sábado, 30 de julio de 2022

Cine y Pediatría (655) La trilogía infantil de Frances Hodgson Burnett (y 2): “La princesita” y “El jardín secreto”

 

En nuestra entrada de la semana pasada comenzamos a analizar las adaptaciones cinematográficas de las tres obras infantiles de la autora victoriana de novelas, Frances Eliza Hodgson, y por las que ésta es principalmente recordada en la literatura: “Little Lord Fauntleroy” (1886), “A Little Princess (1905)“ y “The Secret Garden” (1911). Pudimos ya analizar las películas que han basado su guion en la primera novela, y hoy haremos lo mismo con las dos siguientes. 

“A Little Princess” nos presenta a Sara Crewe, quien ha vivido hasta los siete años en la India con su padre militar viudo, pero ahora tiene que educarse en un internado en Inglaterra. El cambio no es fácil, pero Sara es una niña muy madura y saca lo mejor de la situación. Tiene una imaginación muy viva, que lo mismo le sirve para entretener a sus compañeras que para salir adelante cuando la directora o las alumnas mayores se burlan de ella. Pero su suerte cambia radicalmente cuando le comunican que su padre ha fallecido en la guerra: en ese momento pasa de ser la alumna más rica del internado a criada del mismo, allí donde soporta el maltrato de la directora, que nunca sintió estima por ella. Ahora solo tiene su imaginación para mantenerse a flote. 

Hay tres adaptaciones estadounidenses para la gran pantalla bajo el mismo título original que la novela, así como una serie británica para la televisión de 6 episodios, La princesita (Carol Wiseman, 1986). 

La primera adaptación es del año 1917 dirigida por Marshall Neilan, pertenece al cine mudo en blanco y negro: The Little Princess. Un film producido y protagonizado por la máxima figura del cine mudo, Mary Pickford (quien ya vimos que también realizó la primera adaptación de El pequeño lord); si bien, en este caso, representar el papel de la niña Sara Crewe con 24 años de edad fue poco menos que una osadía. En este caso los papeles del capitán Crew fue para Norman Kerry y el de Miss Minchin para Katherine Griffith, dos clásicos del cine de aquella época. 

La segunda adaptación es del año 1939, dirigida por Walter Lang, nos adentra en la Edad Dorada de Hollywood: La princesita. Para el papel de Sara Crewe se contó con Shirley Temple, la que fue considerada como la actriz infantil de mayor éxito de la historia del cine por su habilidad como actriz y bailarina, si bien su fama declinó al entrar en la adolescencia. Paseó su fama y rizos infantiles entre la Fox y la Paramount, para llegar a ser en la segunda mitad de la década de los 30 como la estrella más taquillera de Hollywood. Aún hoy sigue siendo la actriz más joven de la historia en conseguir un Óscar, concretamente el ya extinto Premio Juvenil de la Academia: fue la primera en conseguirlo, en el año 1934, y lo hizo con 6 años (luego se entregarían de forma intermitente a Deanna Durbin con 17 años, Mickey Rooney con 18 años, Judy Garland con 17 años, Margaret O´Brien con 8 años, Peggy Anne Garner con 14 años, Claude Jarman Jr. con 12 años, Ivan Jandl con 12 años, Bobby Driscoll con 13 años, Jon Whiteley con 10 años, Vicent Winter con 7 años y Hayley Mills con 14 años, la última en recibirlo en el año 1961). En el plano de los premios Óscar competitivos cabe señalar que solo tres menores lo han conseguido y ha sido en la categoría de Mejor actriz de reparto: Patty Duke tenía 16 años cuando lo recibió por El milagro de Ana Sullivan (Arthur Penn, 1962), Tatum O'Neal tenía 10 años en Luna de papel (Peter Bogdanovich, 1973) y Anna Paquin tenía 11 años en El Piano (Jane Campion, 1993).   
En esta adaptación, el capitán Crewe (Ian Hunter) desaparece en la Guerra de los Bóers y es entonces cuando se queda a merced de Miss Minchin (Mary Nash) la directora del internado. Este personaje representa la hipocresía y oportunismo, frente a la bondad innata y capacidad de lucha de la pequeña Sara. 

La tercera adaptación, del año 1995, fue dirigida por Alfonso Cuarón: La princesita. Es una adaptación más luminosa, visual y moderna, con la que el director mexicano debuta en Hollywood y que le proporciona fama internacional que cimentará con obras posteriores como Y tu mamá también (2001), Hijos de los hombres (2006), Gravity (2013) o Roma (2018), que incluyó dos Óscar a mejor director por estas dos últimas obras, entre otros galardones. Y para esta nueva versión cinematográfica contó con grandes colaboradores como Emmanuel Lubezki en la fotografía, Patrick Doyle en la dirección musical y Richard LaGravenese como guionista. El resultado fue tal que la mismísima J.K. Rowling propuso a Cuarón para dirigir la tercera entrega de la saga de Harry Potter, Harry Potter y el prisionero de Azkaban (2004), para muchos la mejor; pues no olvidemos que La princesita es una historia mágica en un internado y la relación era clara. 
En esta versión hay algunas variaciones respecto a la previa, pues Sara Crewe (Liesel Matthews) ingresa en el internado dirigida por Miss Minchin (Eleanor Bron) en Nueva York (no en Inglaterra) y su cariñoso padre (Liam Cunningham) es reclamado por el ejército para la Primera Guerra Mundial. Reseñar que la angelical actriz principal, Liesel Mattews hizo una gran interpretación, pero apenas volvió a aparecer en la pantalla, pues en realidad ella es en la vida real más “princesita” que su personaje, ya que actualmente es la rica heredera de los hoteles Hyatt.  

Leer y ver La princesita hoy en día seguramente pueda producir sensaciones encontradas. Por un lado está su clasismo o la resignación con la que se espera que las mujeres acepten su destino y esa afirmación de que “todas las mujeres son princesas”, que hoy puede molestar. Pero resta esta historia que llega al corazón, como un cuento de hadas con final feliz. Porque La princesita es un canto a la imaginación, clave para descubrir lo maravilloso que puede ser el mundo. 

“The Secret Garden” es quizás la obra más importante de Frances Eliza Hodgson, aunque su reconocimiento llegaría con el tiempo. En un principio la obra se llamó “Mistress Mary”, pero luego se le cambió el nombre y fue una obra publicaba por partes en pequeños folletos, hasta que en 1911 se publicó completa (y muchas de sus ediciones cuentan con preciosas ilustraciones que dan un matiz mágico a cada aventura). La obra hace referencia a la magia de una forma más realista, siendo esta descrita como la determinación que ejerce la naturaleza para poner las cosas en su lugar. 

La historia comienza de nuevo en la India, donde la niña de 9 años, Mary Lennox Craven, pierde a sus padres a causa de un brote de cólera, y tiene que trasladarse a una mansión de su tío Archibal Craven en el condado inglés de Yorkshire, un personaje hosco que casi nunca está allí. Sus padres jamás tuvieron tiempo para darle el amor que todo niño necesita, y por esa razón, ella actúa como una tirana egoísta y malcriada. En esta mansión descubrirá un lugar mágico en un jardín abandonado, allí donde comienza su relación con otros dos niños: Colin Craven, su enfermizo e hipocondríaco primo de tiránico comportamiento con sus sirvientes, hijo único cuya madre murió en el embarazo; y Dickon, uno de los hermanos de Martha - la alegre y amable niña criada -, que es un mozo muy vinculado a los animales y la naturaleza. Los tres niños y un pájaro petirrojo rehabilitan ese jardín que, a su vez, les ayudará a construir una especial relación, que cambiará sus destinos para siempre. Y con ello se conforma una historia donde cada uno de los personajes forma parte de una red de efectos positivos sobre los demás, enseñando los valores de la amistad, la importancia de la bondad y el cariño para crecen como mejores personas. La magia de este libro se centra en la evolución de los personajes, anclados a la evolución misma de las estaciones del año. 

Hay tres adaptaciones de esta novela para la gran pantalla bajo el mismo título original que la novela, así como dos películas británicas para la televisión (la dirigida por Ala Grint en 1987 y la dirigida por Dave Edwards en 1994, esta última de animación) y una serie de televisión japonesa de 39 episodios, El jardín secreto (Tameo Kohanawa, 1991). 

