Es Florian Zeller un dramaturgo parisino prestigioso y entre sus obras cabe destacar una trilogía sobre la familia con diferentes enfoques y con la salud mental como elemento clave visto desde distintas aristas: "La Mère" (2010), "Le Père" (2012) y "Le fils" (2018). Dio el salto del teatro al cine, atreviéndose a dirigir dos de estas obras. En 2020 estrenó El padre, considerada una de las mejores películas de ese año, con éxito de crítica y público, y numerosos premios para esta historia entre un anciano padre (Anthony Hopkins) y su hija (Olivia Coldman), con el Azheimer como invitado. Y en 2022 se estrenó El hijo, algo inferior que su predecesora, pero no menos importante por el tema tan relevante que aborda, donde se nos narra la peculiar relación entre un adolescente y su padre, al que no perdona que se haya ido a vivir con una mujer más joven tras dejar a su madre. Una historia que hoy viene a Cine y Pediatría por el tema que aborda y que lo hace visible: la depresión y suicido en la adolescencia. En ambas películas busca Zeller la compañía en el guion del veterano y multipremiado Christopher Hampton; y también se acompaña de prestigiosos directores musicales: Luvovico Einaudi para El padre y Hans Zimmer para El hijo. Veremos si con el tiempo se atreve con La madre…
Pete (Hugh Jackman) es un hombre de negocio que acaba de tener un hijo con su nueva pareja, Emma (Vanessa Kirby, a quien recordamos como protagonista total de la maravillosa película canadiense Fragmentos de una mujer). Los problemas comienzan cuando su ex esposa, Kate (Laura Dern), le cuenta que el hijo adolescente de ambos, Nicholas (Zen McGrath), lleva meses sin acudir a la escuela y no quiere vivir con ella. El chico decide vivir ahora con su padre y su nueva pareja, y aunque parece que los padres creen que las cosas van mejor, en realidad no es así por el estado depresivo preocupante que le acompaña: “La vida me pesa, algo tiene que cambiar, pero no sé qué… a veces siento que me estoy volviendo loco”. Anthony Hopkins, protagonista de El padre, aparece aquí en unos escasos diez minutos interpretando al padre de Peter, en un papel de persona distante y despiadado que marcó la infancia de su hijo y que ahora le dice a Pete: “Hola hijo, ¿viniste a decirme qué tan buen padre eres? ¿Qué quieres?, ¿un aplauso?”. Y ahora Pete no quiere repetir los errores con Nicholas.
A diferencia de El padre, que al utilizar como punto de vista al personaje de Hopkins transmitía muy bien el desasosiego y la impotencia ante el avance de la enfermedad de Alzheimer, en El hijo no llega a conseguir esa misma distancia emotiva, al estar contada desde los ojos del padre, quien finalmente nos dice: “Es mi pequeño. No puedo dejar de luchar por él”. Porque todos recuerdan haber sido una familia feliz con una infancia dichosa de Nicholas, algo muy diferente a lo que se enfrentan ahora en esta historia. Y que ni el apoyo psicológico y psiquiátrico al que piden ayuda logra revertir. Y que finaliza con una dedicatoria: “Para Gabriel”.
Porque los trastornos depresivos que aparecen en la infancia y la adolescencia suponen un importante problema de salud pública por su alta prevalencia y por el incremento en la morbilidad y mortalidad psicosocial. Trastornos que siempre han estado ahí, pero que tras la pandemia por COVID se ha incrementado su presencia y se ha hecho algo más visible en la sociedad. Las manifestaciones clínicas de la depresión en niños y adolescente se pueden englobar en tres tipos de síntomas: afectivos (humor triste o irritable, apatía y anhedonia, con frecuente aislamiento social y síntomas de angustia y ansiedad), físicos (inquietud psicomotriz o inhibición. astenia, alteración del apetito y del sueño con molestias físicas inespecíficas) y cognitivos (disminución de la capacidad de atención y concentración, fallos de memoria, distorsiones cognitivas negativas, baja autoestima e ideas de muerte o suicidio). Y cabe subrayar que el trastorno depresivo se asocia con el suicidio, siendo éste una de las primeras causas de muerte en adolescentes con una tendencia creciente. La conducta suicida incluye las tentativas de suicidio, la ideación suicida y la conducta autolesiva. Y no hay duda de que la detección, diagnóstico e intervención precoces son esenciales en esta enfermedad, así como el desarrollo de programas y estrategias de prevención.
La depresión y el suicido en el infancia y adolescencia es un problema de tal magnitud que debe conocerse y reconocerse. Donde es importante enfatizar la necesidad de no confundir con simple tristeza, porque la depresión es enfermedad psiquiátrica que requiere atención especial. Y cuando Nicholas, el protagonista de El hijo, dice a sus padres “No sé qué es lo que me sucede”, en realidad está lanzando un grito de auxilio que no debemos desatender ni minusvalorar.
Estamos a punto de superar los 700 post de Cine y Pediatría y este tema alrededor de la depresión y suicidio en esta etapa de la vida ha sido un tema argumental en muy pocas películas, aunque ha estado presente en
Las vírgenes suicidas (Sofia Coppola, 1999), Inocencia interrumpida (James Mangold, 1999), Una historia casi divertida (Ryan Fleck y Anna Boden, 2010), Princesa (Han Gong-Ju) (Lee Su-jin, 2013), Jean François y el sentido de la vida (Sergi Portabella, 2018) y Yo, adolescente (Lucas Santa Ana, 2019). Pero es la película británica El hijo quien mira más de cara a cara a este grave problema.
2 comentarios:
Todo culpa del Padre que fue buscar a otra mujer y eso le causó una fuerte depresión . Sólo culpo a el. Pobre niño 😭😭😭
Y cuando dice que la madre estaba todo el día hablando mal del padre , no le afectó ?
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