Blog personal, no ligado a ninguna Sociedad científica profesional. Los contenidos de este blog están especialmente destinados a profesionales sanitarios interesados en la salud infantojuvenil
En agosto de 2020 presentamos el primer libro de Imágenes de la Semana de la plataforma Continuum, bajo el título de “Imágenes en patología infecciosa”. Y hoy tenemos la satisfacción de compartir el segundo libro temático de esta interesante sección de la plataforma de formación continuada on line de la AEP, en este caso bajo el título de "IMÁGENES EN NEONATOLOGÍA".
De nuevo, un libro que es producto de un trabajo de equipo, desde todo el Equipo de Continuum a la edición de Lúa Ediciones 3.0, pero con el especial agradecimiento a cada uno de los autores (adjuntos y residentes de Pediatría en su mayoría) que han elaborado cada uno de estos capítulos con las imágenes y la experiencia de su práctica clínica.
Tal como describe en el prólogo el Dr. Manuel Sánchez Luna, presidente de la Sociedad Española de Pediatría:"Es muy de agradecer a los editores haber conseguido elaborar un libro de casos neonatales tan bien realizado, con una excelente calidad iconográfica y la exposición en modo de preguntas y respuestas razonadas que ayudan indudablemente al aprendizaje por parte del lector. La variedad de los procesos presentados es grande y ofrece un abanico de problemas que plantean con mucha frecuencia el diagnóstico diferencial entre diferentes diagnósticos. Es por ello por lo que este formato es muy adecuado, debido a su capacidad docente, y supone un enorme esfuerzo de síntesis para plasmar este diagnóstico diferencial por parte de los pediatras implicados en cada caso clínico". Y continúa: “El resultado de este enorme trabajo es uno de los libros más amplios y completos que se han realizado hasta ahora sobre nuestra especialidad, en un formato moderno y ágil que incluye casos clínicos comentados con diagnóstico diferencial, siendo este su mayor acierto”.
El libro está ubicado en la Biblioteca de Continuum, desde donde podéis acceder, pero también lo podéis realizar desde la señal de “novedad” de la propia sección de Imagne de la Semana.
Un libro de 178 páginas donde se analizan en profundidad 50 imágenes sobre diferentes patologías y procesos en el periodo neonatal, con un formato docente muy atractivo. Un libro que cuenta con el citado prólogo del presidente de la Sociedad Española de Neonatología y la introducción del compañero responsable de esta sección, el Dr. Manuel Praena.
El libro es de acceso gratuito a todos los socios de la AEP. Para aquellos que no sean socios de la AEP, el libro tiene un precio de descarga.
Es una gran satisfacción para todo el equipo que hemos formado parte del equipo de Continuum desde hace una década. Y a buen seguro también, una alegría para todos los pediatras que conformamos la AEP.
Y ya van cuatro libros publicados desde Continuum… y esperemos que sea solo el inicio de un largo viaje.
Hernán Zin, nacido en Buenos Aires y afincado en Madrid, es un reportero de guerra, escritor, cineasta y productor ítalo-argentino, quien recorre el mundo dirigiendo documentales y escribiendo libros con especial interés en los derechos humanos, la pobreza, los conflictos armados y los problemas del medioambiente que asolan este mundo. Consta en su biografía que ha trabajado en más de 80 países de África, América Latina, Asia y Europa. Ha dirigido al menos 21 películas documentales (y ha colaborado en unas cuantas más como productor o director de fotografía), desde su ópera prima, Villa miserias (2009), sobre el chabolismo de las grandes ciudades, hasta Somos únicxs (2022), una radiografía del bullying a través del testimonio de varios deportistas. Y por ello ha recibido sendas nominaciones a los premios Emmy, Grammy y Goya y ha sido ganador de varios Premios Forqué. Conocí a Hernán Zin hace un par de años en la proyección en unos cines de Alicante de su película 2020 (2020), filmada ese mismo año y que fue un reflejo de cómo la pandemia COVID-19 golpeó a la ciudad de Madrid.
Y hoy recuperamos su película Nacido en Gaza (2014), que debe prescribirse como de obligado visionado para tomar conciencia de lo que significa para la infancia el enésimo brote bélico del conflicto palestino-israelí, tan prolongado en el tiempo y con tantas aristas que nos resulta difícil entender bien. Una película documental de 78 minutos rodada durante el ataque israelí contra la franja de Gaza entre julio y agosto de 2014 y donde se sigue a diez niños y niñas que cuentan cómo es su vida diaria bajo las bombas y el embargo y cómo luchan para superar el horror de sus vivencias en la guerra. Y que comienza así: “Este documental se rodó durante la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza en 2014. Ofensiva que dejó 507 niños muertos y 3.598 heridos. A ello está dedicado”.
Estos son sus protagonistas, cuyas edades oscilan entre los 6 y los 14 años, con algunas de las reflexiones que nos dejan, incluyendo algunas notas que el director añade en el relato y que nos pone en situación. Una película que se ve con el corazón en un puño.
- Mohamed es un adolescente que trabaja recogiendo plásticos en los basureros o en la lonja de pescado, pues es el único que puede traer algo de dinero a la familia: “La situación es muy complicada. Cada dos años tenemos una guerra. Y no podemos aguantarlo. Nos bloquean y nos cierran el mar”. “Nos da miedo movernos por nuestra tierra, porque hay misiles que no han explotado… Me gustaría ir al colegio sin tener que pasar miedo. Vivir como otros niños en el mundo”.
Notas: “En las últimas dos décadas el desempleo se ha multiplicado por cuatro, alcanzado al 455 de la población”. “Entre el 7 de julio y el 26 de agosto de 2014, murieron 1.475 civiles palestinos. El 70% de los niños muertos tenía menos de 12 años”.
- Udai es un niño que regresa a su casa bombardeada y rebusca por si quedara algo que se pueda aprovechar: “Tengo muchas pesadillas. No puedo dormir”.
- Mahmud es un adolescente que recorre la granja e invernaderos de su padre, que han vuelto a ser asolados, lo que ya se ha repetido once veces en los últimos 13 años: “Cuando ellos entran, matan y destruyen. Lo destruyen todo… Ya no tenemos dónde vivir”.