La primera adaptación para la gran pantalla es del año 1949, dirigida por Fred M. Wilcox, película estadounidense que contó para el papel principal de Mary con Margaret O'Brien, otra de las famosas y destacadas actrices infantiles de Hollywood. 

La segunda adaptación es del año 1993, dirigida por Agnieszka Holland, película británica que posiblemente es la versión más conocida, donde el papel de Mary fue para Kate Maberly, y en cuyo elenco actoral contó con Maggie Smith, Irène Jacob, John Lynch y Colin Bruce. Cuando los niños descubren el bien que les hace el jardín, nos dicen aquello de “Vendremos aquí mañana y pasado mañana. Y todos los días”. Y ese pensamiento final de Mary, que es un magnífico colofón y mensaje: “Se rompió la maldición. Mi tío aprendió a reír y yo aprendí a llorar. Ahora el Jardín Secreto está siempre abierto, despierto y vivo. Y si miras con atención es que el mundo entero es un jardín”. 

La última versión es del año 2020, dirigida por Marc Munden, también británica. Aquí el papel de Mary es para Dixie Egericks, bien secundada por Colin Firth en el papel de su tío, Archibald Craven, y Julie Walters como Miss Medlock. 

Y es así como El jardín secreto se convierte en una historia de redención y superación del duelo mediante metáforas en un espacio natural que varía entre lo mágico y lo real y que ofrece refugio a estos dos niños ricos malcriados (Mary y Colin) de la mansión gótica desnuda y de sí mismos. Un libro singular y moderno cuya revalorización con el tiempo tiene todo el sentido, pues contiene ideas más modernas que las dos historias previas infantiles de Frances Hogdson Burnett, novelista a la que hemos descubierto también a través de las numerosas versiones cinematográficas que hemos recordado.

 

miércoles, 27 de julio de 2022

Relación entre lo sonoro, lo visual y la salud

 

La MÚSICA suele ser el personaje olvidado del CINE, tan omnipresente como olvidado. Pero lo sonoro convive en comunión con lo visual en el séptimo arte. Y la música es ese "tercer personaje" que permanece en una discreta posición junto "al bueno y al malo", junto "al chico y a la chica", junto "al príncipe y al mendigo",... Sin la música no se podrían entender igual algunas películas, pues, consciente o inconscientemente, las emociones y reflexiones se disparan al compás de las notas y alrededor de las melodías, verdaderos elementos narrativos por excelencia que conocemos como "leitmotiv". 

Porque lo sonoro y lo visual establecen el principio de una buena amistad en la gran pantalla, allí donde conviven pentagrama y guion. Y para confirmar lo anterior, comparto la conferencia de clausura del Curso de Verano de la Universidad de Alicante “Música y Salud. La musicoterapia en la Educación y en la Sanidad” que he podido impartir el pasado 7 de julio, por invitación de su director, Román Rodríguez. 

Desde el proyecto Cine y Pediatría volcamos nuestra mirada a directores, compositores musicales y películas, para recordar esas B.S.O. y canciones ya icónicas en el séptimo arte. Y lo hacemos en esta presentación que os dejamos debajo desde varios puntos de vista.

Con esa especial comunión entre directores de cine y de música que han formado equipo durante años, con ejemplos como los de Federico Fellini y Nino Rota (con su cumbre en “Amarcord”), Peter Jackson y Howard Shore (y su trilogía “El señor de los anillos”), M.Night Shyamalan y James Newton Howard (que comenzó con “El sexto sentido”) o Darren Arronofsky y Clint Mansell (con su cumbre en “Réquiem por un sueño”). 

Con esos directores musicales de larga trayectoria, nombres grabados a oro y fuego en los pentagramas del séptimo arte: John Williams, Hans Zimmer, James Horner, Alan Silvestri, Danny Elfman, Jerry Goldsmith, Ennio Morricone, Randy Newman, Michel Nyman, Patrick Doyle, Thomas Newman, Alberto Iglesias, Alexander Desplat o Ludovico Einaudi, entre otros muchos. 

Un paseo por todos los géneros cinematográficos y todos los estilos musicales, donde ese tercer personaje y “leitmotiv” es claro: “El mago de Oz” (Victor Fleming, 1939) y su mítica canción de Judy Garland; “Juegos prohibidos” (René Clément, 1952) y el “Romance anónimo” de Narciso Yepes”; “La naranja mecánica” (Stanley Kubrick, 1971) y las versiones musicales de Wendy Carlos; "Cinema Paradiso" (Giuseppe Tornatore, 1988) y los besos robados del cine bajo la magia de Ennio Morricone;  "Forrest Gump" (Robert Zemeckis, 1994) y el recorrido histórico musical de Alan Silvestri; “Profesor Holland” (Stephen Herek, 1995) y los temas simbólicos de Michael Kamen; "Patch Adams" (Tom Shadyac, 1998) y la sensibilidad musical de Marc Shaiman; “Magnolia” (Paul Thomas Anderson, 1999) y el descubrimiento de Aimée Mann; “Yo soy Sam” (Jessie Nelson, 2001) y su homenaje a The Beatles; "Los chicos del coro" (Christophe Barratier, 2004) y la excepcional BSO de Bruno Colais junto a los Petits Chanteurs de Saint Marc; "El primer grito" (Gilles de Maistre, 2008) y el descubrimiento de la música de Armand Amar; “Alabama Monroe” (Felix Van Groeningen, 2012), verdadero homenaje al bluegrass y al genio de Bjorn Eriksson; “La familia Bélier” (Eric Latirgeau, 2014) y su homenaje a Michel Sardou; etc. 

Ya lo dijo Friedrich Nietzsche: “Sin música la vida sería un error”. Y sin cine, quizás también…

lunes, 25 de julio de 2022

Actualizaciones de EvidenceUpdates en Neonatología (XXI): primer semestre 2022

 

Un semestre más - y llevamos 21 ediciones - retornamos con las actualizaciones de EvidenceUpdates en Neonatología, en esta ocasión con el primer semestre del 2022, tanto para revistas biomédicas como en Colaboración Cochrane. 

Como es habitual, seleccionamos aquellas revisiones sistemáticas con una puntuación > 5 en las áreas de interés de EvidenceUpdates: 














sábado, 23 de julio de 2022

Cine y Pediatría (654) La trilogía infantil de Frances Hodgson Burnett (1): “El pequeño lord”

 

La escritora británico-estadounidense Frances Hodgson Burnett ha traspasado la memoria literaria con tres obras infantiles ya universales publicadas en ese puente temporal que cruza del siglo XIX al XX. Novelas que han sido llevadas a la pantalla en numerosas ocasiones como guion adaptado y que la convierten en una verdadera autora “de cine”. Curiosamente esta autora ha sido el eje argumental del prólogo del libro “Lo que nunca volverá. La infancia en el cine”, recientemente publicado, y en el que he tenido la oportunidad de participar. 

Nació Frances Hodgson Burnett en el año 1849 en Manchester, la hija mayor de una familia sustentada por el humilde sueldo de platero del padre. La pronta muerte del padre provocó una gran crisis económica en la familia Hodgson, lo que les obligó a emigrar a Estados Unidos para residir con un tío materno que al final no se ocupó demasiado de su parentela. Ya allí Frances comenzó a publicar sus primeros textos, poemas y relatos desde el año 1868, aparecidos en revistas femeninas, y esa pequeña remuneración sirvió como medio para ayudar al sustento de la casa. 

Pero fue en su tarea como novelista donde Frances obtuvo gran éxito como autora de historias románticas y de protagonismo infantil, esa trilogía que fueron “Little Lord Fauntleroy” (1886), buscando inspiración en su propio hijo Vivian; “A Little Princess" (1905), libro retitulado del original “Sara Crew” (1888) y que antes fue obra teatral; y “The Secret Garden” (1911), uno de sus mejores y más populares trabajos, aunque no fuera valorada en su época como las dos anteriores. Porque aunque esta escritora nos dejó casi dos docenas de obras para adultos durante su vida, es recordada hoy en día por sus tres novelas para niños 

Y esas tres novelas han alcanzado el status de clásicos intemporales de la literatura infantil. Y en las dos próximas entradas de Cine y Pediatría vamos a revisar sus adaptaciones cinematográficas. Hoy revisaremos las de “Little Lord Fountleroy” y la semana que viene las películas asociadas a las otras dos historias. 

