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lunes, 27 de noviembre de 2023

Eso no es sexo. ¡Otra educación sexual es posible!

 

El pasado 25 de noviembre se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Y así, la campaña «16 días de activismo contra la violencia de género» comienza hoy, 25 de noviembre y termina el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos. Esta campaña tiene como objetivo llamar a la acción para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo. 

La campaña de concienciación social del año 2023 tiene un lema contundente y real: "El porno es una escuela de violencia contra las mujeres” y destaca algunos datos como que el 88,2% de las escenas pornográficas contiene violencia física o verbal contra las mujeres. Y esas escenas llegan a partir de los 8 años a los niños y niñas creando un grave problema en la autoestima y empatía de los menores, y convirtiéndose en un caldo de cultivo de violencia frente a la mujer. Un tema que merece una profunda reflexión como sociedad... 

Y esta profunda reflexión la viví hace justo una semana en la librería Pynchon & Co de Alicante, donde pude asistir a la presentación del libro “Eso no es sexo. ¡Otra educación sexual es posible!” de Marina Marroquí, una joven educadora social valencia, quien se ha erigido como una de las activistas por la igualdad de género más relevantes en España (y que previamente nos dejó en el año 2017 su libro “Eso no es Amor: 30 retos para trabajar la igualdad”). Y ante un auditorio repleto de madres, padres y adolescentes, nos dejó un mensaje tan claro como contundente: el peligro del porno que llega a los adolescente es un tema de total actualidad, y que alarma (y debe alarmar por su importancia) a las familias y a la sociedad. Familias y educadores buscan respuestas ante una preocupación real que no saben cómo afrontar. 

Porque Marina Marroquí es la educadora social que habla de amor y sexo con cientos de alumnos y alumnas en España cada año. Desde esta experiencia directa, nos trae una llamada a la acción: otra forma de educar en la sexualidad es urgente. Y vaya que lo consiguió: el auditorio quedó impactado con los datos expuestos, quizás nunca imaginados por el auditorio. Porque está claro que algo mal estamos haciendo cuando la nueva generación Z puede tener más empatía ante un perro maltratado que ante una mujer violada (y es que muchas adolescentes sufren actos sexuales en manada que son actos de violación, y no disfrute con el sexo) o ante la muerte de un toro en un plaza de toros que ante un aborto (incrementados por la falta de medidas de protección de las nuevas generaciones, donde el uso de preservativo no es la norma, sino la excepción). 

Y sobre esta tema cabe recordar que en los dos últimos meses se ha llevado a cabo en la plataforma de formación Continuum el curso “Atención a la sexualidad de la adolescencia”, porque la formación de los pediatras en esta materia no solo es una necesidad, sino una obligación.  

Y sí, otra educación sexual es posible… y necesaria.

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