sábado, 8 de enero de 2022

Cine y Pediatría (626). “Unplanned” y la esperada polémica alrededor del aborto

 

Hay personas cuyo paso por la vida no deja indiferente, para bien o para mal. Y esto es más evidente si se embarcan en un compromiso que de antemano se conoce su dilema y su polémica. Entonces, para algunos sus actos serán tachados de valentía (los que la apoyan) y para otros de osadía (los que la critican). Una de estas personas es la joven estadounidense Abby Johnson, quien escribió en 2010 el libro testimonial “Unplanned: The Dramatic True Story of a Former Planned Parenthood Leader´s Eye-Opening Journey Across the Life Line”, ese particular viaje de ser una directora de la empresa de planificación familiar con mayor número de abortos de Estados Unidos a convertirse una de las más firmes líderes antiabortistas del país, un trayecto desde la posición “pro aborto” a la posición “pro vida”, que no ha dejado indiferente en calificativos y descalificativos hacia la historia y la persona. Como era fácil de intuir, este libro tuvo su parangón cinematográfico recientemente: Unplanned (Chuck Konzelman, Cary Solomon, 2019). 

Lo que nos cuenta se puede resumir así. Abby Johnson es una joven americana de raíces cristianas que, después de someterse a dos abortos en su juventud (el primero por un embarazo adolescente no deseado, el segundo por un hijo tampoco deseado de un matrimonio fracasado), comenzó a trabajar en una clínica de planificación familiar (donde el aborto era el producto estrella y el que mantenía la economía de la empresa) para llegar a ser luego una de las directoras más jóvenes de la poderosa organización Planned Parenthood. Johnson decidió abandonar su trabajo después de asistir a la visión ecográfica de una interrupción del embarazo por succión. A partir de ese momento, esta joven decidió dedicar una gran parte de su vida a mostrar lo que ella experimentó en primera persona y su transformación. 

Y comienza así Unplanned, con la voz en off de Abby Johnson (interpretada por Ashley Bratcher): "Desgraciadamente esta es mi historia”. Y la historia regresa 8 años atrás cuando, como estudiante de psicología, se apunta como voluntaria a Planned Parenthood para ofrecer consejos, anticonceptivos y abortos, y ya en esos momentos tiene sus primeros enfrentamientos con los antiabortistas de “40 Days for Life” que se posicionan casi cada día en la verja de la institución. Esos flashback también nos remite a sus dos abortos, incluido el segundo realizado en su propio domicilio con una pastilla abortiva y que le implicó “12 hs de agonía en casa, 8 semanas de coágulos menstruales y contracciones y un rechazo personal”. 

Y de su trauma hizo su trabajo, ya casada en un segundo matrimonio con Doug, a quien sí quería. Si bien éste no compartía el que ella fuera terapeuta en Planned Parenthood para preparar a las mujeres que allí acudían, y que luego se encargara del aula P.O.C. (Piece of Children, la sala de ensamblaje de restos del bebé para evitar que ningún resto quede dentro de la mujer) y que luego la ascendieran a directora. Y con ello nos enfrentamos a una película cruda, donde no se ahorran imágenes que describen de manera explícita los diferentes métodos para detener el embarazo. Y estamos ante una película a la que se puede acusar de tomar partido (cómo no, si es un testimonio), al construir algunos personajes antagonistas, como el de su jefa anterior, quien con frialdad extrema le pone a Abby en la tesitura de plantearse volver a abortar y así poder seguir adelante con su escalada profesional, lo cual reúsa. Y surge esta reflexión de nuestra protagonista: “Esa tarde, después de interrumpir 38 embarazos en poco más de cuatro horas, celebramos mi embarazo en la clínica”

Y tal es su implicación con el proyecto Planned Parenthood que es elegida trabajadora del año en la firma por su productividad. Es en ese homenaje y encuentro donde conoce el proyecto de la empresa de crear un gran hospital e incrementar la edad de aborto hasta las 24 semanas de gestación, ante lo que se opone y es amonestada con estas palabras: “Los abortos son los que te pagan el sueldo…Somos proveedores de abortos. Es nuestro modelo de negocio”. Mientras tanto, los grupos antiabortistas, ante la visión de los toneles con los restos de cientos de bebés abortados que salen de la clínica, no apagan su voz: “Señor, rezamos porque acabe el drama del aborto”. Y, cuando tiene aquella visión inicial en la película de la imagen ecográfica del bebé de 13 semanas abortado por succión, es cuando decide presentar su dimisión y sus lágrimas – por haber ayudado a decirse a abortar a más de 22.000 chicas – acompañan a sus palabras: “Lo siento mucho. Esas mujeres vinieron a mí buscando ayuda y yo las traicioné. Las traicioné porque les dije que lo mejor era matar a su bebé”