La historia es conocida y reconocida en “Little Lord Fauntleroy”. El niño de 9 años, Cedric Erro,l vive con su madre viuda en Brooklyn y están tan unidos y enamorados el uno del otro que el niño llama a su madre como Querida (“Dearest” en versión original). El difunto padre de Cedric era hijo del conde británico de Dorincourt, pero el conde se había opuesto firmemente a la boda de su hijo, y por lo tanto se ha distanciado de Cedric y su madre. Pero cuando el único hijo superviviente del conde muere en un accidente de equitación, Cedric se convierte en Lord Fauntleroy, heredero del conde, aunque el testamento contiene una cláusula que lo obliga a vivir a Inglaterra con su abuelo, un viejo cascarrabias. Allí acude con su madre, donde tienen que superar los duros sentimientos del conde sobre el pasado, así como algunos obstáculos inesperados. Atrás han dejado a sus amigos del barrio, especialmente al niño limpiabotas, al tendero y a la vendedora de manzanas. Una vez juntos abuelo y nieto, la inocencia y cariño de éste atrapa y conquista el duro y enfadado corazón de aquél, pues Cedrid ejerce un verdadero efecto Pigmalion, pues los valores positivos que el nieto ve en su abuelo se acaban haciendo realidad. 

Se contabilizan cuatro adaptaciones para la gran pantalla bajo el mismo título original que la novela, así como una serie japonesa para la televisión de 43 episodios, “El pequeño lord” (Kôzô Kusuba, 1988). 

La primera adaptación es del año 1921, dirigida por Alfred E. Green y Jack Pickford, es la película estadounidense El pequeño Lord Fauntleroy. Película muda que contó con Mary Pickford, la actriz canadiense que fuera una de las grandes divas del cine mudo, la más poderosa y mejor pagada de aquella época, conocida como "la pequeña Mary", “la chica del pelo dorado” o “la novia de América” (apodo que luego recogerían Grace Kelly, Audrey Hepburn, Julia Roberts o Emma Stone). Pues bien, era tal su poderío que se atrevió tanto con el papel del niño Cedrid como el de su madre “Dearest” en esta adaptación,  de la que también fue productora. 

La siguiente adaptación es del año 1926, película muda del cine italiano dirigida por Augusto Genina, bajo el título de ¿Chico o chica? En ella cambia algo los nombres y el argumento, pero conserva la esencia de la historia. Decir que este mismo director rodó el mismo argumento como película sonora en 1932. 

La adaptación más prestigiosa fue dirigida por John Cromwell en el año 1936: El pequeño lord. Esta película estadounidense contó con Freddie Bartholomew en el papel principal de Cedrid, un joven actor británico que brilló en Hollywood con sus papeles en David Copperfield (George Cukor, 1935), Ana Karenina (Clarence Brown, 1935) o Capitanes intrépidos (Victor Fleming, 1937). Le acompañaron en el reparto, Dolores Costello como su madre “Dearest”, Aubrey Smith como el conde Dorincourt y un pequeño papel para Mickey Rooney, ya estrella consolidada en aquel entonces pese a su juventud. En esta película, la música de Max Steiner se une en perfecta sintonía con las interpretaciones para devolvernos una historia llena de sentimiento y emoción. Y baste esta declaración de amor de ese abuelo cascarrabias ya transformado: “Si alguien me hubiera dicho que le tomaría afecto a un niño, no le habría creído. Siempre he detestado a los niños. A los míos, más que a ninguno. Pero le quiero a él. Y, extrañamente, él me quiere a mí”

Esta es una de las películas más conocidas del cineasta John Cromwell, de la que él se sentía muy orgulloso, tanto por la dirección como por los detalles técnicos. Y cierto que es una cuidada producción que mantiene el sabor añejo de las producciones del Hollywood clásico, con una historia muy sencilla y llena de sensibilidad, con ese triángulo actoral entre el pequeño lord, su madre y su abuelo. Lo cierto es que el realizador supo sacar del joven actor irlandés Freddie Bartholomew la mejor interpretación de su carrera, nada afectada y muy humana. 

La última adaptación es la película británica del año 1980 dirigida por Jack Gold: El pequeño lord. Aquí los protagonistas principales son Rick Schroeder como Cedrid - joven actor estadounidense que se dio a conocer en su papel de niño en El campeón (Franco Zeffirelli, 1979) -, Alec Guinness como el conde Dorincourt y Connie Booth como la madre. Aunque es una película meritoria en color, está claro que no llega a la altura de su predecesora en blanco y negro. 

Y es así que esta novela de Frances Hodgson Burnett, con un estilo dickesiano que combina drama y humor, regala a los lectores una historia que les descubrirá las ventajas de ser virtuosos. El protagonista, con su generosidad, franqueza, prudencia y obediencia, conseguirá redimir al egoísta, soberbio y tozudo conde de Dorincourt, su abuelo. Y logrará que el poderoso anciano comprenda los beneficios que para el alma tiene el ayudar a los demás, así como la confianza en las relaciones personales. La novela nos descubre - y las películas nos recuerdan – el valor de las palabras de San Agustín: «La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos». Y este feliz reposo es el que sentimos cuando disfrutamos una historia así. De esas películas para ver en familia, como también las dos que comentaremos de la misma autora la semana que viene. 

Una historia ya universal para revisar en blanco y negro o en color.

 

miércoles, 20 de julio de 2022

La crónica de una muerte anunciada de la Atención Primaria de Pediatría

 

Hoy quiero destacar la editorial del último número de la revista Pediatría de Atención Primaria con el significativo título de “La Atención Primaria se muere y no parece importar a casi nadie: convertir la crisis actual en la oportunidad para una nueva y potente Atención Primaria” y que, desde el inicio, no deja lugar a dudas. 

La Atención Primaria siempre lucha por buscar un lugar digno en el marco de la sanidad española. En el caso de la Atención Primaria de Pediatría se suma que se lucha por sobrevivir y mantener un modelo de atención pediátrica que se ha demostrado más eficaz, seguro y eficiente que cualquier otro conocido. En este blog ya hemos recogido varias reivindicaciones al respecto: así lo hicimos en el año 2015 y en el año 2018, en este caso con una pregunta clara: “¿está en riesgo de desaparición la Pediatría de Atención Primaria?”.   

Y esta editorial que hoy reseñamos (y que invito a leer en su totalidad) profundiza en ello, y su comienzo mete la llaga en la herida: “Digámoslo ya, para saber de qué va esto. La Atención Primaria (AP), tal como la hemos conocido, se muere, está en trance de desaparecer. Si ningún hecho extraordinario lo impide, va a desaparecer. Y no parece preocupar más que a algunos sectores de los profesionales implicados. La evolución de los acontecimientos puede acabar aquí, con el fin de la AP, simplemente, o bien puede abrir la oportunidad para construir una nueva y eficaz AP… El problema afecta a la AP, a toda la AP, y no solo a la Pediatría de AP (PAP). Porque, si bien la PAP será de las primeras extremidades a amputar, es toda la AP la que está gravemente enferma, y la que, finalmente, acabará cayendo”

La editorial realiza una reflexión sobre las causas y consecuencias. Y se hace una pregunta: “¿Es posible construir una nueva Atención Primaria? Una AP moderna, ajustada a las transformaciones sociales de las últimas décadas, potente y resolutiva, que aproveche los avances tecnológicos sin renunciar a la proximidad y al encuentro cara a cara, reconocida por la población, con una agenda razonable que permita dedicar el tiempo necesario a cada paciente, que garantice la continuidad asistencial y la estabilidad de los equipos, que reúna múltiples profesiones complementarias, que proporcione formación de calidad para casar la incertidumbre con el rigor, que sea capaz de abordar algunos condicionantes sociales de la salud y trabajar fuera de los muros de los centros sanitarios, que asegure la recertificación periódica de sus profesionales, que forme a los estudiantes y mires, también, en intuición clínica y humanidad, que vuelva a ilusionar y comprometa a los profesionales con el rigor, la calidad y la eficiencia de una sanidad pública sostenible y, en fin, una nueva Atención Primaria”

Está claro que no tienen la respuesta. O, al menos, la respuesta no será fácil. Pero volver a denunciar este hecho e invitar a la lucha, es el primer paso… Ahora restan muchos pasos más. Y cabe preguntarse si la Administración (aquellos que nos gobiernan) está dispuesta a caminar con nosotros… 

Todos quedamos avisados. También las nuevas generaciones de pediatras a los que se les pide que den un paso para adelante. No me gustaría oír dentro de un tiempo que se repite la frase (al parecer nunca pronunciada) de la madre de Boabdil en la capitulación de Granada: “Llora como una mujer lo que no has sabido defender como un hombre”. Por cierto una frase muy políticamente incorrecta hoy en día. Pero es que hoy demasiados temas son ya políticamente incorrectos. Y uno de ellos es dejar morir nuestro modelo de Atención Primaria. 