Nota: “24.000 familias que viven de la agricultura y la ganadería se han visto obligadas a abandonar sus tierras y propiedades. Unas 17.000 hectáreas de tierras de cultivo han sido afectadas durante el conflicto”.
- Sondos es un niña que acude al Hospital Al Shifa de Ciudad de Gaza a que le curen las heridas que le dejó un bombardeo: “El misil me hirió en la barriga y se me salieron las tripas. El médico me dijo que mi corazón se paró dos veces…Tengo que estar agradecida. Hay niños que han muerto y otros que están mucho peor que yo”.
- Rajaf es uno de los muchos hijos que añora a su padre asesinado: “Mi padre era buena gente, salvaba vidas como conductor de ambulancias. No entiendo por qué le han matado”.
Nota; “Durante la ofensiva, seis conductores de ambulancia y 13 trabajadores sanitarios murieron mientras se dirigían a rescatar heridos. Otros 49 médicos, enfermeras y conductores de ambulancia; y 33 trabajadores humanitarios sufrieron heridas en los ataques”.
- Malak es una preadolescente que asiste a una escuela regida por las Naciones Unidas, la Escuela para niñas de Yabalia: “Nos bombardearon estando en la escuela. Ni siquiera este lugar es seguro… Escuchamos el último misil, que alcanzó a mi primo y a mi hermano. Cayó entre los dos. Los dos murieron en el acto”. “Apenas duermo. Siempre estoy preocupada por e. bombardeo”. “Ojalá no haya más guerras después de esta, pero presiento que sí la habrá, ya que cada uno o dos años acaba repitiéndose lo mismo”.
- Hamada y Motasem son dos amigos que vivieron como otros cuatro primos fallecieron mientras un día jugaban al fútbol en la playa: “Los cuatro niños que murieron eran de la misma familia. Eran todos primos míos. Me han quitado mucha metralla…”. “Entonces, ¿qué harán con nosotros cuando seamos mayores?”. “Nosotros vivimos una vida de mierda. Tierra, mar, todo bloqueado… Me gustaría entrar en la resistencia y hacer justicia por mis primos”.
Nota: “Los barcos de pesca palestinos solo puede salir a faenar a seis millas de la costa. 3.600 familias de pescadores se han visto afectadas por el conflicto”.
- Bisan y Haia son dos niñas, pero la segunda es sobrina de la primera, que es la más joven: “Bisan estaba jugando cuando la bombardearon. Bisán está triste porque su papá y su mamá han muerto. Ahora vivimos juntas, como si fuéramos hermanas… Ella no habla con nosotros sobre lo que pasó”.
Y tras la presentación de estos diez protagonistas, se hace un salto temporal de tres meses. Y es cuando nos confirman que nadie les ayuda de verdad y ellos mismos solicitan tratamiento psicológico. Motasem es el que peor lo está pasando y ha intentado suicidarse varias veces. Bisan sigue con las heridas en la cara y precisará cirugía plástica, pero debido al estrés postraumático cada día tiene más problemas de comunicarse. Malek tiene cáncer, pero ha perdido parte de su tratamiento por la guerra, pues no podía acudir al hospital. Udai sigue acudiendo a su casa, derruida como el primer día y sin ningún cambio, mientras su familia sigue en la calle y se acerca el invierno. Mohamed sigue siendo el único que trabaja de su familia y aguanta en todos los trabajos, por duros que sean, pues es el único que trabaja en la familia y puede evitar que se mueran de hambre. La situación para cada uno de ellos está peor que tras el alto el fuego. Nota: “Más de 400.000 niños necesitan ayuda psicológica”.
Es una sensación muy difícil de digerir lo que uno siente tras acabar de ver Nacido en Gaza, donde estos niños y sus familias nos abren las puertas de sus vidas. Pues han conseguido abrir una herida en la nuestra… en nuestra lejana y acomodada sociedad. Y que vemos tan lejos este conflicto, esta dura realidad que incomoda y que ahora revisamos desde una perspectiva infantil y relatada por ellos, que desde su nacimiento ya se encuentran en mundo sin razón, sin horizonte, donde la fragilidad que la vida se te escape es la realidad de cada día y no hay escapatoria. Un pueblo, el palestino, con un pasado milenario, pero sin presente y sin futuro.
Y es que, como nos recuerda Amnistía Internacional, el caso de Israel encierra una triste paradoja. Por un lado, el Estado de Israel existe porque una resolución de Naciones Unidas le concede el derecho de existir, por lo que es el primer Estado moderno creado de esta manera. Por el otro, el Estado de Israel no deja de vulnerar sistemáticamente todas y cada una de las resoluciones de esa misma organización que le dio la vida y que le reconoció la legitimidad de su existencia. Y es que Israel representa a un pueblo que sufrió en sus carnes unos crímenes atroces. Y años después es responsable de vulneraciones constantes del derecho internacional y de un sometimiento, represión y opresión constitutivos de crímenes de guerra contra otro pueblo marginado y repudiado: el palestino.
En este enlace de Amnistía Internacional se dibujan ocho claves para entender mejor el conflicto palestino-israelí -y con ello lo que trasciende en Nacido en Gaza -.
Fue a principios de la década de los 80 cuando comenzó el germen del Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina (CNEM) en Alicante, congreso pionero en el país en esta actividad, mucho antes incluso que las reuniones y congresos de muchas sociedades científicas. Pero todo tiene su historia y mucho ha cambiado desde entonces… y eso ya lo comentamos en una entrada previa en el blog.
En resumen cabe indicar que fue en junio de 1983 cuando se celebró el I Minicongreso de Terapéutica Farmacológica, germen del CNEM. Y mantuvo esta nomenclatura en dos ediciones, pero que en la edición de 1987 se llamo V Minicongreso de Patología y Terapéutica, manteniéndose a partir de entonces esta numeración. Fue en la decima edición, en 1992, en la cual quedaron fijadas las características que se mantienen hasta ahora y en el año 1997, cuando se aplica la calificación de Nacional en el nombre del Congreso.
Y es por ello que el CNEM se ha convertido, por su calidad y pervivencia, en el congreso más sólido y conocido de estas características en España. Y da buena muestra de ello el que este año 2023 se va a celebrar del 25 al 27 de octubre la XLI edición nacional y la XIX internacional.
