El número tres parece ser bastante común entre directoras y directores de cine para contar una historia o desarrollar una temática. El séptimo arte está lleno de míticas trilogías como El Padrino de Francis Ford Coppola o El Señor de los Anillos de Peter Jackson, fundamentadas en conocidas novelas. Y con decenas de trilogías relacionadas con una temática particular, como La trilogía de El secreto de vivir de Frank Capra, la trilogía de La guerra de Roberto Rossellini, la trilogía de Nokiro de Yasujiro Ozu, la trilogía de La condición humana de Masaki Kobayashi, la trilogía de La incomunicación de Michelangelo Antonioni, la trilogía del Silencio de Dios de Ingmar Bergman, la trilogía sobre La búsqueda de la verdad de Luis Buñuel, la trilogía Qatsi de Godfrey Reggio, la trilogía de Koker de Abbas Kiarostami, la trilogía de Las fronteras de Theo Angelopoulos, la trilogía de Los tres colores de Krzysztof Kieslowski, la trilogía de La psicosis de David Lynch, la trilogía Before de Richard Linklater, la trilogía de La depresión de Lars Von Trier, la trilogía sobre El poder de Aleksadr Sokurov, la trilogía de La existencia de Roy Andersson o la trilogía de La venganza de Park Chan-wood, entre otros.
Y a esta apasionante lista de trilogías de cine desde muy distintas filmografías, llega desde España la trilogía Madre e hijo de Juan Antonio Bayona. Una trilogía con historias - como le ocurre a muchas otras trilogías - que no se relacionan entre sí, pero que comparten el mismo tema, en este caso la relaciones madre e hijo. Todo comenzó, apadrinado por Guillermo del Toro (y tras un encuentro en el Festival de Sitges), con su ópera prima, El orfanato (2007), y le siguieron Lo imposible (2012) y Un monstruo viene a verme (2016). Tres películas de diferentes géneros, pero todas ellas con éxito de crítica y público, multipremiadas y con rasgos muy característicos de este gran director barcelonés que comenzó su carrera dirigiendo comerciales y vídeos musicales. Tal fue el éxito de esta circunstancial trilogía que, a continuación, dio el gran salto a Hollywood, pues Universal Studios le ofreció la dirección de Jurassic World: El reino caído (2018), la segunda película de la saga.
- El orfanato (2007)
Película de terror fantástico, incluida en el subgénero de casas encantadas. Los protagonistas principales son Laura (Belén Rueda) y su hijo Simón (Roger Princep). Laura fue una niña adoptada, y ahora, ya adulta, regresa con su familia a ese orfanato abandonado en el que creció en su infancia, y con el propósito de abrir una residencia para niños discapacitados. Entre las paredes del viejo caserón (en realidad una villa colonial en el pueblo de Llanes), comienza a vivir con su marido y su hijo. Y en este ambiente Simón comienza a describir unos amigos imaginarios, seis en concreto, pero con el protagonismo de Tomás (quien lleva siempre un saco en la cabeza para tapar su malformación craneal), y se deja arrastrar por la imaginación, la fantasía y el temor (“Yo no voy a ser mayor, yo no voy a crecer, como mis nuevos amigos” o “¿Con cuántos años te vas a morir?”, le pregunta a su madre), y que alimenta también con la lectura de Peter Pan, todo un guiño al final de la película. El niño acabará descubriendo que también es adoptado y descubriremos que es portador del virus de la inmunodeficiencia humana.
Tras la desaparición de Simón, en la búsqueda se recurre a todos los medios de búsqueda, también al espiritismo, y así le dice la médium: “Usted oye, pero no escucha. No se trata de ver para creer, sino de creer para ver. Crea. Entonces verá”. Y con el juego “Un, dos, tres, toca la pared”, llegamos a un final en que nos nuestra como esta madre e hijo se asemejan a Wendy y Peter Pan, y terminan junto a los niños perdidos.
El orfanato fue un deslumbrante debut, gran triunfador en su año de los Goya con 14 nominaciones y 7 premios (incluyendo mejor director novel y mejor guion).
