Elvira Lindo, nacida gaditana y afincada como madrileña, es una escritora y periodista española que llevamos en la memoria por su personaje literario, Manolito Gafotas, quien apareció en la década de los 90 como la historia de este niño y su familia en el barrio madrileño de Carabanchel (Alto) y que destaca por la caracterización de unos personajes que son típicos de la sociedad española y con el que tanto nos hemos identificado o, al menos, tanto nos hemos sonreído. El éxito obtenido con estos libros en cuanto a su volumen de ventas lo convirtió en todo un clásico de la literatura infantil española, y del que se han publicado diez novelas, todos publicados por la editorial Alfaguara Infantil y Juvenil, salvo el último que lo hizo Seix Barral: “Manolito Gafotas” (1994), “Pobre Manolito” (1995), “¡Cómo molo!: (otra de Manolito Gafotas)” (1996), “Los trapos sucios de Manolito Gafotas” (1997), “Manolito on the road” (1998), “Yo y el Imbécil” (1999), “Manolito tiene un secreto” (2002) y “Mejor Manolo” (2012l).
Y con estas novelas nos trasladamos a la casa de los García Moreno, al bar Tropezón, al parque del Árbol del Ahorcado y a los asientos del camión Manolito y a ese soniquete que era la canción “Campanera” de Joselito. Pero, sobre todo, evocamos a esos personajes que rodean a Manolito Gafotas: Catalina, su madre, famosa por sus collejas cuando se enfada; Manolo, su padre, camionero de profesión y quien se pasa mucho tiempo viajando para sacar adelante a la familia y seguir pagando las letras del camión; su hermano pequeño, al que llama El Imbécil, y que siempre lleva su chupete, presto a ofrecerlo al que lo necesita; Nicolás, el abuelo materno, que suele vestir de chándal, tiene predilección por los tintos de verano, sufre prostatitis y tiene en su dentadura una de sus posesiones más preciadas; su mejor amigo, Orejones López, y otros amigos como Yihad, el chulito del barrio, Paquito Medina, el más listo de clase, Arturo Román, que todo lo pregunta, Mostaza, Jessica la exgorda, cursi y pija, y Susana Bragas-Sucias; La Luisa, la típica vecina cotilla que de todo se entera y todo lo cuenta, y su marido, Bernabé, con su famoso peluquín; Sita Asunción, la profesora, quien normalmente llama a todos sus alumnos “delincuentes” y sueña continuamente con la jubilación; o el Señor Solís, el conductor del autobús escolar.
Con unos antecedentes literarios así, no tardaría en que el personaje se trasladara a la pantalla, tanto a la grande con dos películas, como a la pequeña con una serie de televisión. Y nos detenemos principalmente en la primera adaptación: Manolito Gafotas (Miguel Albadalejo, 1999). Porque bajo el son de “La Campanera” y con la imagen del Bar el Tropezón comienza la voz en off de ese niño: “Este es mi barrio en el verano pasado, Carabanchel Alto. Habrás oído hablar de él porque es uno de los barrios más importantes de Europa. Mi abuelo dice que el suelo de Carabanchel es horroroso, pero que el cielo es de lo más bonitos del mundo, como las pirámides de Egipto o el rascacielos de King Kong”. Aquí se contó con el niño David Sánchez del Rey para el papel de Manolito, Adriana Ozores y Roberto Álvarez eran los padres, y Antonio Gamero el abuelo.
Y los diálogos y la habitual voz en off de Manolito, nos saca una sonrisa (aunque quizás no tanto como las historias leídas en las novelas). He aquí algunas de sus sensatas reflexiones: “En el Parque del Ahorcado solo hay un banco para cinco viejos. Pero como siempre hay uno meando, porque están todos de la próstata, no tienen problema de espacio”, “Y ese es El Imbécil, mi hermano. Es un mote cariñoso que le puse el día que vino a este mundo para molestarme”, “Y ahí estamos nosotros. Mi mejor amigo, El Orejones López, Susana Bragas Sucias, Yihad el chulito de mi calle, y el de detrás soy yo, Manolito García Moreno, más conocido en Carabanchel como Manolito Gafotas… A mí me gusta que me llamen Gafotas. En mi barrio todo el mundo que es un poco importante tiene un mote. Antes de tener un mote, yo lloraba bastante; desde que soy Manolita Gafotas, insultarme es una pérdida de tiempo”, “Yo sabía que las collejas estaban sobrevolando mi cabeza en aquellos momentos. Una colleja es una torta que te da una madre, o en su defecto cualquiera, en un lugar del cuerpo que se llama nuca”…
Y las aventuras trascurren entre la familia, el colegio y el barrio, como todas las historias de niños de barrios. Y donde Catalina pasa a la fase de madre histérica con asiduidad y le dice a sus hijos y al abuelo: “Yo os abandono. Fijaros lo que os digo, yo os abandono y me quedo más ancha que larga”. Y donde el abuelo siempre le defiende, tanto de la madre (“No le des tanto al niño en la cabeza, que está estudiando”), como de los malos momentos, incluido el suspenso en matemáticas (“Cervantes, Einstein, Carlos Marx, Julio Verne, todos unos genios. Y no creas que se le daban tan bien las matemáticas…”, un pensamiento bien asertivo). Y en el colegio esas redacciones al final del curso sobre el verano, redacciones que suelen ser iguales a las del año pasado, pues “no cambia casi nada”, como se explican los alumnos. Y una especial mención a esas dos guardias civiles, Benítez (Geli Albadalejo) y Cardona (cameo de la propia Elvira Lindo), a las que el abuelo se les sincera: “Yo les digo una cosa. Si no me voy al asilo es por mis nietos. Porque a mí ese matrimonio me tiene muy harto”.
Y estas “espeluznantes” historias de verano de Manolito tienen un final muy “made in Spain” con la familia comiendo un arroz marinero mientras una banda, al borde del mar, toca la canción “La campanera” de Joselito. Y entonces recordamos las palabras de Manolito Gafotas: “El mar. Eso es lo único que le faltaba a Carabanchel Alto para ser perfecto. El mar”.
Luego llegaría la segunda y última adaptación para el cine, con un resultado tan pobre que creo que no les quedaron ganas de una tercera película. Hablamos de Manolito Gafotas en ¡Mola ser jefe! (Joan Potau, 2001), quien traslada las “espeluznantes” historias a las vacaciones de Navidad. Aquí se contó con el niño Doro Berenguer para el papel de Manolito, María Barranco y El Gran Wyoming eran los padres, y Vicente Haro el abuelo, con un papel para Oscar Ladoire como tío, tan desacertado como el resto. Y fue más adelante cuando apareció la serie de Antena 3 televisión, Manolito Gafotas (Luis Oliveros, Antonio Cuadri y Antonio Mercero, 2014) y que contó con 13 episodios, donde solo Adriana Ozores y Antonio Gamero repitieron el papel de la primera película, pero tampoco el resultado de la crítica fue muy positivo.
Así pues, para rememorar a este personaje que llegó de Carabanchel Alto a través de las novelas de Elvira Lindo, recomiendo revisar solo la adaptación cinematográfica del alicantino Miguel Albadalejo. Ambiente costumbrista y cómico en el seno de la denominada como clase media baja más cañí, pero es a través de la mirada de este niño que nuestra escritora nos introduce a temas inauditos, e incluso revolucionarios, en la literatura infantil del momento, pues se hablaba de mucha temática social.
Porque para muchos millenials, Manolito Gafotas es un amigo más. Y para los que somos de generaciones previas, quizás también.
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