Es de noche y un autobús escolar va recogiendo a los alumnos. Ya amanecido, llegan al centro escolar. Y la voz del profesor pregunta si falta alguien, dejándoles echar una cabezada de sueño sobre el pupitre. Son chicos y chicas adolescentes (12-13 años), algunos alemanes, pero la mayoría de otras nacionalidades (turcos, búlgaros, polacos, marroquís, kazajos,….). Luego este profesor de avanzada edad, con camiseta del grupo musical AC/DC, chándal y gorro de lana, les cuenta algo sobre una guitarra eléctrica y una mesa, que cuesta entender también a los alumnos. Y así transcurren los primeros 15 minutos de una nueva película sobre la educación, la historia de un profesor con métodos docentes poco convencionales y su alumnado, una interacción nutrida de complejas realidades sociales, con el trasfondo del problema de la emigración en Europa y su integración. Estamos describiendo la película alemana El profesor Bachmann y su clase (Maria Speth, 2021), film en formato documental que se desarrolla a lo largo de un curso escolar durante el año previo de estos alumnos al ingreso en la Secundaria.
La película transcurre fundamentalmente en las aulas del Georg Büchner School, ubicado en la ciudad industrial alemana de Stadtallendorf, en el estado federal de Hesse, al este de Dusseldorf. Ciudad pequeña, con una población de casi 30.000 habitantes y en la que alrededor del 60% son emigrantes de distintos países del Este y de Turquía. El profesor Dieter Bachmann es el centro de atención, así como los alumnos de su clase (Stefi, Ronja, Jamie, Ilknur, Hasan, Anastasia, Regina, Cengizhan, Erdzhan, Mattia, Rabia, Jamie, Tim, Thea, Ayman, Carolin, Ferhan, Martin, Raffaele, Abdu, Alpi, Leoni,…), y ello realmente no actúan, sino que interaccionan como si no hubiera cámara. Y a medida que interactúan les vamos conociendo y apreciando en su diferente forma de ser.
Y esta película de 217 minutos de carácter documental nos transporta a los sentimientos, pensamientos, emociones y melancolía de un grupo de estudiantes de diversa procedencia que llevan en sus mochilas el idioma, las tradiciones y las diferentes perspectivas religiosas de sus respectivas familias Y donde comprobamos el respeto del profesor Bachmann hacia cada uno de ellos, hacia sus creencias, acciones y reacciones: “Venid a verme si necesitáis ayuda”, les dice. Pero es un docente sensible, a la vez que firme y también sabe imponer el orden: “Todos, de pie detrás de vuestra silla y limpiad vuestro pupitre. Luego haremos un minuto de silencio. Y vamos a bajar las escaleras igual de silenciosamente”.
Y mientras transcurre el curso escolar, transcurren las estaciones, de la nieve del frío invernal del inicio a la prometedora primavera del final. Y en ese transcurso convivimos con las clases y conversaciones del Sr. Bachmann y sus alumnos, con las particulares clases de matemáticas (donde enseña las probabilidades matemáticas con una bolsa de papel y varias bolas: “Los matemáticos dicen que la suerte se puede calcular”) y clases de alemán, o esos tiempos para le lectura (donde cada uno lee el libro, cuento o cómic que prefiere) y, sobre todo, para la música, su gran afición. Por ello, en una celebración con familiares, la hermana de un alumno le dice “Sr. Bachmann, ¿tú solo haces música?”. Y su respuesta: “Eso dicen de mí, pero no es cierto. También damos matemáticas, alemán, arte y educación física”. Pero lo cierto es que a lo largo del largo metraje no solo cambia de gorros de lana, sino de temas musicales que comparte con sus alumnos, incluido la versión del “Knockin´n on Heaven´s Door” del grupo Guns N´Roses o sus propias composiciones.
También conocemos a algunos profesores más, y con ellos compartimos el claustro de profesores, las evaluaciones o el simulacro de incendio. Y el profesor Bachmann habla continuamente con sus alumnos, de forma general en sus clases y de forma particular con cada uno de ellos y sus proyectos de vida. Por ello algún alumno le confiesa: “Mi padre ha dicho que eres un buen y apasionado maestro. Creas muy bien ambiente y eso”. Y a buen seguro que es así, y también muy particular, pues con ellos aborda aspectos polémicos de la vida real, como la religión, el uso del hiyab, la invasión nazi y los campos de concentración (con la visita de ese museo que recuerda la fábrica de bombas en la ciudad) o el amor homosexual. Y en todo momento se muestra conciliador, humano y dialogante, aunque riguroso en mantener la disciplina. Y cuando recuerda a un compañero que ya tiene 65 años y está a punto de jubilarse después de décadas de maestro, profesión que aprendió a amar con el tiempo, aquel le dice: “Eras como E.T. entre los profesores”.