“Ningún lugar de la vida es más triste que una cama vacía” es una de las frases de la novela de Gabriel García Marquez, “La crónica de una muerte anunciada”. Siguiendo el parangón del título de este post, esperemos no decir con el tiempo “Ningún lugar de la vida es más triste que una Atención Primaria vacía”. Porque la Atención Primaria de Pediatría se mueve… o se muere.

lunes, 18 de julio de 2022

Nuevo número de Evidencias en Pediatría: junio 2022

 

Un nuevo trimestre y un nuevo número trimestral de la revista Evidencias en Pediatría ha llegado: ciencia con calidad y conciencia. 

El número libre en todos sus contenidos pueden ser consultados en este enlace, pero os dejamos los temas tratados. 

Editorial: 
Sir David Cox. Un genio de la estadística a quien la medicina le debe mucho 

Artículos Valorados Críticamente: 

El tratamiento adyuvante con corticoides en los abscesos retro y parafaríngeos reduce su manejo quirúrgico 

La educación en asma es eficaz para reducir el número de ingresos y visitas a urgencias 

La terapia celular parece detener el deterioro de las funciones de las extremidades superiores y del corazón en la distrofia muscular de Duchenne 

Nirsevimab previene infecciones por virus respiratorio sincitial en lactantes a término, pero no están claros su beneficio clínico ni su eficiencia 

La vacuna BNT162b2 parece tener una alta efectividad frente a la infección y enfermedad por SARS-CoV-2 en adolescentes 

Alergia al cacahuete en niños: probable ventana de oportunidad para la desensibilización 

Fundamentos de Medicina Basada en la Evidencia: 
Estudios de supervivencia. Método de Kaplan-Meier

sábado, 16 de julio de 2022

Cine y Pediatría (653). El primer amor de juventud… desde el séptimo arte

 

Dicen que el primer amor de nuestra infancia y adolescencia es al que más queremos, aunque casi nunca es el definitivo y cierto es que, con los años, aprendemos a querer mejor (o distinto). Inolvidables y tiernos recuerdos de un tiempo que no volverá, pero que el cine se obstina en recordarnos con películas que transitan con esos anglicismos llamados “coming of age” y “feel good movies”

En este sentido, la semana pasada hablamos de la película Melody (Waris Hussein, 1971), icónica película británica bajo la música de The Bee Gees, con los niños actores Mark Lester y Tracy Hyde  Pero han sido muchas las películas que ya han transitado por Cine y Pediatría con el lema de ese primer amor.  Este es el recuerdo de algunas de ellas: Del rosa...al amarillo (Manuel Summers, 1963), esa historia española de amor infantil entre Pedro Díez del Corral y Cristina Galbó;  Verano del 42 (Robert Mulligan, 1971), ese primer amor imposible entre el adolescente Gary Grimes y la bella Jennifer O'Neill; Mi chica (Howard Zieff, 1991), con Anna Chlumsky y Macaulay Culkin (y que tuvo una segunda parte en el año 1994 con el mismo director y actriz);  Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994), ese primer amor que acompañó siempre a Forrest (Tom Hanks, de niño Michael Conner) por Jenny (Robin Wright, de niña Hanna Hall);  Juno (Jason Reitman, 2007), la peculiar historia con Ellen Page y Michael Cera bajo el guion de Diablo Cody; Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012), con esos dos adolescentes frikis – como la obra de su propio director - que eran Jared Gilman y Kara Hayward;  Las ventajas de ser un marginado (Stephen Chbosky, 2012) con Logan Lerman y Emma Watson, junto con Ezra Miller; La vida de Adéle (Abdallatif Kechiche, 2013), con ese primer amor lésbico desgarrador que nos regalan Adéle Exarchopoulos y Léa Seydoux;  Bajo la misma estrella (Josh Boone, 2014), ese love story adolescente bajo los efectos de la quimioterapia interpretados por Shailene Woodley y Ansel Elgort; Call Me by Your Name (Luca Guadagnino, 2017), con ese primer amor homosexual sensual como una tarde de verano entre Timothée Chalamet y Armie Hammer; A dos metros de ti (Justin Baldoni, 2019), ese love story adolescente alrededor de la fibrosis quística de Haley Lu Richardson y Cole Sprouse;  etc. Pero  también se pueden recordar otras muchas películas como Esplendor en la hierba (Elia Kazan, 1961) con Natalie Wood y Warren Beatty, La fiesta (Claude Pinoteau, 1980) con Sophie Marceau, La princesa prometida (Rob Reiner, 1987) con Robin Wright y Cary Elwes, Un gran amor (Cameron Crowe, 1989) con John Cusack e Ione Skye, El diario de Noa (Nick Casavettes, 2004) con Ryan Gosling y Rachel McAdams, Pequeño Manhattan (Mark Levin, 2005) con Josh Hutcherson y Charlie Ray, Flipped (Rob Reiner, 2010) con Madeline Carroll y Callan McAuliffe, Un amour de jeunesse (Primer amor) (Mia Hansen-Løve, 2011) con Lola Créton y Sebastian Urzendowky, Como locos (Drake Doremus, 2011) con Felicity Jones y Anton Yelchin, Aquí y ahora (James Ponsoldt, 2013) con Shailene Woodley y Miles Teller; etc. 

Y en esta época de verano, hoy recordamos una icónica película de este director clásico de Hollywood llamado Robert Mulligan, quien tuvo una especial sensibilidad para contar historias alrededor de la infancia y adolescencia. Además de ese primer amor estival de Verano del 42 al que ya hemos hecho referencia, hoy nos detenemos en la que fue su última película, la cual pasó bastante desapercibida en las pantallas, pero que se sitúa entre sus mejores obras: Verano en Louisiana (1991), una icónica película sobre el primer amor de juventud en la que nos enamoramos con el conmovedor debut de una joven actriz de 14 años llamada Reese Witherspoon. 