Mi participación en el CNEM se prolonga durante siete ediciones, en un principio como tutor de las comunicaciones de estudiantes y en las últimas ediciones como ponente:
Y este año 2023 (XLI CNEM) vuelvo a ser invitado a la entrega del Premio de Investigación Infantil (en representación de la Asociación Española de Pediatría) y lo haremos con la ponencia “Prevención cuaternaria: la contención como imperativo ético”. Y ello porque consideramos que son conceptos clave para entender desde la formación en la Facultad de Medicina que debemos ofrecer la máxima calidad con la mínima cantidad de intervenciones y en el lugar más cercano al paciente.
Os dejamos el programa de este congreso para confirmar el trabajo y la calidad del mismo en la organización del congreso por parte de los estudiantes, con Mesas redondas de franco interés.
Y también compartimos nuestra ponencia, para su reflexión y análisis.
La Sociedad Española de Neonatología estableció en el año 2004 y 2013 los niveles asistenciales de las unidades neonatales en España. De ello dimos buena cuenta en el blog hace una década dentro de nuestra sección de Neo-Dividencias.
Y regresamos sobre el tema, pues se acaba de publicar una actualización por parte del Comité de Estándares y Junta Directiva y Comité Asesor de la Sociedad Española de Neonatología. Y ello porque, tal como se comenta en el artículo (que recomendamos revisar en toda su extensión en este enlace) ha cambiado la natalidad en nuestro país, así como la universalización del conocimiento, de las técnicas y de los dispositivos de tratamiento de los pacientes ha evolucionado significativamente. Y esta situación obliga a una redefinición de los actuales niveles asistenciales basándose en criterios de calidad que permitan una mejor comparabilidad entre las unidades y supongan un impulso para la mejora en la atención de nuestros recién nacidos.
Ya en la edición de 2013 se explicitaban los niveles asistenciales de las unidades neonatales en España en tres niveles, según su complejidad y número de partos atendidos: Nivel I, Nivel II (IIA y IIB) y Nivel III (IIIA, IIIB y IIIC). Pero se plantean unos nuevos criterios definitorios de los niveles asistenciales basados no solo en criterios de cantidad, sino en la atención que pueden realizar y probablemente más importante, también en criterios de calidad (que se dividen en criterios de estructura, de proceso y de resultado).
Y en base a ello plantean esta redefinición de las unidades o servicios neonatales en España pasan a definirse en función de dos criterios.
a) En base en las características de los pacientes que se pueden atender, se establecen los siguientes niveles:
• Nivel I: unidades neonatales que atienden a recién nacidos por encima de las 35 semanas y/o 2.000 g donde no se prevé un parto complicado ni patología neonatal que requiera estudio o tratamiento. Son unidades básicas presentes en cualquier maternidad con personal formado en RCP y con conocimientos para la estabilización del paciente crítico y su posterior traslado.
• Nivel II: unidades neonatales que atienden pacientes por encima de los 1.500 g y/o 32 semanas donde no se prevean complicaciones significativas. Están capacitadas para estabilizar recién nacidos de peso o edad gestacional inferior para poder ser trasladados a un centro de nivel superior.
• Nivel III: unidades neonatales que cuenten con la capacidad profesional, material y técnica en la propia unidad para poder atender a todo tipo de recién nacidos con independencia de su peso, edad gestacional o complejidad.
b) En base a la atención a los niveles de calidad, las unidades neonatales se estructuran también en tres niveles (Q1, Q2 y Q3).
Para poder ser definida una unidad dentro de un nivel de calidad debe cumplir al menos el 80% de cada uno de los criterios (estructura, proceso, resultados) y debe alcanzarse el mínimo en los tres criterios para lograr el nivel de calidad indicado.
Además, la posesión y mantenimiento de una certificación según un modelo normativo de gestión de calidad reconocido nacional y/o internacionalmente (ISO / UNE / Joint Commission International, etc.) habilita a la unidad/servicio como poseedora de un plus de calidad que se identificará al lado del nivel Q con el signo + (Q1+, Q2+, Q3+).
De esta forma, cualquier unidad neonatal en España se podrá clasificar en base a un nivel I a III según la complejidad de los pacientes que atiende y por calidad de Q1 a Q3 según el nivel de calidad que disponga. Las unidades de nivel I deberán tener un nivel de calidad Q1 o Q2; las de nivel II podrán tener un nivel de calidad Q1, Q2 o Q3, idealmente Q2 o Q3; y las de nivel III deberán tener una calidad Q2 o Q3, idealmente Q3 para garantizar el acceso a la mayor calidad asistencial a los recién nacidos grandes prematuros. En caso de poseer una certificación reconocida se añadirá el símbolo + a la denominación de la unidad/servicio.
Una interesante visión, en pro de mejorar en cada unidad neonatal sus criterios de calidad (de estructura, de proceso y de resultados).
Que el cine español se declina en femenino en los últimos cinco años lo hemos recordado frecuentemente en Cine y Pediatría y sirva como ejemplo algunas películas ya destacadas: Verano 1993 (Carla Simón, 2017), Carmen y Lola (Arantxa Echevarría, 2018), La inocencia (Lucía Alemany, 2019), Las niñas (Pilar Palomero, 2020), Libertad (Clara Roquet, 2021), Chavalas (Carol Rodríguez Colás, 2021), La maternal (Pilar Palomero, 2022) o Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022), Todas ellas con éxito de crítica y público, multipremiadas, muchas con el Goya a mejor director novel (directora, claro está, en todas ellas). Y hoy llega una de las grandes (y agradables) sorpresas de este año con 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola Solaguren, 2023).
Es 20.000 especies de abejas un poético título para un realista, conmovedor y luminoso retrato sobre la búsqueda de la identidad de una niña trans de 8 años y por el que la joven actriz vasca Sofía Otero hizo historia en la Berlinale de 2023, pues se ha convertido en la actriz más joven en ganar el Oso de plata a la mejor interpretación femenina. Es inolvidable su papel como Aitor/Lucía/Cocó.