- Lo imposible (2012)
Drama basado en hechos reales (que rememora el tsunami que tuvo lugar a finales del año 2004 y que sacudió gran parte de la costa del sudeste asiático) y que es la historia de supervivencia que tuvo que vivir la familia española formada por María, Quique, Lucas, Tomás y Simón.
Aquella mañana del fatídico 26 de diciembre, mientras toda la familia se encuentra en la piscina del complejo a orillas del mar, un tremendo tsunami cambia la vida de esta familia y la vida de millones de personas. Aquí los protagonistas principales son María (Nomi Watts) y su hijo Lucas (Tom Holland), quienes son arrastrados por el agua y luchan por sobrevivir y reencontrarse con el resto de la familia.
La producción es excelente y los efectos especiales impresionantes (las escenas principales del tsunami fueron grabados en los extintos estudios Ciudad de la Luz de Alicante), y fue la gran triunfadora de los Goya con 14 nominaciones y 5 premios (incluyendo mejor director), y también le valió a Naomi Watts una nominación al Óscar a mejor actriz.
- Un monstruo viene a verme (2016)
Película fantástica, basado en la novela de Patrick Ness, y que cierra esta trilogía fusionando sus dos únicas (y exitosas) películas previas, aunado el misterio de El orfanato y los efectos especiales de Lo imposible.Los protagonistas principales son Mum (Felicity Jones) y su hijo Connor (Lewis MacDougall).
Tras la separación de sus padres, Connor, un chico de 12 años, tendrá que ocuparse de llevar las riendas de la casa, pues su madre está enferma de cáncer. Así las cosas, el niño intentará superar sus miedos y fobias con la ayuda de un monstruo (que es un anciano tejo durante el día). “Lo sé todo sobre ti, Connor. Esa verdad que escondes, la que sueñas”, le dice el monstruo, quien llega siempre a las 12,07 hs de la noche y le cuenta tres historias, no fáciles de entender (historias contadas con dibujos animados), a cambio de que Connor le cuente al final la suya. Un filme con gran profundidad psicológica, donde se traslucen temas con los que todos nos enfrentamos en la vida: las relaciones humanas, la culpa, las emociones, la aceptación y el duelo. Y con ese diario con sus dibujos de la infancia que la madre deja a su hijo, todo cobra sentido.
Y con esta trilogía Bayona apela a la emoción, a los temores, a la superación y a la fantasía, materias de la que está hecho el propio cine. Y lo que tienen en común, estas sus tres primeras películas, es el ideal de la madre y el instinto maternal, especialmente en la ausencia (momentánea o permanente) del padre, dejando que la responsabilidad por el hijo recaiga en ella (y a veces al contrario). La madre en esta trilogía se sacrifica y sufre por sus hijos, y en tres figuras diferentes: la madre sin hijos (o el hijo adoptado que desaparece) de El orfanato, la madre presente que guía a su hijo bajo el instinto de supervivencia en Lo imposible, y la madre ausente (o el hijo sin madre), esa madre enferma que lo prepara para su ausencia en Un monstruo viene a verme. Porque la relación madre e hijo en cada una de estas películas gira alrededor de la separación o la posibilidad de esta. Y estas separaciones también se han llegado a definir en tres figuras: la separación del pasado en El orfanato, la separación del presente que se teme en Lo imposible, y la separación del futuro por la enfermedad en Un monstruo viene a verme.
Y finalizamos esta revisión a la trilogía Madre e hijo de J.A. Bayona refiriendo algunos otros datos comunes entre ella. Porque en las tres películas contó con sus colaboradores habituales en la música (Fernando Velázquez), en la fotografía (Óscar Faura) y en la escritura del guion (Sergio G. Sánchez, si bien en la tercera el mismo novelista, Patrick Ness, actuó de guionista). Y curiosamente en las tres películas la actriz Geraldine Chaplin protagoniza tres pequeños papeles: de médium en El orfanato, de anciana en Lo imposible y de directora del colegio en un Monstruo viene a verme (por cierto, también apareció luego en Jurassic World: El reino caído).
Y finalizo con una nota al cortometraje de 38 minutos que este director dirigió en el año 2015, bajo el título 9 días en Haití, muy apropiada también en Cine y Pediatría, pues es un documental sobre la cooperación y el derecho a tener una oportunidad, y todo ello a través de la mirada de la infancia.
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