Todo comienza con la canción “Loving You” de Elvis Presley que nos acompaña en los créditos iniciales, allí donde dos hermanas se acuestan en el porche de esas típicas casas sureñas de Estados Unidos y realizan confesiones sobre su sueños de juventud, mientras las chicharras suenan y la luna llena (en homenaje al título original de la película The Man in the Moon) ilumina esas eternas noches de verano. Ellas son Dani (Reese Witherspoon), esa preciosa niña rubia tomboy de 14 años (cuyo nombre real es Danielle), y su hermana de 17, Maureen (Emily Warfield), miembros de la feliz familia Trant, con una hermana menor, una madre en estado muy avanzado de gestación y un padre controlador, al que su esposa le dice sobre Dani: “Antes era muy pequeña. Ahora resulta que es mayor. Supongo que se le pasó la edad justa sin darnos cuenta”

Esta película, basada en hechos reales y contada con sensibilidad y el buen gusto del cine clásico, nos devuelve ese largo verano donde Dani reconocerá la felicidad (y el dolor) del primer amor, así como el valor de la familia y el significado de la pérdida. Porque un día de ese verano, junto a la granja de los Trant se instala la viuda Marie Foster y su introvertido hijo Court (Jason London), de la misma edad de Maureen. Entre Court y Dani surge una simpática amistad junto al río y su trampolín, de forma que con el paso de los días esta es capaz de olvidar su amor por Elvis Presley por el de este chico, mientras suena el “That´s Allright Mama” y alrededor de la bella banda sonora original de James Newton Howard. Y es así que Dani confiesa a su hermana “¿Te ha gustado alguien tanto como para sentirte enfermo?” y le dice a Court: “Quiero que seas el primero en besarme”

Pero ese especial triángulo de amistad y enamoramiento entre Court y las dos hermanas se rompe en un dolor que no podían compartir, por lo que el padre le aconseja: “Tienes derecho a llorar, Dani. Tienes derecho a sentirte herida. Pero si te encierran tanto en tu dolor, que no ves el de los demás, entonces más vale que caves un hoyo y te entierres en él. Porque no serías útil a ti misma ni a los demás”. Y es así como esta inolvidable historia – que seguimos recordando tres décadas después – finaliza en esa noche en el porche de la casa sureña de los Trant mientras suenan los grillos y nuestras dos hermanas seguirán pidiendo deseos al hombre de la luna. 

Quien iba a decir que ese primer papel conseguido por casualidad por Reese Witherspoon en Verano en Louisiana, y por el que fue nominada para el premio Young Artist Award, le proporcionaría una larga carrera como actriz (y ahora productora), que incluye su Óscar a Mejor actriz por En la cuerda floja (James Mangold, 2005). En Cine y Pediatría ya se convierte en habitual, pues la hemos visto en Condenados (Atom Egoyan, 2013), La buena mentira (Philippe Falardeau, 2014) y Alma salvaje (Jean-Marc Vallée, 2014), esta última con su segunda nominación al Óscar a Mejor actriz (pero que consiguiera ese año Julianne Moore por Siempre Alice de los directores Richard Glatzer y Wash Westmoreland).   

Un buen tiempo el verano para recordar nuestro primer amor de infancia y juventud. Sea en Louisiana o en cualquier otro lugar.

 

miércoles, 13 de julio de 2022

Epidemias y pandemias, un viaje de Hipócrates a Hollywood

 

La insólita pandemia del nuevo coronavirus nos cambió muchas cosas y nos robó otras muchas más. En estas circunstancias, conocer las epidemias y pandemias a lo largo de la historia de la humanidad nos dejará algunas lecciones. Durante los años 2020 y 2021 pude desarrollar diferentes ponencias alrededor de este tema en diferentes congresos internacionales con la Sociedad Chilena de Pediatría, con la Sociedad de Pediatría Dominicana y con la Sociedad de Pediatría de Nuevo León (México). En ellas planteaba revisar las diferencias entre la realidad y la ficción, y la visión que el séptimo arte nos ha devuelto sobre este tema. 

Una mirada desde la Historia, Medicina y Ciencia por una lado, y una mirada desde el Cine por otro. En su momento compartía esta ponencia en una entrada del blog de hace ya nueve meses. Pues bien, hoy presentamos ya el artículo publicado en Revista de Pediatría de Atención Primaria, una muy querida publicación biomédica que siempre acoge con cariño los artículos que vinculan ciencia y arte, pediatría y cine.  Os dejamos debajo el artículo íntegro, bajo el título de "Epidemias y pandemias, un viaje de Hipócrates a Hollywood", así como su enlace a la revista. 

Pero os resumimos las principales conclusiones de este artículo. 

La Historia de la Medicina y los acontecimientos alrededor de las epidemias y pandemias deben servir para aprender de experiencias previas en momentos tan complicados. Las diez mayores pandemias de la Historia anteriores a la COVID-19 nos han dejado una serie de lecciones con cuatro protagonistas: al principio, Yersinia pestis, y luego tres virus (viruela, gripe y coronavirus). 

El cine nos permite el paso de la realidad a la ficción, y lo confirmamos al revisar veintisiete películas sobre epidemias y pandemias a lo largo de la historia del séptimo arte. De ellas, cabe "prescribir" seis películas argumentales: El doctor Arrowshmith (John Ford, 1931), Philadelphia (Jonathan Demme, 1993), Estallido (Wolfgang Petersen, 1995), 22 ángeles (Miguel Bardem, 2016), 93 días (Steve Gukas, 2016) y, especialmente, Contagio (Steven Soderbergh, 2011). 

En este viaje de Hipócrates a Hollywood (de la ciencia al arte), en el entorno de las epidemias y las pandemias, es posible adquirir algunas enseñanzas: 1) la historia nos demuestra dos realidades pasadas de las epidemias y pandemias: su gravedad y su recurrencia en el tiempo; 2) el cine nos revela dos supuestos futuros de las epidemias y las pandemias: su visión apocalíptica y su limitada positividad al ser reflejadas en la gran pantalla. De este modo, el cine actúa como una vacuna, pues nos expone en pequeñas dosis repetidas frente a las emociones y reflexiones que nos provocan las epidemias y pandemias; y ello con el fin de ganar en conocimiento, prudencia y resiliencia frente a esas entidades.

 

lunes, 11 de julio de 2022

Premio Educación Médica 2022 a la sección "Preparo Mi Rotación Por" de Continuum

 

El XV Encuentro Anual de Educación Médica tuvo lugar en El Escorial este 4 de julio, dentro de los Cursos de Verano de la Complutense, y bajo el título de “Educación Médica: necesaria en la enseñanza de la Medicina”

El encuentro de un día de duración tuvo varias partes, con el epicentro en dos coloquios (uno sobre la Educación médica en el Grado y otro sobre la Educación médica en la formación especializada), precedido por la Conferencia inaugural (Best Evidence in Medical Education- BEME, desarrollado por la Prof. Magdalena Patricio) y con un Sesión especial final sobre Acreditación internacional de las facultades de Medicina (la experiencia con la WFME). 

Pues bien, dentro de este marco, se hicieron entrega de los Premios de Educación Médica 2022, y cuyos premiados fueron: 

- El Premio al Mejor Proyecto en la Enseñanza de Grado se concedió al programa Entrenamiento en el cultivo de la compasión en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. 

Finalista el programa Humanizando la Atención Sanitaria (humanizas) desde la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. 

- El Premio a la Mejor Práctica Docente, a propuesta de los estudiantes, se otorgó al Prof. Pedro Gullón, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de Alcalá de Henares. 

- El Premio al Mejor Proyecto en la Enseñanza de Postgrado o Formación de Especialistas se nos concedió al programa “Preparo Mi Rotación Por”, que es la nueva sección de la plataforma Continuum, desarrollada por las diferentes sociedades de especialidades pediátricas de la Asociación Española de Pediatría (AEP). 

Finalista el proyecto “MIRame: Simulación clínica para mejorar las habilidades de comunicación de los residentes”, desde el Hospital San Juan de Dios de Barcelona. 

Y ayer fuimos partícipes de todo ello, pero sobre todo de recibir este premio para Continuum, uno más, después del recibido en 2013 como Mejores Ideas Sanitarias y en 2016 con el Premio MEDES a la Mejor iniciativa en el fomento del uso del idioma español en la divulgación del conocimiento médico.   

Este premio de educación para “Preparo Mi Rotación Por”, ha sido merecedor de tal distinción, según el jurado, "por ser un gran complemento virtual de la formación MIR y que tiene como propósitos disminuir la variabilidad en la formación de los especialistas en formación, asistir a los tutores en su función docente, facilitar el aprendizaje colaborativo y basado en competencias, el entrenamiento reflexivo y la resolución de problemas propios del perfil profesional de cada especialidad pediátrica por la que roten. El jurado reconoce y otorga el Premio a este proyecto por su extraordinaria utilidad, porque se trata de una iniciativa fácilmente extrapolable a otras especialidades y que destaca por el aprendizaje colaborativo y la formación en competencias. El proyecto tiene un impacto a nivel nacional y además un carácter continuista. El jurado resalta el valor que otorgan a la evaluación del alumnado como estímulo de la formación del estudiante". 