Cocó es el apodo con el que le llama su familia y reconoce que no encaja en las expectativas del resto y no entiende por qué. Todos a su alrededor insisten en llamarle Aitor, pero no se reconoce en ese nombre ni en la mirada de los demás; porque quiere ser y llamarse Lucía. Su madre Ane (Patricia López Arnaiz), sumida en una crisis profesional y sentimental, aprovechará las vacaciones para viajar con sus tres hijos a la casa materna en el pueblo, donde reside su madre Lita (Itziar Lazkano) y su tía Lourdes (Ane Gabarain), una familia estrechamente ligada a la cría de abejas y la producción de miel. Será un verano que cambiará sus vidas, la de las tres generaciones: la de Aitor/Lucía/Cocó, la de su comprensiva pero desorientada madre y la de su conservadora abuela. Tres generaciones enfrentándose a sus dudas y temores en relación con la transexualidad, con renuncias del pasado e interrogantes del futuro, algo que ya vimos de alguna manera en la película estadounidense 3 generaciones (Gaby Dellal, 2015).
A su temprana edad, Aitor/Lucía/Cocó tiene muchas dudas, y así se confirma durante la película con las preguntas a su abuela (“¿Por qué soy así…?”), a su hermano mayor (“¿Tú crees que cuando estaba en la tripa de mama algo salió mal?”) o a su madre (“¿Yo me puedo morir para nacer otra vez siendo chica?”). Y mientras su madre pasa una gran parte del tiempo en el taller trabajando en sus esculturas de cera, Aitor lidia con su enuresis nocturna, su vergüenza al acudir a la piscina sin ropa, su oposición a que le corten el pelo,.. Y escucha a todos los que están a su alrededor, como esos consejos de un abuelo del pueblo: “La fe es un convencimiento de algo, pero que uno siente aquí dentro y por eso tira para adelante. Es como tener una certeza. Es una convicción de algo en lo que crees… La fe va más allá de lo que pueden ver nuestros ojos físicos, ¿entiendes?”. Y a tan joven edad, parece que sí lo entiende.
El trato a la transexualidad de nuestro joven protagonista es sutil y respetuoso. Sus preguntas, su comportamiento, su pelo largo, sus uñas pintadas, la comprensión de su madre, las advertencias de la abuela ante los dimes y diretes de la gente del pueblo (“Ponle límites, ponle límites… No ves que eres tú el que le estás haciendo especial, consintiéndole absolutamente todo”). Y ese significativo cambio de bañadores en la poza del río con su amiga, a la que le confiesa ”Mi verdadero nombre es Lucía”, la misma amiga que le expresó este bello pensamiento: “Mi abuelo dice que hay muchas especies de abejas y que todas son buenas”.
Se ve representado Aitor por las sirenas, y aunque la madre le intenta hacer ver que no hay diferencia entre chicos y chicas (“Las sirenas son parte de la imaginación y la imaginación también es parte de la realidad”), el resto de la familia se percata de esa situación que está viviendo. El padre cree que le han consentido demasiado. La madre cree que no han sabido ver lo que pasaba. Y la escena de la fiesta familiar en que Ane accede a que Aitor se vista como una niña, es clave: porque finalmente el pequeño se quita el vestido y ello para evitar el enfado del padre y la tristeza de la madre. Desaparece en la fiesta y le buscan todos desesperadamente alrededor del río; todos gritan Aitor y en un momento dado, su hermano y su madre le llaman Lucía, para que aparezca.
Y el final de 20.000 especies de abeja tiene el mismo sentido y sensibilidad que el resto de la historia. Una historia que cabe ver en versión original, para vivir ese bilingüismo entre el vasco y el español de sus protagonistas. Y por ello esta película entra por la puerta grande del buen cine, cine en español (y vasco) declinado en femenino. Cine alrededor de la transexualidad, pura poesía con un tema que en nuestra cinematografía patria ya lo hemos comentado previamente en otras dos películas, si bien estas de carácter documental: El viaje de Carla (Fernando Olmeda, 2014) y Me llamo Violeta (David Fernández de Castro y Marc Parramon, 2019).
Porque 20.000 especies de abejas abrazan la infancia trans con la suma de un buen guion y dirección de Estibaliz Urresola Solaguren y una gran interpretación coral, con el destacado lugar de Sofía Otero. Una película que combina con identidad la prosa y la poesía cinematográfica para abordar la identidad de género, pues como nos advierte uno de los personajes, “lo que no tiene nombre, no existe”.
Los servicios médicos, en particular, y la sanidad, en general, son un foco de buenas noticias continuas. Sin embargo, estas no se visualizan tanto como merecen, a no ser que se tenga en la institución un responsable de comunicación activo y proactivo en darlas a conocer. Y entonces todo cambia. Sin embargo, las malas noticas, aquellas que plantean polémica o conflictivo (ej. listas de espera, errores sanitarios, fallo del aire acondicionado en verano,…) son habituales, cuando no recurrentes. Y en demasiadas ocasiones el balance suele ser a favor de las malas noticias, cuando la realidad es muy otra en la sanidad (especialmente en la sanidad pública, que es la que conozco). Y está claro que la sociedad y los ciudadanos están felices cuando se les comunica los éxitos y buenas nuevas de los equipos sanitarios en su práctica clínica, en su actividad investigadora o en la gestión de la innovación.
Y es por ello que desde que inauguramos, ahora hace una década, la web del Servicio de Pediatría del Hospital General Universitario Dr. Balmis de Alicante, creamos una sección de Prensa, tanto para noticias de prensa, como vídeos y otras.
Y en este periodo hemos recogido un total de 265 buenas noticas generadas desde nuestro Servicio de Pediatría y que se pueden revisar en este enlace por fechas de publicación.
Un recurso más para crear el concepto de “hospital líquido” (H2.0), aquel que aprovecha las TIC (tecnologías de información y comunicación) para salir a la sociedad y donde la sociedad entre en la institución sanitaria. Y como buen "líquido", el hospital debe tener capacidad de adaptación, mientras que los hospitales “gaseosos” se lo lleva el viento y son casi invisibles y los hospitales “sólidos” se convierten en rígidos e inamovibles.
Y, a buen seguro, que de estas noticias no solo nos sentimos orgullosos el equipo multiprofesional que formamos parte del Servicio de Pediatría, sino especialmente la sociedad a la que servimos.
He aquí la selección de algunas noticas que fueron importantes y siguen presentes.
Estos son algunos ejemplos de buenas noticias desde nuestro Servicio de Pediatría. Porque sumar y compartir son dos verbos muy importantes en el siglo XXI. Y porque los "hospitales líquidos" solo se pueden entender con "profesionales sólidos" que generan estas buenas nuevas en la sanidad pública.
