El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) es un ámbito de organización educativo iniciado en 1999 con el Proceso de Bolonia que quiere armonizar los distintos sistemas educativos de la Unión Europea y proporcionar una forma eficaz de intercambio entre todos los estudiantes, así como dotar de una dimensión y de una agilidad sin precedentes al proceso de cambio emprendido por las universidades europeas. Se integran actualmente en el EEES aparte de los 27 países de la Unión Europea otros como Rusia o Turquía hasta llegar a la cifra total de 49 países participantes.
En España se viene implantando desde el año 2010, pero su desarrollo ha supuesto una progresiva adaptación a este EEES, tanto en su división de la enseñanza (Grado, Máster, Doctorado), como en medición del trabajo en créditos (European Credit Transfer System, ECTS) o en el papel a adoptar por los distintos protagonistas de este método docente (alumno, profesor) como en otras novedades. A las siglas anteriores (EEES, ECTS) se suman otras como TFG (Trabajo Fin de Grado) o TFM (Trabajo Fin de Máster). Nuevos calendarios y nuevos sistemas de evaluación, más prácticas y menos teoría.
Y con este panorama, hoy compartimos el conocido como “DECLARACIÓN DE MÁLAGA 2022. Estándares para la Educación Médica en el Grado: pensando en el futuro”, donde las nueve instituciones adheridas a la misma consideran que es un momento adecuado para realizar una reflexión profunda sobre el modelo de docencia y para definir las competencias en las que debemos formar a los futuros profesionales en el horizonte 2030-2040.
Os dejamos el documento completo, realmente un documento con poco miga, pues lo comencé a leer con expectativas, pero estas se fueron enseguida al traste. Lo poco que dice es un conjunto de buenas intenciones, pero pocos líneas estratégicas, planes de acción e indicadores de calidad para testar el camino a seguir, con un buen organigrama y cronograma. Lo dicho, un documento de buenas intenciones sobre el diseño y desarrollo curricular, así como sobre el proceso de evaluación de los resultados de aprendizaje… y poco más. Palabras, pero nada de gestión.
Eso sí, me ha llamado la atención estos tres párrafos en el punto V del apartado “Contexto actual”. Dice lo siguiente:
“Las Ciencias de la salud, y especialmente la Medicina, se enfrentan en el momento actual a una deficiencia de profesorado médico en sus áreas, de conocimiento, tanto básicas como clínicas (confluyen ambas en la necesidad de enseñar una medicina centrada en el paciente) que compromete la calidad de la docencia. La ratio estudiante/profesorado debe disminuir de forma relevante, en consonancia con las características de la docencia en el Grado.
Se ha producido una reducción generalizada y muy significativa del profesorado permanente en esta década (y se han establecido las necesidades de ese profesorado), más acuciante aún en el caso de profesorado vinculado a los centros sanitarios lo que obliga a una creciente participación del profesorado no permanente (fundamentalmente asociado) en las responsabilidades docentes, que tiene menor vinculación laboral con la universidad.
Los criterios de acreditación para el profesorado de las áreas de conocimiento básicas y clínicas deben adecuarse y ponderar con justicia la relevancia y prioridad de la labor asistencial. Se precisa un mayor trabajo conjunto entre los ministerios, consejerías y agencias de calidad con competencias universitarias y sanitarias y las propias universidades, contemplando nuevas figuras de profesorado clínico, facilitando la incorporación de profesionales interesados en desarrollar su carrera académica, proporcionando una financiación suficiente y permitiendo la conciliación entre los ámbitos asistenciales, docentes e investigadores”.
Pues bien, resulta que la responsabilidad de todo esto es de ANECA (por cierto, una de las nueve instituciones firmantes)… y es que llevamos décadas pidiendo los médicos clínicos que sus criterios cambien. Pero oídos sordos por parte de ANECA, mientras se ha provocado en este tiempo el desmantelamiento de muchos Departamentos clínicos, la desmotivación de muchos hospitales clínicos (y especialmente de su profesorado, sin recorrido profesional), la injusta e hipócrita valoración para llegar a optar a los puestos de Titular o Catedrático (en base a unas condiciones que muchos de los que evalúan no las hubieran superado actualmente) y sobre todo, con unos criterios que al clínico de pie – el que es profesor y tutor, el que ve pacientes y hace guardias, y a la vez realiza docencia e intenta investigar robando el tiempo al sueño y a la familia – no suele poder llegar).
Es decir, que el punto que me queda más claro de esta “Declaración de Málaga 2022” es lo anterior, una correcta reivindicación. Lo demás está bien, pero sin un profesorado suficiente y motivado, el EEES no será posible y la universidad seguirá deteriorándose. Deteriorándose más de lo que está, pues la opinión del alumnado y los criterios de valoración en los rankings de las universidades son datos bien objetivos de la decrepitud de nuestra sistema universitario. Hace poco ya hablamos de la sinrazón del incremento de Facultades de Medicina en España o la crónica de una sinrazón anunciada. Hoy, suma y sigue...
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