No hay duda de que la Covid-19 ha dejado secuelas en la sociedad. Una de ellas es que nada más ver en los medios la palabra "virus" reaparezca el miedo de una nueva pandemia. Así ha ocurrido tras el brote del virus de Marburgo, similar en gravedad al virus del Ébola, que Guinea Ecuatorial declaró el pasado 13 de febrero. Y dadas las relaciones de España con Guinea Ecuatorial ya se han abierto las alertas y notificaciones al respecto.
En este enlace os dejamos el protocolo de actuación que acaba de emitir el Ministerio de Sanidad en relación con el PROTOCOLO DE ACTUACIÓN PARA LA DETECCIÓN PRECOZ Y MANEJO DE CASOS DE ENFERMEDAD POR VIRUS MARBURGO. Y sobre el que cabe conocer algunos datos de interés.
¿Cuál es su origen?
Aunque el virus de Marburgo haya saltado a la actualidad en estos días, lo cierto es que su origen se remonta a mediados del siglo pasado. Así, la primera vez que se identificó la enfermedad por el virus de Marburgo fue en 1967, cuando se registraron simultáneamente brotes en Belgrado (Serbia) y en Frankfurt y Marburgo (Alemania), de ahí el nombre de este virus.
Estos brotes se asociaron al trabajo en laboratorios con monos verdes africanos (Cercopithecus Aethiops) que se habían importado de Uganda. En este país también se han sucedido brotes de esta enfermedad. De hecho, en 2008 se notificaron dos casos en viajeros que habían visitado una cueva habitada por colonias de murciélagos rousettus en Uganda.
¿Cómo se transmite?
La infección humana se produce precisamente cuando se realiza una estancia prolongada en minas o cuevas habitadas por esta especie de murciélagos. Por su parte, la transmisión entre personas ocurre por contacto directo de la piel lesionada, las mucosas con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas. La transmisión también puede darse a través de materiales contaminados con dichos líquidos, como demuestran los casos de transmisión al personal sanitario que atiende a pacientes con virus de Marburgo y que no han tomado las debidas precauciones de control de las infecciones.
El tipo de material a través del cual se produce el contagio puede influir en el grado de letalidad de la enfermedad; por ejemplo, el contagio por materiales de inyección contaminados se asocia a una mayor gravedad de la enfermedad, a un agravamiento más rápido y a una posible mayor tasa de letalidad.
¿Qué relación tiene con el virus del Ébola?
El virus de Marburgo está ligado por lazos familiares al virus del Ébola (filovirus), una enfermedad de la que —pese a la alarma causada— tan sólo se registró un caso confirmado en España. La vinculación de ambas enfermedades también se percibe en las muertes que pueden provocar, ya que tanto el virus del Ébola como el virus de Marburgo tienen un alto nivel de letalidad (ambos alrededor de un 50%, pero en el caso de Marburgo ha oscilado entre el 24% y el 88%, en función de la cepa vírica y del tratamiento de los casos). Aun así, la OMS advirtió ya de que "sin una acción inmediata y decisiva, Marburgo puede salirse de control fácilmente", pues su infectividad persiste mientras el virus continúe en la sangre.
Desde que se detectara por primera vez hace casi 60 años, los principales brotes de enfermedad por el virus de Marburgo han acabado con la vida de 478 personas y han contagiado a un total de 590; lo cual representa un 81% de tasa de letalidad. Sin embargo, las estimaciones apuntan a que esta enfermedad ha causado la muerte de más de 3.500 personas en África. El brote registrado que más defunciones causó se produjo en Angola en 2005, con un total de 329 fallecidos.
¿Cuáles son los síntomas?
El período de tiempo entre la infección y la aparición de los síntomas resulta bastante amplio, pues va desde los dos a los 21 días. Afortunadamente, durante el tiempo de incubación el virus de Marburgo no es contagioso, pero si que la enfermedad produce un gran malestar al comienzo de la misma, con fiebre elevada, cefalea intensa y frecuentes dolores musculares. Al tercer día de incubación, los síntomas pueden traducirse en una diarrea acuosa intensa, dolor y cólicos abdominales, náuseas y vómitos, y también en esta fase aparecen manifestaciones hemorrágicas graves (que suele ser una de las causas de muerte).
¿Cómo se diagnostica?
Pese a que los síntomas se pueden detectar a los pocos días del contagio, lo cierto es que su diagnóstico resulta más complicado. Esto se debe al parecido clínico del virus de Marburgo con otras enfermedades infecciosas como el paludismo, la fiebre tifoidea, la shigelosis, la meningitis y otras fiebres hemorrágicas víricas. Uno de los métodos de diagnóstico son las pruebas de detección de antígenos, que se suma a la de inmunoadsorción enzimática (ELISA) y la de seroneutralización. En todas ellas el manejo de las muestras debe ser extremadamente cuidadoso, pues existe un riesgo muy alto de exposición a la enfermedad.
¿Cómo se previene el contagio?
La OMS señala que se debe evitar el contacto físico estrecho con pacientes infectados por el virus. Para aquellas personas que se encarguen del cuidado de los pacientes, se recomienda llevar guantes y otras prendas de protección personal adecuadas, así como lavarse las manos con regularidad. Pese a que el seguimiento de la enfermedad tiene una duración de unos 21 días, la OMS recomienda que los varones infectados con el virus apliquen medidas protectoras durante las relaciones sexuales, al menos durante los próximos 12 meses posteriores al inicio de los síntomas.
¿Existe una vacuna?
No existe vacuna ni ningún tratamiento autorizado para la enfermedad por el virus de Marburgo, pero se han empezado a posibilidad de facilitar el acceso a tratamientos experimentales en el marco de un ensayo clínico. Aunque, como recuerdan desde la OMS, la última decisión correrá a cargo de las autoridades nacionales y los investigadores de Guinea Ecuatorial.
Siete preguntas para aproximarnos al conocimiento de la enfermedad por virus de Marburgo.
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