Hace aproximadamente un año anunciábamos el nacimiento de la revista Arte y Medicina, promovida desde la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas (ASEMEYA) y con un ritmo de publicación de 3-4 números al año.
Mi primera colaboración en esta revista, como miembro de ASEMEYA, tuvo lugar con el artículo “Delibes, un novelista de cine”.
Y acaba de publicarse la segunda colaboración, bajo el título de “Retratos en la pintura y en el cine, cuadros y encuadres” y con dos partes muy definidas:
a) El retrato en el arte de la pintura (cuadros), con un breve recorrido histórico y con algunos ejemplos icónicos, con la santísima trinidad del retrato, sin dudar en lo que respecta al padre y el hijo, quizás con dudas respecto al espíritu santo:
- El padre: “La Gioconda” (1503) de Leonardo Da Vinci, también conocida como La Mona Lisa, posiblemente una de las obras pictóricas más famosas de la historia.
- El hijo: “La joven de la perla” (1667) del neerlandés Johannes Vermeer, también conocida como Muchacha con turbante, La Mona Lisa holandesa o La Mona Lisa del norte.
- El espíritu santo (aquí cada uno puede variar su gusto): “American Gothic” (1930) de Grant Wood, “Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa” (1434) de Jan van Eyck, “La dama del armiño” (1489) de Leonardo da Vinci, “Autorretrato de Durero” (1500) de Durero, “Retrato de cardenal” (1510) de Rafael Sanzio, “Retrato de Enrique VIII” (1537) de Hans Holbein el Joven, “El caballero de la mano en el pecho” (1578) de El Greco, “Inocencio X” (1650) de Diego Velázquez, “Retrato del Doctor Paul Gachet” (1890) de Van Gogh, “Retrato de Adele Bloch-Bauer I” (1907) de Gustva Klint, “Retrato de Lunia Czechowska” (1919) de Modigliani, “Retrato de Dora Maar” (1937) de Picasso, “Autorretrato con collar de espinas y colibrí” (1940) de Frida Kahlo, o tantos otros.
b) El retrato en el séptimo arte (encuadres), pues hay películas en las que un retrato tiene un papel protagonista, o cuando menos, importante y que tuvo especial protagonismo en varias películas de los años cuarenta:
- Destaca el maestro del suspense, Alfred Hitchcock, con tres películas: Rebeca (Rebecca, 1940) y Sospecha (Suspicion, 1941) y El proceso Paradine (Paradine Case, 1947); y en menor medida en Vértigo (De entre los muertos) (Vertigo, 1958) un retrato también tiene cierto protagonismo para la misteriosa Carlotta Valdés y que años después reproduciría su mejor imitador en Vestida para matar (Dressed to Kill, Brian de Palma, 1980).
- También podemos destacar al director Albert Lewin, director y productor estadounidense, que lo utilizó en dos ocasiones con El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray, 1945) y Pandora y el holandés errante (Pandora and the Flying Dutchman, 1951).
- Pero otros títulos emblemáticos son La mujer del cuadro (The Woman in the Window, Fritz Lang, 1944), Laura (Otto Preminger, 1944), El séptimo velo (The Seventh Veil, Compton Bennet, 1945), Jennie (Portrait of Jennie, William Dieterle, 1948), Luz que agoniza (Gaslight, George Cukor, 1944), El fantasma y la señora Muir (The Ghost and Mrs Muir, Joseph L. Mankiewicz, 1947), La heredera (The Heiress, William Wyler, 1949), etc.
- Y en el cine español se podría recuperar la película Crónica sentimental en rojo (Francisco Rovira Beleta, 1986).
Pintura y cine, cuadros y encuadres, retratos de cine para el recuerdo. La fusión de las artes bajo la mirada de un retrato.
Os dejamos en este enlace el artículo publicado en la revista Arte y Medicina, que se puede revisar en las páginas 23 a 29.
Las guerras, las malditas guerras, son la punta del iceberg de conflictos políticos, religiosos y culturales entre distintos pueblos y que acompaña a la historia de la humanidad desde siempre. Algunos conflictos se acantonan en el tiempo, pero olvidamos en la distancia, aunque sigan latentes. Este es el caso del conflicto palestino-israelí, que se remonta a principios del siglo XX, pero que se declara la guerra en el año 1948, cuando ocurre la independencia del recién creado estado de Israel, establecido en la tierra de Palestina. Una guerra que ha generado 700.000 refugiados palestinos a los que se les negó aceptar el retorno y que han vivido desde entonces en campamentos de refugiados y ciudades de Líbano, Siria, Jordania, la franja de Gaza y de Cisjordania, entre otros lugares. Y este mes de octubre de 2023 se han desencadenado la guerra tras el ataque sorpresa de Hamas, el movimiento de resistencia islámica. Y por eso vuelve a estar de actualidad un conflicto que, realmente, nunca se ha solucionado.
Pues algo parecido ocurre con el conflicto turco-kurdo, que se remonta a dos siglos, aunque su fase moderna comienza en 1922, con el surgimiento del nacionalismo kurdo en paralelo con la formación del moderno Estado de Turquía.
Los kurdos son un pueblo mayoritariamente musulmán sunita, no árabe, con una lengua relacionada con el persa y que habita en las regiones montañosas fronterizas entre Armenia, Iraq, Irán, Siria y Turquía. Actualmente la mayor parte de los turcos se encuentran establecidos en el sureste de Turquía, en lo que corresponde a la amplia región de Anatolia, pues este pueblo de origen indoeuropeo se asentó en esta zona en torno al siglo X a.C. y, por tanto, son un pueblo milenario. han sido históricamente perseguidos por los países en los que residen debido a sus ansias independentistas. Considerados el mayor pueblo sin Estado del mundo, los kurdos han sido históricamente perseguidos por los países en los que residen debido a sus ansias independentistas. Y el conflicto turco-kurdo es una guerra civil que exige la independencia del Kurdistán (un territorio repartido entre cinco estados, Irak, Irán, Siria, Armenia y, especialmente, Turquía) y mayores derechos y culturales para los kurdos dentro de la República de Turquía.