Por todo ello, nuestro encuentro de ayer fue toda una fiesta. Y en la mejor compañía. Pues el premio a Preparo Mi Rotación Por es un premio a la docencia y a toda la pediatría y los que trabajamos por ella.

Os dejamos debajo el proyecto presentado al premio, para quien quiera conocerlo mejor, así como un vídeo divulgativo de las claves de Preparo Mi Rotacion Por. 

sábado, 9 de julio de 2022

Cine y Pediatría (652) “Melody”, primer amor escolar a ritmo de The Bee Gees

 

La semana pasada volvimos a analizar la relación entre cine y educación a través de las esas aulas del séptimo arte que nos acercan a las relaciones entre profesores y alumnos. Y ya anunciamos que hablaríamos de dos películas icónicas del Reino Unido: en aquel momento analizamos la película If…. (Lindsay Anderson, 1968), en lo que es una dura crítica al sistema educativo británico; y hoy lo hacemos con la película Melody (Waris Hussein, 1971), película coetánea a la anterior, pero mucho más amable.  

Comienza Melody con unos títulos de crédito con imágenes en color sepia de un Londres en la década de los setenta, mientras suena la romántica canción “Morning Of My Life” de The Bee Gees, con esa letra que nos recuerda que “esta es la mañana de mi vida”. Y con ello se nos marca el camino de una película que tendrá como leitmotiv musical a las canciones de este grupo británico formado por los hermanos Gibb (Barry, Robin y Maurice) y que fueron conocidos en la década de los setenta como los Reyes de la Música Disco, con ese tan característico falsete del grupo. Una película cuya historia original es de Alan Parker, en su debut como guionista, y el director es el británico-indio Waris Hussein, al que le debemos sendos trabajos en el teatro, la televisión y también en el cine. Se convirtió en una película de culto, quizás porque nos permite soñar despiertos al mostrarnos ese momento de la infancia donde el amor es puro e inocente, y aún se puede seguir soñando con las aventuras de las novelas infantiles de los Cinco y los Siete Secretos de Enid Blyton o el mágico mundo de Alicia de Lewis Caroll. 

Narra la historia de dos amigos de 12 años pertenecientes a clases sociales bien distintas: Daniel (Mark Lester), responde al arquetipo de chico ideal, rubio, inteligente y sensible, y Onshaw (Jack Wild), un chico rudo en el uso del lenguaje y de aspecto andrajoso. Personajes antitéticos, pero inevitablemente complementarios, amigos inseparables hasta la entrada en escena de Melody (Tracy Hyde), que cambiará la vida de Daniel cuando se enamoran. Cabe recordar entre estos tres actores juveniles el papel que tuvo Mark Lester como actor infantil, incluido a los 8 años un pequeño papel en Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966) y el papel principal de Oliver (Carol Reed, 1968), película musical que adaptó la novela “Oliver Twist” de Charles Dickens. 

Y esta bonita historia de amor que es Melody transcurre entre la familia y, especialmente, en el centro escolar. Un centro escolar en el que conocemos a los peculiares profesores de Religión (“Los niños judíos pueden ir a su clase particular…Y Jesús dijo: levántate y camina. ¿Alguien sabe a quién se refería Nuestro Señor?, ¿alguien sabe qué discípulos estaban con Jesús?, ¿alguien sabe quiénes eran los discípulos?, ¿alguien sabe quién era Jesús?”), de Historia (quien no acepta la duda de los alumnos sobre cuáles eran los motivos por los que Wellington estuvo en España y prefiere que recuerden lo de que “las tortugas hacen malos felpudos”), de Latín (que proporciona azotes ante las malas traducciones, y más enojado aún porque los alumnos creen que el latín es una lengua tonta y muerta), de Geografía, de Inglés, etc. 

Y también se nos muestra la vida escolar con las salidas tumultuosas de clase, los juegos de los recreos, las clases de danza y de música, los campeonatos deportivos de la escuela, las conversaciones de los amigos y amigas (“Siempre pensé que al besar a un chico tendría un bebé”). Donde las chicas admiran un cartel de Mike Jagger o los chicos pasan por delante del cartel de la película Patton. Y pasa el curso, mientras la pandilla repite tantas veces como sea necesario el experimento fallido de crear una bomba casera que explote. Y en ese entorno, se cruzan las miradas de Daniel y Melody con la canción “Allouette”, mientras ella toca la flauta y él el contrabajo, y surge el inocente enamoramiento. Adolescentes de 12 años que descubrirán el significado de la palabra amor, mientras una nueva canción de Bee Gees, “Melody Fair” nos susurra aquello de “Melody, recuerda que solo eres un niña…” 

Y continúa la historia narrada a través de las distintas canciones explícitas de The Bee Gees: “Give Your Best”, acompaña las correrías de los dos amigos a la salida de clase, pura jovialidad en su letra: “Solo di lo mejor a mis amigos”; “To Love Somebody” suena, mientras se desarrollan los campeonatos deportivos escolares y nos dice “Tú no sabes lo que es amar a alguien como yo te amo…”; “First of May” se hace presente mientras pasean su primer amor por el cementerio y se escucha “Pero entre tú y yo, nuestro amor nunca morirá”; y los novillos de la nueva pareja para ir al parque de atracciones y a la playa al alegre son de “Give Your Best” de nuevo. 

Y mientras la música lo rodea todo, la historia de amor continúa. Melody se sincera en su excursión al cementerio: “Mi amiga Muriel, la grandota, dijo que andas diciendo que me amas”; y allí, mientras leen los mensajes de amor de las lápidas, se preguntan si se amarán así toda la vida, y brota la inocencia de Daniel: “Al menos ya te he amado una semana”. Y llega la llamada de atención del director por las pellas, con sermón incluido: “Si andan paseando, no pueden estar en la escuela. Y si no les podemos enseñar, terminaran como la generación de imbéciles que los precedieron. No aliento los castigos corporales en esta escuela, pero en ocasiones hay que dar una lección”. Pero Daniel y Melody declaran su intención de estar siempre juntos y casados, lo que es motivo de burlas por los compañeros. Y llega la preparación de la fiesta de fin de curso con los típicos bailes de la época ye-yé, donde los alumnos piensa: “Pronto cantarán Hey Jude mientras nos azotan”

La película nos devuelve el contraste entre la vida burguesa de Daniel, la clase obrera de Orashaw y la particular familia de Melody. Nuestros jóvenes enamorados también expresan a sus familias el deseo de estar juntos, y los padres intentan explicarles las razones por lo que no pueden casarse tan jóvenes, aunque sus motivos son tan inocentes como puros. Y finalmente se escapan y con ellos toda la clase, y celebran una boda imaginaria en su zona habitual de juego, debajo de las vías del tren. Y allí acuden también todos los profesores para evitarlo. Y aquí la escena de persecuciones de alumnos y profesores se establece al ritmo de “Teach Your Children” de Crosby, Stills, Nash & Young, mientras los dos jóvenes enamorados escapan por las vías del tren. 

Todo un icono de película que en su inocencia nos enamoró con un final muy recordado. Porque Melody escudriña con delicadeza el interior del alma de los espectadores y explora la esencia de la vida, los sueños, los deseos, las frustraciones y las crisis de identidad, así como ese afán por rebelarse contra las barreras que impone un sistema educativo obsoleto o entornos sociales y familiares que piden un cambio. Porque los maltratos a los hijos no siempre son evidentes, pero nos hace explorar el sentido del maltrato de una mala educación. 

Cabe no confundir esta película británica de la década de los setenta con la más reciente película belga de similar título, Melody (Bernard Bellefroid, 2014) y que nos acerca al complejo entorno de las maternidades  subrogadas.


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miércoles, 6 de julio de 2022

Los superpoderes de Maldita.es ante la desinformación y los bulos

 

El problema de la desinformación y los bulos no es un tema nuevo, pero ante las nuevas tecnologías de información y comunicación y el auge de las redes sociales, es un tema más en auge y con poca capacidad de control por la viralización. A las tradicionales redes sociales (con Twitter o Facebook a la cabeza), se ha sumado hace tiempo el agujero negro de Whatsapp, donde hasta un tercio de los españoles lo usan para informarse (siendo España el país europeo que más lo hace). 