Y es entonces cuando ella decide ponerse al otro lado de la valla, junto con los activistas de “40 Days for Life” y ahora sus palabras son otras a esas mujeres que acuden a la clínica: “Porque se deshacen de tu bebé. Pero nunca lograrán que te deshagas del recuerdo de tu bebé”. Era evidente que la empresa la denuncia por tomar ese camino de directora de Planned Parenthood a firme antiabortista. 

Y la película deriva en esa escena final de las rosas rojas y blancas en la valla de la clínica Planned Parenthood de la ciudad de Bryan (Texas), que cerró en agosto de 2013. Y el colofón donde se especifica que la película fue rodada sin el permiso de Planned Parenthood (estaba claro que sería así) y donde se nos cuenta que ahora ese local se ha convertido en la sede nacional de “40 Days for Life” y comparte las instalaciones con un centro de recursos para el embarazo. También se nos refiere que la Abby Johnson lidera la organización benéfica “And Then There Were Alone” mientras espera su octavo hijo. 

Fuera de la película descubrimos algo más de nuestra protagonista. Y cabe decir que, desde entonces, Abby Johnson ha adoptado una ética de vida consistente, oponiéndose no solo al aborto, sino también a la pena de muerte y la eutanasia. Pero también cabe decir que este posición, tan firme como radicalizada, le ha llevado a ser una voz destacada en el movimiento antivacunación, que afirma erróneamente que en la investigación de las vacunas COVID-19 participaron tejidos fetales abortados. Luces y sombras del camino. 

Sea como sea, esta película no se ruboriza al cuestionar el aborto. Y, hoy, cuestionar el aborto es casi un tema tabú, y no es políticamente correcto. Pero resulta que otra cuestión diferente es la moral, y la moral es muy superior a la política. Porque nadie duda que el aborto es un drama personal y social, y que es preciso ofrecer a las mujeres ayudas reales para evitar ese drama. Este tinte de tema-tabú es el que ha dificultado la producción y el que ha reducido el casting, porque son pocas las actrices que se atreven con un film como este y, de hecho, la película está interpretada por Ashley Bratcher, una actriz americana muy comprometida también en la causa pro-vida y que fue, a su vez, una superviviente del aborto (su madre renunció en el último momento). 

Si no hay prejuicios previos, revisar esta película es una interesante experiencia, porque quizás nada es blanco ni negro, y seguro que los pro-vida y pro-aborto pueden tener puntos de encuentro cuando lo importante es defender la vida y también a la mujer. Una película para los que no comulgamos con ruedas de molino (ni rojos ni azules, ni morados ni naranjas) y vivimos en una sociedad que ha normalizado muchas cosas y que está haciendo muy poco para evitar el drama del aborto. Baste rememorar la película de la semana pasada, Mi hermano persigue dinosaurios (Stefano Cipani, 2019) y entonces recordar que España es el país del mundo donde nacen menos niños y niñas con síndrome de Down. Pensaba que habíamos superado - y estábamos de acuerdo - lo de que el mundo no va de cromosomas…  

Pero claro que esta película ha sido muy denostada. No es para menos, si nuestra David tiene enfrente a un poderoso Goliat como Planned Parenthood, organización estadounidense creada en el año 1916 por Margaret Sanger y que se ha convertido en el mayor proveedor de servicios de salud reproductiva en Estados Unidos (incluido el aborto inducido) y que tiene sucursales en casi 200 países del planeta. Y está claro que la presentación en su página web poco tiene que ver con el libro y la película alrededor de la experiencia de Abby Johnson.  

Porque Abby Johnson descubre que las buenas intenciones - desde las suyas hasta las del padre que lleva a abortar a su hija adolescente en la película - no son suficientes cuando hay en juego otras vidas humanas. Y esto sirve para el aborto y para muchas otras realidades, sean fetos, niños, adultos, ancianos o, incluso, para los animales. Porque la polémica es mucho más beneficiosa que el silencio cómplice. Y por ello Unplanned apunta hacia la esperada polémica alrededor del aborto.

 

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