Y esta introducción nos sirve para contextualizar la película turca Mi mejor amigo (Ferit Karahan, 2021), la sencilla y desgarradora epopeya infantil de dos niños huérfanos kurdos en un internado turco aislado en las montañas de Anatolia, una historia de amistad que combina la dureza de su escenario con la ternura de sus protagonistas. Tercer trabajo del director Ferit Karahan, coescrita junto a su esposa Gülistan Acet, un relato con tintes autobiográficos y crítica política. Una historia simple y corta para criticar al sistema educativo turco y a una sociedad adoctrinada en la obediencia y el miedo, y que nos devuelve una mirada retadora, la de ese alumno con el corte de pelo (recordar que el título original en turco, Okul Tiraçi se traduce como “corte de pelo escolar”), que nos mira de frente en la última escena y que nos deja tantas preguntas por contestar, cual Antoine Doinel en Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959).
La primera escena son las duchas colectivas de decenas de chicos en el internado (cómo me resulta de conocido a los que hemos vivido algo así) y sus habitaciones compartidas con varias literas, con los encargados de la disciplina intentando poner orden antes de acostarse. Yusuf (Samet Yildiz) y Memo (Ekin Koç), dos niños de 11 años, duermen en la misma habitación. A la mañana siguiente, Yusuf comprueba que Memo está enfermo y no se puede levantar. No sabe lo que le pasa y Yusuf intenta comunicar ese hecho a sus profesores para que atiendan a su amigo, pero se choca continuamente con distintos obstáculos burocráticos impuestos por las represivas autoridades de la escuela.
Memo está inconsciente, vomita en una ocasión y no tiene fiebre (dato que se repite continuamente). Y mientras la nieve cae de forma abundante en el crudo invierno de Anatolia, Yusuf consigue llevar en brazos a Memo a algo que llaman enfermería, un lugar frío e inhóspito, sin instrumental ni material y con aspirinas como toda medicación disponible. Mientras tanto se oye arengar al director del centro a los alumnos formados en el patio: “El estado os proporciona un lugar para dormir. Os da de comer. Tenéis un baño semanal. Tenéis dinero en el bolsillo cada mes. ¡Y aún os quejáis! A vuestra edad, nosotros caminábamos 10 Km cada día para ir a la escuela. Y nunca nos quejábamos, El cabello, la forma de vestir, vuestra actitud le dicen inmediatamente a cualquiera, aunque esté a 100 metros, que sois alumnos de esta escuela. Tenéis que ser un ejemplo para el mundo exterior. Hay miles de chicos hay fuera que querrían estar en vuestro lugar. Así que tenéis que comer y acostaros a su hora. Tenéis que trabajar mucho. Tenéis que ser ciudadanos valiosos para la patria, para la nación… ¡Viva nuestro país y nuestra patria!”.
Pasa el tiempo y Memo sigue sin ser atendido. No logra que nadie detecte la importancia de lo que quiere decir. Mientras, sigue la actividad en las aulas o en el comedor, y confirmamos la estricta disciplina y los malos tratos (las bofetadas de los profesores a los alumnos es una constante), reflejo de un sistema tiránico y opresor. Cuando finalmente profesores y el director del centro acuden a ver a Memo, intentan conocer qué ha podido pasar, y detectan que la noche previa ha sido castigado con bañarse con agua fría cuando la temperatura del exterior marcaba 35 grados bajo cero. Siguen sin saber qué le pasa: no parece un traumatismo, ni una intoxicación, ni una infección (no tiene fiebre, repiten continuamente),… Cuando deciden derivarlo a un hospital, la nieve les impide salir en coche y la ambulancia se demora. Se descubre finalmente la causa por la que Memo está así. Y llega el 112, por fin. Y la última escena regresa de nuevo a las duchas colectivas, con la mirada de ese niño al que le raparon una línea de pelo…
Es inevitable, al ver esta aparente sencilla película turca, no acordarse del director iraní Abbas Kiarostami, y dos de sus emblemáticas obras: ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987), donde también el protagonista es un niño que intenta ayudar a un amigo suyo de la escuela, sin disfrutar de mucha ayuda de los adultos que tiene alrededor; y Los alumnos del curso preparatorio (1984), donde una cámara oculta sigue a un grupo de niños durante su primer día en la escuela y se recuerda especialmente una escena con todos formando en el patio recibiendo los sermones del director. Porque Kiarostami es un elogio a la sencillez con historias de sabor neorrealista, conmovedoras y llenas de lirismo y sutileza. Algo de lo que Ferit Karahan ha tomado buena nota en Mi mejor amigo, pero donde también permite acordarnos de la ética y estética de los hermanos Dardenne, directores belgas que han creado huella en su cine social en películas como Rosetta (1999) o El niño (2005), y que aquí sigue en el transcurso de un día en este internado de la Turquía profunda, con cámara en mano y actores no profesionales.
Y es que, tras la sencillez cinematográfica, la problemática que presenta Turquía con el pueblo kurdo queda reflejada con maestría por medio de los ojos de los niños. En el propio internado se niegan sus raíces y nuestro propio protagonista sabe el peso que conlleva pertenecer a dicha etnia, porque esconderse para sobrevivir parece ser el mantra que acompaña a este pueblo desde hace mucho tiempo. Y cabe destacar la valentía de este director al tratar este complicado tema con tanta sutileza y tacto, en un país conocido por su férrea censura como es Turquía. Y es que ese también es el valor del cine y gracias a la proyección internacional de Mi mejor amigo, cada vez más personas conocerán la cara oculta de Turquía y la promulgación de la limpieza étnica en contra de sus propios ciudadanos.
La complicada traducción del original de las películas supone un problema.Por ello no confundir esta película turca de hoy, Mi mejor amigo (Okul Tiraçi, Ferit Karahan, 2021), con otras con similar título en español: la película estadounidense Mi mejor amigo (Because of Winn-Dixie, Wayne Wang, 2005), la relación de amistad de una solitaria niña y un perro huérfano; la película francesa Mi mejor amigo (Mon meilleur ami, Patrice Leconte, 2006), alrededor de un marchante de arte y su apuesta de encontrar al amigo perfecto; y la película argentina Mi mejor amigo (Martin Deus, 2018), la singular amistad entre dos adolescentes con el trasfondo de la Patagonia.