Porque se conoce bien que hay personas y grupos que crean desinformación y muchas de ellas utilizan espacios anónimos en internet para publicar sus bulos y contenido fabricado, pasan a redes cerradas o semicerradas, que se retroalimentan en grupos organizados conspiranoicos y esperan que lleguen a redes sociales y medios de comunicación. Y así es como se amplifica la desinformación que consumimos. 

Ante este panorama preocupante, en el año 2018 nació Maldita.es (aunque ya tenía desde 2014 su germen en redes sociales). Y la semana pasada pude asistir a un taller organizado por la Universidad Miguel Hernández y que liderado por Beatriz Lara, responsable de la Comunidad Maldita. Fue una jornada para darnos a conocer mejor este recurso y pedirnos nuestros la colaboración con nuestros “superpoderes”, que luego analizaré. 

Pero, ¿qué es Maldita.es? Maldita.es una fundación y medio de comunicación español sin ánimo de lucro que lucha contra la desinformación y promueve la transparencia a partir del fact checking (o comprobación de hechos) y periodismo de datos. Su misión principal es dotar a los ciudadanos de herramientas, tecnologías e información para que puedan tomar decisiones informadas y “que no te la cuelen”. Cuenta con diferentes ramas dedicadas a la monitorización del discurso político y toda aquella información que circula por la red. El impacto de Maldita.es es muy grande en tan poco tiempo con más de 6 millones de páginas vistas al mes y cientos de miles de seguidores en todas las redes sociales. 

¿Cómo se organiza Maldita.es? Lo hace en diferentes secciones dirigidas a actos o audiencias específicas. Son las siguientes. 

- Maldita Hemeroteca (MH). Fue el germen inicial, que nació alrededor del programa “El Objetivo” de La Sexta y cuyo objetivo era poner a los políticos frente a sus contradicciones, y a través de los publicado en la hemeroteca con sus declaraciones dejar claro aquello de “donde dijo digo, digo Diego”. 

- Maldito Bulo (MB). Para combatir y verificar los bulos y las mentiras, y donde se selecciona lo qué verificar en base a la viralidad y peligrosidad de los contenidos. 

- Maldita Ciencia (MC). Para desmentir bulos sobre salud y luchar contra las pseudociencias y desinformación científica, así como intentar resolver dudas científicas de la comunidad. 

- Maldito Dato (MD). Para verificar el discurso de los políticos, luchar por la transparencia de la Administración y hacer análisis de los datos para explicar la actualidad. 

- Maldita Tecnología (MT). Para ayudar a tomar conciencia de cómo nos afecta la tecnología, buscar ser un traductor entre vida on line y vida real, así como enseñarnos a cómo cuidar nuestros datos online y cómo protegerlos. 

- Otros proyectos como: a) Maldita Migración (MM), frente a los bulos contra emigrantes, refugiados y minorías religiosas; b) Maldito Feminismo (MF), frente a los falsos datos que buscan desacreditar la igualdad entre hombres y mujeres; c) Maldita Alimentación (MA), en relación con la seguridad alimentaria y frente a las dietas y datos milagros en alimentación; d) Maldito Clima (MC), para combatir la desinformación climática y medioambiental; e) Maldito Timo (MT), para detectar y alertar frente a fraudes, estafas y engaños en internet; f) Maldita Educación (ME), para promover la educación y alfabetización digital. 

Además de estas secciones, en Maldita.es se desarrollan herramientas tecnológicas propias como chatbosts de Whatsapp, buscadores de bulos, sistemas de alerta que ayudan a los ciudadanos a identificar la desinformación, etc. 

¿Y qué son los Superpoderes de Maldita.es? 
Son conocimientos expertos de profesionales desde distintos campos de conocimiento. Y ello porque los responsables de Maldita.es son periodistas y precisan el apoyo de otros miembros de la comunidad, y con ello se amplía la diversidad de colaboradores desde otras profesiones, también desde la universidad, entorno en el que se vino a pedir nuestra colaboración. Porque usar los conocimientos expertos suma para combatir la desinformación y los bulos entre todos. 

Porque actualmente son ya más de 2.900 “malditos” que han realizado más de 1.000 colaboraciones con esta plataforma. Y todos podemos ser uno más. Porque es responsabilidad de todos combatir la desinformación y los bulos. También las universidades, un lugar lleno de conocimiento. Y en ello estamos…

lunes, 4 de julio de 2022

Utilidad de la PCR frente a SARS-CoV-2 en frotis oral (saliva) para población pediátrica

 

En julio de 2020 se constituyó el proyecto EPICO-AEP : “Estudio de las infecciones por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) e influencia de los factores genéticos del huésped en población pediátrica”, un registro nacional multihospitalario de pacientes pediátricos afectados por COVID-19 durante la epidemia en España. A punto de cumplir dos años, este grupo sigue dando frutos en investigación, tal como hemos ido comentando en otra publicación de este blog

Ya en este último post referido hacíamos el adelanto de que desde EPICO-AEP se había desarrollado un estudio cuyos resultados dan la posibilidad de que la saliva se incorpore como alternativa en la estrategia de diagnóstico de la COVID-19 en la edad pediátrica, lo que fue recogido en su momento por el Ministerio de Sanidad el documento 2Estrategia de detección precoz, vigilancia y control del COVID-192 publicado. Pues bien, esta investigación acaba de ser publicada bajo el título de "Oral saliva swab reverse transcription PCR for Covid-19 in the paediatric population"

Resumimos la información derivada de esta investigación en el documento del Ministerio de Salud, y os dejamos el artículo original tanto adjunto debajo como en este enlace. 

“Detección de ARN viral mediante RT-PCR en muestra de saliva 

La utilización de saliva tiene como principal ventaja frente al exudado nasofaríngeo la facilidad de obtención de la muestra, que puede incluir la auto-toma por el paciente, y la posibilidad de evitar roturas de stock de las torundas con medio necesarias para la toma del exudado. Esta facilidad de la toma de muestra puede posicionar la técnica para casos de muestreo agrupado (pool testing). El resto del proceso sería el mismo que el de una PCR convencional. 

La detección del SARS-CoV-2 mediante PCR en muestras de saliva muestra una sensibilidad variable dependiendo de factores como la carga viral o la técnica utilizada para la toma de muestra. Así, aunque en la mayoría de los estudios muestra una sensibilidad inferior a la PCR en exudado nasofaríngeo, en otros la sensibilidad es comparable o incluso superior. En pacientes sintomáticos, la sensibilidad decae tras los primeros 5 días de síntomas. En personas asintomáticas la pérdida de sensibilidad respecto al exudado nasofaríngeo podría verse compensada en ámbitos concretos en los que se plantee hacer cribados repetitivos ya que la repetición aumentará la posibilidad de detectar a individuos positivos. Es en estos ámbitos, además, donde la facilidad de la obtención de la muestra y el menor coste suponen una mayor ventaja. 

Por otra parte, los resultados obtenidos por el estudio EPICO-AEP demuestran que la PCR en muestra de frotis oral podría ser una alternativa a tener en cuenta en población pediátrica ya que, aunque se observa una disminución de la sensibilidad (71%, IC 95%: 58,7-81) esta se debe principalmente a casos no contagiosos. 

En conclusión, la utilización de este tipo de muestra podría resultar aceptable en dos tipos de situaciones: 
- En pacientes sintomáticos en los primeros 5 días de síntomas cuando no es posible obtener una muestra de exudado nasofaríngeo, ya sea por las características del paciente o por falta de material adecuado para la toma de muestras siempre y cuando la muestra de saliva sea un espécimen admitido como válido por el fabricante de la prueba diagnóstica. 
- En cribados repetidos en determinados ámbitos. 
- En pacientes pediátricos (0 a 16 años) en centros con experiencia en la utilización de este tipo de muestras”.