Quizás la parte final de la película es la más simbólica. Con esa explicación que Bachmann realiza de forma individual de las notas de cada alumno, apoyando cada uno de los suspensos o dificultades. Con ese viaje de fin de curso a la campiña, con la convivencia continua durante varios días entre alumnos y profesores. Con esa despedida de una de las profesoras: “Habéis sido un dolor de cabeza la mayor del tiempo, tengo que admitirlo. Pero realmente os he llegado a apreciar en muy poco tiempo”. Y esas palabras finales del profesor Bachmann a esos alumnos que cambian ya de instituto: “Todos sois personas completamente diferentes. Estas calificaciones no reflejan en absoluto quien eres. Son solo instantáneas de cosas sin importancia como las matemáticas y el inglés. Lo que es mucho más importante es que sois chavales excelentes. Todos vosotros sois honestos. Permaneced fieles a vosotros mismos. No es tan importante lo bueno o malo”.
Y finaliza con esa escena final de espaldas con su gorro y con la clase vacía… Y durante tres horas y media hemos sido partícipes de esta historia que es como un homenaje a todos aquellos profesores que, con su personal modo de practicar la enseñanza y su pasión por ayudar al alumnado, consiguen poco a poco inculcarles valores, motivarles para que sigan adelante y no abandonen los estudios, con la meta de llegar a ser adultos de provecho.
Porque El profesor Bachmann y su clase es una oportunidad para sentir el amor y pasión por enseñar y sacar lo mejor posible de su alumnado, en este caso un alumnado donde se combina emigración e integración. Y cuya enseñanza va mucho más allá de las calificaciones…Y, pese a su ambicioso metraje, retrata de nuevo otra figura carismática de un profesor inolvidable que aporta valores para un mejor desarrollo humano de sus alumnos, una forma alternativa de enseñar compensando las diferencias culturales y sociales.
Y el nombre del Sr. Bachmann se une al de tantos otros docentes prestigiosos del séptimo arte, unos en la ficción, otros en la realidad: Arthur Chipping en las dos versiones de Adiós, Mr. Chips, la de blanco y negro (Sam Wood, 1939) y la de color y musical (Herbert Ross, 1969); Anna Sullivan en El milagro de Ana Sullivan (Arthur Penn, 1962); Mark Thackeray en Rebelión en las aulas (James Clavell, 1967); John Keating en El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989); LouAnne Johnson en Mentes peligrosas (John N. Smith, 1995); Glenn Holland en Profesor Holland (Stephen Herek, 1995); Sean McGuire en El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997); Roberta Guaspari en Música del corazón (Wes Craven, 1999); Don Gregorio en La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999); Georges López en Ser y tener (Nicolas Philibert, 2002); Katherine Watson en La sonrisa de Mona Lisa (Mike Newell, 2003); Clément Mathieu en Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004); Erin Gruwell en Diarios de la calle (Richard LaGravenese, 2007); François Marin en La clase (Laurent Cantet, 2008); Pascaline Dogliani en Sólo es el principio (Jean-Pierre Pozzi y Pierre Barougier, 2010); Stacy Bess en Más allá de la pizarra (Jeff Bleckner, 2011); Bachir Lazhar en Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011); Henry Bathes de El profesor (Detachment) (Tony Kaye, 2011); Carlos González de Entre maestros (Pablo Usón, 2012); Anne Gueguen en La profesora de Historia (Marie-Castille Mention-Schaar, 2014); Master Carvelle en El coro (François Girard, 2014); la hermana Margueritte en La historia de Marie Heurtin (Jean-Pierre Améris, 2014); Maria Drazdechova en La profesora (Jan Hrebejk 2016); Miss Kiet en Los niños de la señorita Kiet (Peter Lataster y Petra Lataster-Czisch, 2016); François Foucault en El buen maestro (Olivier Ayache-Vidal, 2017); Lisa Spinelli en La profesora de parvulario (Sara Colangelo, 2018); o Ugyen Dorji en Lunana: un yak en la escuela (Pawo Choyning Dorji, 2019); por citar algunos de los ya comentados en Cine y Pediatría. l
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