El Servicio de Pediatría del Hospital General Universitario Dr. Balmis de Alicante realiza un programa anual de Sesiones Clínicas de gran importancia para la formación de estudiantes de Medicina, MIR de Pediatría y para la formación continuada. Centenares de sesiones clínicas anuales, entre las realizadas en sesión general y por áreas de especialidad. Sesiones programadas de forma semanal y compartidas cada semana a los 135 pediatras de nuestro Departamento de Salud, tanto hospitalarios como de atención primaria.
Dentro de esta sesiones, son las sesiones MIR las de mayor importancia cuantitativa y, posiblemente, cualitativa, por la gran calidad de forma y fondo de las distintas generaciones de residentes que hemos tenido la fortuna de formar. Sesiones de extrema importancia en la formación del residente y en la actualización científica del propio equipo de adjuntos, y que tenemos la fortuna de disfrutar dos días a la semana.
Cada una de estas sesiones se vuelca en la web de nuestro Servicio de Pediatría. Sesiones que están divididas por diferentes secciones de especialidad pediátrica y que compartimos cuando hemos cumplido 10 años de nuestra web, verdadera herramienta para de gestión de toda la actividad científica de este periodo (con varias generaciones de residentes): 465 sesiones clínicos divididas en 16 secciones. Y que irán aumentando en cada semana…
Os invitamos a revisar este trabajo que tiene el valor añadido de sumar y compartir: (todo el contenido en cada uno de los hiperenlaces adjuntos)
Creo que estas sesiones son solo una parte de la importancia de los residentes en la vitalidad de un Servicio de Pediatría. Gracias a todos los MIR de Pediatría que en distintas generaciones habéis aportado vuestro tiempo en la formación médica continuada. Por mi parte solo cabe decir que la calidad en forma y fondo de estas sesiones es excepcional, y es un placer ver que en su bagaje formativo se llevan este gran poder de saber comunicar la ciencia.
La revista Pediatría Integral es el órgano de expresión de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP), revista que ha superado ya sus bodas de plata desde que se inició su camino, una revista que ha mantenido su revisión y renovación a lo largo de los años. Es Pediatría Integral una revista con vocación en la formación pediátrica continuada, una puesta al día para mejorar nuestras competencias en las tres grandes dimensiones: saber (conocimientos), saber hacer (habilidades) y saber ser (actitudes). Y Pediatría Integral es un buen foro común que hoy renueva su camino con el inicio de una nueva sección que hemos titulado como “Terapia cinematográfica en la infancia y adolescencia”, un guiño que quiere poner en relación la ciencia (pediátrica) con el arte (cinematográfico), y hacer del séptimo arte un instrumento más para cimentar la arteterapia en nuestro día a día.
Una sección que se nutre del proyecto “Cine y Pediatría”, el cual nació casi sin querer en enero del año 2010 en el blog Pediatría basada en pruebas. Y como que no quiere la cosa, y gracias a la publicación semanal (todos los sábados, sin fallar uno) de un post dedicada a películas que tengan a la infancia y adolescencia como protagonistas (en sus aspectos de la pediatría clínica, social o preventiva), ya hemos publicado más de 720 post. Y desde el blog, “Cine y Pediatría” se ha convertido en realidad en la publicación de 12 libros (con el 13 en edición), uno por año, y con el título de “Cine y Pediatría. Una oportunidad para la docencia y la humanización en nuestra práctica clínica”. Y el proyecto continúa vivo, más vivo si cabe.
Y con un objetivo: que los pediatras nos atrevamos a “prescribir” películas, al igual que prescribimos medicamentos, pruebas complementarias o, incluso, direcciones electrónicas de páginas de interés para nuestros pacientes y sus familias. Y para ello nos fundamentamos en estos cinco puntos: 1) que la Pediatría es una especialidad “de cine”; 2) que la infancia y adolescencia son los actores de nuestra vida y profesión; 3) que el arte de “prescribir” películas implica arte, ciencia y conciencia; 4) que es preciso aprender a mirar las películas bajo la observación narrativa (prefiguración, configuración y refiguración); y 5) que abogamos por prescribir películas relevantes en su relación con la Pediatría, tanto en su ámbito médico como social.
Con la experiencia adquirida en el libro electrónico Trilogías del séptimo arte para pediatras “de cine”, estos son algunos de los temas que vamos a ir tratando en sucesivas entregas en Pediatría Integral:
- Películas para entender la infancia
- Películas para entender la importancia de ser pediatra
- Películas para entender las enfermedades raras
- Películas para entender las enfermedades oncológicas
- Películas para entender el trastorno del espectro autista
- Películas para entender otros trastornos del neurodesarrollo
- Películas para entender el síndrome de Down
- Películas para entender el acoso escolar
- Películas para entender los malos tratos en la infancia
- Películas para entender el embarazo en adolescentes
- etc.
Y, por todo ello, ¡bienvenidos a la sección “Terapia cinematográfica en la infancia y adolescencia”! de la revista Pediatría Integral. Películas de todos los continentes, en muchos idiomas y desde todas las edades pediátricas, sobre temas médicos y sociales que afectan a la infancia y adolescencia. Porque ya lo dijo Wolfgang von Goethe: “Todos los días deberíamos oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y, si es posible, decir algunas palabras sensatas”. Y añadimos, “… y ver una buena película”.
Os dejamos el enlace al número completo de la revista Pediatría Integral de septiembre 2023, y debajo el acceso al artículo que expone en mayor detalle el por qué, para qué, para quién y cómo de esta sección de “Terapia cinematográfica en la infancia y adolescencia”.
El director, guionista y actor cinematográfico y teatral británico Kenneth Branagh, nacido en Belfast, capital de Irlanda del Norte, nos ha regalado su película más íntima y personal, esos meses de su infancia tras el comienzo de un conflicto que tuvo en vilo a Gran Bretaña e Irlanda durante tres décadas en la segunda mitad del siglo XX. El título no podía ser otro. Belfast (Kenneth Branah, 2021), una película multipremiada, incluyendo sus 7 nominaciones a los Óscar y el galardón de mejor guion original.
