Lady Bird (Greta Gerwig, 2017), El viaje de Nisha (Iram Haq, 2017), Verano 1993 (Carla Simón, 2017), Cafarnaúm (Nadine Labaki, 2018), Carmen y Lola (Arantxa Etxebarría, 2018), Conociendo a Astrid (Pernille Fischer Christensen, 2018), Atlantique (Mati Diop, 2019), La inocencia (Lucía Alemany, 2019), The Farewell (Lulu Wang, 2019), Retrato de una mujer en llamas (Céline Sciamma, 2019), Las niñas (Pilar Palomero, 2020), Nunca, casi nunca, a veces, siempre (Eliza Hittman, 2020).
Pues bien, a ese listado (a buen seguro incompleto), se suma hoy la directora estadounidense Sara Colangelo y su atrevida película del año 2018, La profesora de parvulario, en realidad una adaptación de la película homónima israelí del año 2014 dirigida por Nadav Lapid. Curiosamente es un “remake” con pocos años de diferencia, pero lo cierto es que ambas obras están a la altura de este estudio psicológico de una maestra que llega demasiado lejos para proteger la rara sensibilidad poética de uno de sus pequeños alumnos, una obra que resulta perturbadora por la ambigüedad de la que envuelve a su protagonista, y por las preguntas que deja sin responder sobre los límites de la docencia y el potencial nocivo de superarlo.
Lisa Spinelli (descomunal Maggie Gyllenhaal) es una maestra de parvulario de Staten Island, quien combina su pasión por la educación infantil con su alma de poeta, de forma que asiste a unas clases nocturnas de poesía con el profesor Simon (Gael García Bernal). Un día escucha a uno de sus alumnos de 5 años recitar un poema que llama su atención y comienza a interesarse por el inusual talento del pequeño prodigio. Este niño de origen indio se llama Jimmy Roy y conoce que sus padres están peleados por su custodia. Es así como Lisa se obsesiona por el poder creativo de Jimmy y arriesga su vida familiar, su libertad y hasta su profesión para intentar que el niño desarrolle su talento. Incluso le da al niño su teléfono para que le recite los poemas que surgen de su mente, poemas con los que Lisa triunfa en sus clases de poesía nocturna.
La profesora le dice al padre de Jimmy: “Creo que tenemos a un pequeño Mozart. Tiene un don, señor Roy. El nivel de poesía que escribe está muy por encima de los normal a su edad”. Y el padre le contesta: “Quiero ayudar a mi hijo y, sobre todo, si disfruta con esto. Quiero que a mi hijo le vaya bien en la escuela, que sea listo, pero también que tenga una vida normal. Que gane dinero y que sea práctico”. Y a medida que avanza el metraje esa relación profesora y pequeño alumno se hace un poco más incómoda a cada paso. Y llega a convencer al padre de que se pueda hacer cargo de su hijo en los ratos que él no puede, logrando expulsar a su cuidadora habitual. Y en esos momentos acude con Jimmy a museos de arte moderno, al teatro, a recitales de poesía. Y más adelante Lisa también logra que expulsen a su ayudante de clase, y ello porque Jimmy le expresa afecto en un poema y crea su celotipia. Tal es la obsesión que vuelca hacia él, que casi ignora a sus hijos mayores. Y cuando Simon, el profesor de poesía, descubre lo que está ocurriendo le expresa algo que sentimos los propios espectadores: “Deberías dejar la clase, Lisa. Me incomoda que presentes obras que no son tuyas. Todos los artistas toman cosas de otros, pero lo que tú haces…, no sé, es otra cosa. Estás explotando a un niño. Dañaste la confianza de toda la clase, toda la ética. No entiendo qué pretendes. No, no está claro lo que haces”.
Y esa búsqueda de Lisa por proteger el talento de su joven alumno de parvulario le llega a cometer actos cada vez más difíciles de entender. Incluso intenta secuestrarle, aunque confirmamos que no era su intención, sino protegerle para cuidar de su don para la poesía y que no pase desapercibido.
Es así que La profesora de parvulario explora temas como la frustración vital, la crisis creativa, las contradicciones del sistema educativo y los delicados límites entre profesores y alumnos, entre docentes y dicentes. En el original bajo la dirección de un hombre, Nadav Lapid, quien obtuvo el premio a Mejor director en el Festival Internacional de Cine de Buenos Aires; en la copia bajo la dirección de una mujer, Sara Colangelo, quien obtuvo el premio a Mejor directora en el Festival de Sundance. Y en ambos casos (original y copia) poesía y prosa, realidad y psicología se dan cabida en esta especial historia alrededor de los dones y la felicidad de los niños superdotados y la dificultad de ser respetados por las personas que les rodean.
Y con La profesora de parvulario seguimos rompiendo el techo de cristal y algunos tabúes.
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