Cabe tener presente que para implementarlo hay que ponerse de acuerdo con los servicios correspondientes de Microbiología.

sábado, 2 de julio de 2022

Cine y Pediatría (651) “If….”, la dura crítica al sistema educativo británico

 

Acabamos de estrenar el libro Cine y Pediatría 11 y su introducción (y el vídeo de presentación) ha sido un homenaje a la docencia y los docentes a través de esa fusión de alumnos y profesores en centros docentes del celuloide. Y en ese texto recopilábamos más de cuatro decenas de películas sobre el tema, todas ellas ya publicadas en Cine y Pediatría, y que abarcan desde Cero en conducta (Jean Vigo, 1933) hasta El profesor (Teacher) (Adam Dick, 2019), clásico en blanco y negro como El milagro de Ana Sullivan (Arthur Penn, 1962) o en color como El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989), películas de ayer como Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959) o de hoy como El buen maestro (Olivier Ayache-Vidal, 2017), película que nos dibujan una sonrisa como Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004) o un rictus de preocupación como La Ola (Dennis Gansel, 2008), y películas con profesores icónicos como Profesor Holland (Stephen Herek, 1995), La sonrisa de Mona Lisa (Mike Newell, 2003) o Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011). Está claro que en todo recopilatorio que se precie son todas las que están, pero no están todas las que son. Y éramos conscientes de películas ausentes en ese momento. Y un ejemplo son las dos películas británicas que vamos a comentar en las dos próximas entradas, ya icónicas en su filmografía. 

Hoy nos adentramos en una película que comienza con este pensamiento: “La sabiduría es lo principal; por lo tanto, consigue sabiduría y con todo lo que consigas, consigue compresión”. Hablamos de If…. (Lidsay Anderson, 1968), polémico film del que fuera pionero del Free Cinema inglés, donde arremete contra la enseñanza superior y hace una sátira violenta y sin matices de los colegios superiores y del “establishment” educativo británico. 

Esta película es la primera de la trilogía de Lindsay Anderson sobre Mick Travis, personaje que recae sobre el actor Malcolm McDowell, conocido por sus controvertidos papeles y que alcanzó la cima en el personaje de Alex DeLarge en La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971).  Las tres películas, tres críticas con un personaje común, son If.... (1968), la dura crítica al sistema educativo británico, Un hombre de suerte (1973), surrealista crítica al capitalismo a través de las aventuras de un joven vendedor de café, y Britannia Hospital (1982), un crítico documental sobre un hospital a través de la pluma de un periodista. Y es así como, a través de los años, Mick Travis (o Malcolm McDowell) se transforma de estudiante a periodista, pasando por un vendedor de café. Tres variaciones iconoclastas sobre Inglaterra a través de la mirada de un director, un actor y su ficticio personaje. 

Y es que If…, premiada con la Palma de Oro de Cannes y nominada en su año a los Óscar a Mejor película de habla no inglesa, nos dibuja un panorama educativo de opresores (los responsables del centro educativo de élite con carácter de internado) y oprimidos (los jóvenes estudiantes internos), donde la violencia brota como un recurso para vencer la opresión y buscar conatos de libertad. Y para ello el director se vale de distintos recursos, como ese uso recurrente de escenas en blanco y negro dentro de una película en color, y nos fracciona la historia en siete partes, con los siguientes títulos: 1. La Residencia. “El regreso…”; 2. Colegio. “Reunidos otra vez”; 3. El trimestre; 4. Ritual y romance; 5. Disciplina; 6 Resistencia; y 7. A la guerra. 

Todo comienza con el caos de los alumnos que llegan al nuevo curso escolar. Y se atisba un ambiente peculiar en el que ya se dibujan opresores y oprimidos, y es así que un profesor le dice a un alumno: “Malcolm, calienta el asiento del baño. Estaré ahí en tres minutos”. Niños trajeados con chaleco y corbata, muy “british”, que corren por los pasillos y escaleras y se instalan en sus habitaciones y en sus aulas. Y ya vislumbramos la superioridad de algunos alumnos sobre otros. Y vamos conociendo a los alumnos: Stephans, Peanuts, Biles, Gray, Pearson, Phillips, Jute, Wallace, Knightly,… y, cómo no, a nuestro Mick Travis (Malcolm McDowell), quien ya expresa su particular liderazgo cuando suena la campana que da comienzo al curso y dice: “¿Cuándo nos toca vivir? Eso es lo que quiero saber”. 

Y vale la pena recoger el discurso de ingreso de su director: “En este periodo sólo tengo una cosa que decirles, una regla. Cúmplanla y no tendrán problemas. Y es: trabajen, jueguen, pero no mezclen las dos cosas. Tal vez, alguno de los muchachos nuevos estén algo desconcertados por la rapidez de los sucesos desde que han llegado, pero en poco tiempo encontrarán el camino. Recuerden que aquí la vida se trata de dar y tomar. Somos su nueva familia. Y cabe esperar todo lo agridulce que sucede en cualquier familia. Estamos todos aquí para ayudarnos mutuamente. Encontrarán aquí en la Casa College la disciplina para ayudar a los demás y también para ayudarse a ustedes mismos. Ayuden a la Casa y la Casa los ayudará…”. Continúa con la inspección médica y la inspección de dormitorios. Y el esplendor de la Casa College se nos muestra ya en la ceremonia inicial en esa magnánima estancia gótica mientras entonan los coros. 

Y vamos conociendo a los profesores: el de Historia, que llega en bicicleta hasta la misma clase; el de Matemáticas, que es un cura acosador de alumnos; el de Gimnasia, etc. Y a los cuatro alumnos supervisores con varas. Y esa perorata del rector mientras le siguen sus acólitos en el paseo: “La educación en Gran Bretaña es una cenicienta núbil con poca ropa y muchas interferencias. Hoy en día Gran Bretaña es una potencia de ideas, experimentos, imaginación. Desde la música popular hasta los criaderos de cerdos, desde los generadores atómicos hasta las minifaldas. La creatividad se está despertando en alguno de nuestros jóvenes. Los engranajes de la imaginación se mueven. Eso es lo que hace que mi trabajo valga la pena. Eso es lo que apasiona de este lugar”. 

Avanza la historia y esa asimétrica relación entre profesores y alumnos. Y en sus habitaciones, con recortes de revistas de chicas, grupos musicales y posters de Lenin, el Che Guevara y fotos de soldados en Vietnam, aparecen las reflexiones de Travis (“La violencia y la revolución son los dos únicos actos puros… La guerra es el último acto creativo posible”) o la de otros alumnos (“Creo que hay que tener un objetivo. De esa manera triunfas. Veo cuál es tu problema: no tienes ambición”, “¿Cuál es la forma más horrible de morir?”). Y los sermones: “Somos todos corruptos. Somos todos pecadores. Somos todos ¡carne que debe ser castigada! Si un soldado no cumple con su deber, espera ser castigado. Hay fallas grandes y pequeñas y hay castigos grandes y pequeños. Pero hay una falla, un crimen, una deslealtad que no puede ser perdonada Y esa deslealtad se llama desertar ¡El desertor ante el enemigo debe ser fusilado! ¡Jesucristo es nuestro oficial al cargo! Y si desertamos, no podemos esperar misericordia. Y somos todos desertores”. 

Y la perorata del rector a Travis y sus dos conflictivos amigos, tras la escena del castigo físico: “Es característico de la adolescencia querer proclamar la individualidad. No hay nada malsano en ello. Es una forma inocente de existencialismo… Ustedes son inteligentes. Son demasiado inteligentes para ser rebeldes. Eso es demasiado fácil. Y sería fácil castigarlos de modo normal. Pero les otorgaré un privilegio. Trabajo, verdadero trabajo. Y no quiero que lo tomen como un castigo, sino como una oportunidad de dar, de servir”. 

Y es así como Lindsay Anderson presenta la rebelión estudiantil como una metáfora de la lucha contra un sistema conservador y anquilosado en rancias tradiciones. Y en esta primera parte de su trilogía analiza sin piedad el sistema educativo de las élites británicas localizando la narración en un internado masculino, donde Travis nos grita que la destrucción, la imaginación y la anarquía son el único modo viable de luchar contra el sistema. Y ello nos aboca a un final de curso caótico y sangriento, donde el protagonista (y sus acólitos) no solo disparan contra esa sociedad que conforma el sistema (políticos, militares, religiosos, clases sociales, educadores,…), sino contra el propio espectador.