Una película en blanco y negro que comienza en color, con el color de la Belfast actual y que en un fundido subiendo una muro se convierte en una escena callejera del 15 de agosto de 1969, con las calles en blanco y negro de esta ciudad que, del irlandés Béal Feirste, significa “el vado arenoso en la desembocadura del río”. Calles repletas de niños jugando, vecinos transitando y charlando, y cuya paz se rompe con la aparición repentina de una turba a la vuelta de una esquina, con hombres enmascarados que arrojan piedras, cócteles Molotov y queman coches. Uno de esos chicos es Buddy (Jude Hill), el niño rubio de 9 años que es alter ego del directory que será el hilo conductor para que conozcamos a su familia, su ciudad y el conflicto norirlandés conocido como The Troubles. Porque fueron muchos “los problemas” de este conflicto armado interétnico nacionalista (el nacionalismo, de nuevo) y Buddy no entiende qué ocurre y por qué ocurre aquello, mientras su madre le saca del tumulto con la épica de una tapa de un cubo de basura y oye a su padre decir: “La maldita religión, ese es el problema”.
Y es que el cine nos devuelve mucho arte, pero también otras enseñanzas. Y para entender bien esta película cabe conocer qué y por qué ocurrió este conflicto norirlandés. Un conflicto que enfrentó, por un lado, a los unionistas de Irlanda del Norte (de religión protestante, mayoritaria en la región), partidarios de preservar los lazos con el Reino Unido, y por otro lado, a los republicanos irlandeses, en su mayoría católicos y demográficamente minoritarios, partidarios de la integración del territorio en la República de Irlanda, país predominantemente católico. Ambos bandos recurrieron a las armas, y la provincia se hundió en una espiral de violencia que duró desde el 8 de octubre de 1968 hasta la firma del Acuerdo de Viernes Santo, el 10 de abril de 1998, que sentó las bases de un nuevo gobierno, en el cual católicos y protestantes comparten el poder. No obstante, la violencia continuó después de esta fecha y todavía continúa de forma ocasional y a pequeña escala.
El conflicto comenzó durante una campaña de la Asociación por los derechos civiles de Irlanda del Norte para poner fin a la discriminación contra la minoría católica/nacionalista por parte del gobierno protestante/unionista y la fuerza policial. Los principales participantes en el conflicto fueron paramilitares republicanos como el Ejército Republicano Irlandés Provisional (IRA) y el Ejército Irlandés de Liberación Nacional (INLA); paramilitares leales como la Fuerza Voluntaria del Úlster (UVF) y la Asociación en Defensa del Úlster (UDA); fuerzas de seguridad estatales británicas como el Ejército Británico y el Royal Ulster Constabulary (RUC); y activistas políticos.
Se contabilizaron más de 3.500 muertos en las tres décadas de conflicto, más de la mitad civiles. La mayoría de los asesinatos tuvieron lugar dentro de Irlanda del Norte, especialmente en Belfast y el condado de Armagh. Dublín, Londres y Birmingham también se vieron afectados, aunque en menor grado que la propia Irlanda del Norte. Ocasionalmente, el IRA intentó o llevó a cabo ataques contra objetivos británicos en Gibraltar, Alemania, Bélgica y los Países Bajos.
Y con estos mimbres, Kenneth Brannag nos describe su primera infancia en el comienzo del conflicto en ese final de verano y otoño de 1969, en lo que es un homenaje incondicional a su familia, constituida por sus guapísimos y comprensivos padres, Ma (Caitriona Balfe, la protagonista de la serie Outlander) y Pa (Jamie Dornan, el guaperas de la trilogía 50 sombras de Grey), su hermana y hermano mayores y sus tiernos abuelos (con una irreconocible Judi Dench), y también el solidario vecindario. Y todo ello conviene vivirlo en su versión original, para oír a sus protagonistas hablar el particular galeico irlandés. Y la historia se ve arropada por el director de fotografía Haris Zambarloukos y una BSO de otro hijo predilecto de Belfast, el compositor, músico y cantante Van Morrison que nos regala múltiples temas a lo largo de la historia, títulos como “Warm Love”, “Stranded”, “Carrikfergus” y el colofón “And the Healing Has Begun”.
Porque la familia de Buddy vive en un barrio mayoritariamente protestante de Belfast con unas pocas familias católicas, pero un día su comunidad - y todo lo que creía entender de la vida - se pone patas arriba. Y su familia también se ve atrapada en el caos del conflicto y debe decidir si se queda o abandona el único lugar que conocen como un hogar. Y así lo expresa una vecina: “Los irlandeses nacemos para irnos. Si no, el resto del mundo no tendría pubs. Solo hace falta que nos quedemos la mitad para que la otra mitad pueda ponerse nostálgica para los que se fueron. Para sobrevivir un irlandés solo necesita un teléfono, una Guinness y la partitura de Danny Boy (una de las canciones representativas de la cultura irlandesa)”. Y también Buddy oye otros consejos de su familia: “Sé buen hijo, pero si no puedes serlo, sé cuidadoso”; “Paciencia. Paciencia con las sumas. Paciencia con la chica”. Pero finalmente la situación empeora y tienen que tomar una decisión dolorosa para preservar la seguridad de la familia: “Estamos viviendo una guerra civil. Es momento de empezar de nuevo”.
Y como le ocurriera a Steven Spielberg en su particular coming of age en Los Fabelman, algo similar le ocurre ahora a Kenneth Branagh en Belfast: el utilizar el cine como tabla de salvación ocasional y por ello se nos comparten escenas de Solo ante el peligro (Fred Zinnemann, 1952), cuya escena mítica verá reflejada luego en las calles de su ciudad, El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962), Hace un millón de años (Don Chaffey, 1966) o Chitty Chitty Bang Bang (Ken Hughes, 1968). Y, curiosamente, la única vez que vuelve a aparecer el color en la película es precisamente en alguna de estas proyecciones, por ese poder salvífico del cine.
Kenneth Branagh nos muestra la honestidad de los grandes al conseguir ese equilibrio casi imposible entre la belleza en blanco y negro del cine de autor y la fluidez narrativa de los clásicos, explorando el conflicto irlandés con agudeza y sin crudeza (baste recordar algunas simpáticas escenas, como la del detergente biológico). Y Belfast termina con la misma emoción que hemos vivido y con esta dedicatoria: “Para los que se quedaron. Para los que se fueron. Y para todos los que se perdieron”.
Porque Belfast es una manera de acercarnos al conflicto norirlandés a través de la mirada inocente de un niño, Buddy, que no es otro que el propio director.