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lunes, 14 de agosto de 2023

La cita con D. Santiago Ramón y Cajal… y sus citas

 

Es uno de los científicos más icónicos de España, un nombre y una trayectoria ejemplar la de este médico navarro nacido a mediados del siglo XIX en el pequeño pueblo de Petilla de Aragón. Y la peculiaridad geográfica de este pueblo, al ser un exclave de Navarra enclavado en la provincia de Zaragoza (es decir, un territorio navarro rodeado por tierras aragonesas) ha sido el acicate de la eterna discusión sobre si SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL (nacido en la localidad) era aragonés o navarro, por el hecho de que Ramón y Cajal abandonara en su más tierna infancia las tierras navarras de Petilla y se criara en tierras aragonesas, además de ser hijo de aragoneses. Y es lógico reivindicar el origen del considera como padre de la Neurociencia moderna y el mejor científico de la historia de España. 

Era Santiago hijo de médico cirujano, y fue este oficio el que hizo que tuviera que vivir una infancia entre continuos cambios de residencia por distintas poblaciones aragonesas (Larrés, Luna, Valpalmas y Ayerbe). Decir que fue un niño díscolo y gamberro, mal estudiante y que llegó a sacar el bachillerato por los pelos. Nada hacía pensar lo que luego devendría… Y desde bien pequeño desarrolló su gusto por las artes plásticas y por la naturaleza, afición que luego reforzaría por sus relaciones con los miembros de la Institución Libre de Enseñanza. 

Estudió Medicina en la Universidad de Zaragoza y, mientras era estudiante, tuvo tiempo para lo que él llamaba sus “manías” (su manía gimnástica, su manía literaria, su manía razonadora y su manía romántica), finalizando la carrera en 1873 con 21 años, momento en el cual sería llamado a filas en la Quinta de Castelar. Regresó en 1875 e invirtió el dinero de sus pagas en un microscopio y los útiles necesarios para establecer un pequeño laboratorio y comenzar su doctorado que finalizó en 1877 con una tesis titulada “Patogenia de la inflamación”. En los años siguientes trabajó como médico, al mismo tiempo que ocupó cátedras en las universidades de Valencia y Barcelona. 

El año 1888 fue de especial importancia en su vida, pues fue cuando realizó las investigaciones sobre el sistema nervioso en las que descubrió que el tejido cerebral estaba compuesto por células nerviosas individuales y las relaciones entre ellas que daban lugar a la propagación de los impulsos nerviosos. Esta teoría recibió el nombre de “Doctrina de la neurona” y fue aceptada por el Congreso de la Sociedad Anatómica Alemana celebrada en Berlín en 1889. Ese mismo año se casa con Silveria Fañanás y su esposa sería su principal apoyo a lo largo de toda la vida. 

En 1892 se trasladó a Madrid para ocupar la cátedra de Histología e Histoquímica Normal y Anatomía Patológica de la Universidad Central de Madrid. En 1901, el gobierno creó un moderno Laboratorio de Investigaciones Biológicas donde trabajaría hasta 1922 cuando se jubiló. Después trabajaría en el Instituto Ramón y Cajal hasta su muerte. El reconocimiento que obtuvo en Berlín por la Sociedad Anatómica Alemana fue el catalizador de una serie de reconocimientos entre los que destaca el Premio Nobel en Fisiología y Medicina que le fue concedido junto con Camilo Golgi en 1906. Y es así porque para poder analizar la estructura individual de las neuronas, Ramón y Cajal utilizó una prueba llamada “método de tinción de plata” que Golgi había desarrollado. A través de esta prueba, ambos investigadores encontraron que sistema nervioso funciona como una especie de malla o red. Esto significó un aporte importante, ya que anteriormente se pensaba que el sistema nervioso estaba compuesto por células separadas, que se comunicaban por continuidad (el mismo Golgi pensaba esto último). 

Es enorme el legado de Don Santiago. Toda su obra quedó compilada en un libro que se ha convertido en uno de los clásicos de la neurociencia: “El sistema nervioso del hombre y los vertebrados”. Y, aunque Ramón y Cajal no estudió directamente neuropatología, muchos de los conocimientos e investigaciones que desarrolló han sido utilizados para comprender las funciones y alteraciones de los sistemas neuronales. 

Su legado es una síntesis de su gran trabajo como científico y de su habilidad con el dibujo. Las capacidades artísticas de Cajal se ven reflejadas en su producción científica, dado que tenía una habilidad magistral para plasmar en papel lo que veía a través del microscopio. Los dibujos histológicos están realizados en papel de baja calidad y, a pesar de ello, son verdaderas obras de arte de pequeño formato por la fidelidad con la que muestran los tejidos que representan. Dibujadas con lápiz de grafito y pintadas posteriormente con tinta india representan estructuras tridimensionales que nos ayudan a comprender la complejidad de las estructuras cerebrales. Solo unas pocas están coloreadas. Estas piezas constituyen verdaderas joyas tanto para la comunidad científica como para la artística por la belleza de las composiciones y sus similitudes con la naturaleza. Y que algunos sitúan al nivel de los dibujos de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel por la excepcional combinación de rigor científico y expresividad artística. 

Pero nos dejó más legados, como el de su importante labor docente (“el más humilde de los profesores de España”, como se definía, y que dejó amplios discípulos y el propio Instituto Cajal), su tarea como gestor (aunque renunció dos veces a ser ministro, si aceptó la presidencia de la Junta para la Ampliación de Estudios) o como pensador original e ingenioso. Y de ese ingenio quiero recomendar el libro “Citas con Cajal” de José Ramón Alonso, catedrático de Neurociencias de la Universidad de Salamanca y gran divulgador, y que ha sido publicado por Fundación Lilly. 

Este libro de citas se nutre de la afición a escribir de Cajal, incluido varios libros donde describe en detalle su trayectoria personal y profesional, y que incluye: “Reglas y consejos sobre la investigación biológica” (1899), “Recuerdos de mi vida” (1901, con dos partes: “Mi infancia y juventud” e “Historia de mi labor científica”), “Charlas de café” (1922) y “El mundo visto a los 80 años. Impresiones de un arterioesclerótico” (1934). He aquí alguna selección de citas: 

“El adolescente adora la hipérboles; cuando pinta, exagera el color; si narra, amplifica y diluye; admira en los escritores el estilo enfático, vehemente y declamatorio, y en los políticos las tesis audaces y radicales. Prefiere lo particular a lo general, lo ideal a lo reala, la acción a la palabra” 

“Se nos aprecia por nuestras aptitudes y talentos; pero solo somos queridos a causa de algunos defectos agradables” 

“En materia de arte no importa el modo, sino la moda” 

“La verdadera característica del hombre discreto no consiste en hablar, y menos en charlar, sino en conversar” 

“España semejó antaño a la Victoria de Samotracia, muy grande, alada y gallarda, pero sin manos ni cabeza” 

“La mitad de la felicidad – se ha dicho hartas veces – depende de la ilusión, y la otra mitad, de la esperanza” 

“Los grandes hombres son, a ratos geniso, a ratos, niños, y siempre incompletos” 

“La más pura gloria del maestro consiste no en formar discípulos que le sigan, sino en formar sabios que le superen” 

“En política, todo necio es peligroso mientras no demuestre con hechos su inocuidad” 

“La virtud es una línea horizontal; la fuerza, una línea vertical, y la astucia, una línea oblicua” 

Y muchas más en este libro de más de 400 páginas. En lo que es una cita con D. Santiago Ramón y Cajal… y con sus citas.

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