La MÚSICA suele ser el personaje olvidado del CINE, tan omnipresente como olvidado. Pero lo sonoro convive en comunión con lo visual en el séptimo arte. Y la música es ese "tercer personaje" que permanece en una discreta posición junto "al bueno y al malo", junto "al chico y a la chica", junto "al príncipe y al mendigo",... Sin la música no se podrían entender igual algunas películas, pues, consciente o inconscientemente, las emociones y reflexiones se disparan al compás de las notas y alrededor de las melodías, verdaderos elementos narrativos por excelencia que conocemos como "leitmotiv".
Porque lo sonoro y lo visual establecen el principio de una buena amistad en la gran pantalla, allí donde conviven pentagrama y guion. Y para confirmar lo anterior, comparto la conferencia de clausura del Curso de Verano de la Universidad de Alicante “Música y Salud. La musicoterapia en la Educación y en la Sanidad” que he podido impartir el pasado 7 de julio, por invitación de su director, Román Rodríguez.
Desde el proyecto Cine y Pediatría volcamos nuestra mirada a directores, compositores musicales y películas, para recordar esas B.S.O. y canciones ya icónicas en el séptimo arte. Y lo hacemos en esta presentación que os dejamos debajo desde varios puntos de vista.
Con esa especial comunión entre directores de cine y de música que han formado equipo durante años, con ejemplos como los de Federico Fellini y Nino Rota (con su cumbre en “Amarcord”), Peter Jackson y Howard Shore (y su trilogía “El señor de los anillos”), M.Night Shyamalan y James Newton Howard (que comenzó con “El sexto sentido”) o Darren Arronofsky y Clint Mansell (con su cumbre en “Réquiem por un sueño”).
Con esos directores musicales de larga trayectoria, nombres grabados a oro y fuego en los pentagramas del séptimo arte: John Williams, Hans Zimmer, James Horner, Alan Silvestri, Danny Elfman, Jerry Goldsmith, Ennio Morricone, Randy Newman, Michel Nyman, Patrick Doyle, Thomas Newman, Alberto Iglesias, Alexander Desplat o Ludovico Einaudi, entre otros muchos.
Un paseo por todos los géneros cinematográficos y todos los estilos musicales, donde ese tercer personaje y “leitmotiv” es claro: “El mago de Oz” (Victor Fleming, 1939) y su mítica canción de Judy Garland; “Juegos prohibidos” (René Clément, 1952) y el “Romance anónimo” de Narciso Yepes”; “La naranja mecánica” (Stanley Kubrick, 1971) y las versiones musicales de Wendy Carlos; "Cinema Paradiso" (Giuseppe Tornatore, 1988) y los besos robados del cine bajo la magia de Ennio Morricone; "Forrest Gump" (Robert Zemeckis, 1994) y el recorrido histórico musical de Alan Silvestri; “Profesor Holland” (Stephen Herek, 1995) y los temas simbólicos de Michael Kamen; "Patch Adams" (Tom Shadyac, 1998) y la sensibilidad musical de Marc Shaiman; “Magnolia” (Paul Thomas Anderson, 1999) y el descubrimiento de Aimée Mann; “Yo soy Sam” (Jessie Nelson, 2001) y su homenaje a The Beatles; "Los chicos del coro" (Christophe Barratier, 2004) y la excepcional BSO de Bruno Colais junto a los Petits Chanteurs de Saint Marc; "El primer grito" (Gilles de Maistre, 2008) y el descubrimiento de la música de Armand Amar; “Alabama Monroe” (Felix Van Groeningen, 2012), verdadero homenaje al bluegrass y al genio de Bjorn Eriksson; “La familia Bélier” (Eric Latirgeau, 2014) y su homenaje a Michel Sardou; etc.
Ya lo dijo Friedrich Nietzsche: “Sin música la vida sería un error”. Y sin cine, quizás también…
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