Aún con el recuerdo de la 38ª edición de los Goya, la fiesta del cine español, recordamos el gran triunfo de La sociedad de la nieve (J.A. Bayona, 2023) con 12 premios, incluidos mejor película y mejor director (un buen prolegómeno en su camino a los Óscar), así como la agradable sorpresa de 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola Solaguren, 2023) con tres premios (mejor dirección novel, guion original y actriz de reparto). Y entre estas agradables sorpresas, podríamos citar nuestra película de hoy: Chinas (Arantxa Echevarría, 2023).
Y es que la bilbaína Arantxa Echevarría sigue con las señas de identidad que marcó en su maravillosa ópera prima, Carmen y Lola (2018): contarnos historias de barriada (de Madrid a más señas) cargadas de verdad que reflexionan sobre la identidad, las raíces y los sueños de sus protagonistas, protagonizada principalmente por mujeres, como mujeres son la mayor parte del equipo técnico que le acompaña. En Carmen y Lola eran dos jóvenes de raza gitana en busca de su identidad sexual; en Chinas son dos niñas de 9 años y una adolescente de origen chino en busca de su identidad en el núcleo familiar en el que viven y cómo conjugarlo con su integración social. Una película que es la suma de una experiencia propia de la directora (que viene a ser el papel de Amaya, interpretado por Carolina Yuste, actriz fetiche de la directora), quien eleva una anécdota a guion para reflexionar sobre los conflictos de la integración y la identidad a partir de la peripecia de estas niñas marcadas por sus ojos rasgados.
El film contrapone a Xiang, adoptada desde bebé por un matrimonio español de clase alta (Leonor Watling y Pablo Molinero), y a Lucía, nacida en España de padres inmigrantes chinos, ya la segunda generación de unos propietarios de un bazar en el madrileño barrio de Usera. Desde el momento en que coinciden en clase, se convertirán en inesperados espejos de vidas tan opuestas como parecidas. Ambas combaten en una pelea interna por entender quiénes son y a dónde pertenecen, por comprender sus raíces y cómo estas confluyen en su día a día. Y esta situación se percibe ya en la primera escena, cuando en el día de la comunión de Xiang, ésta dice a sus padres: “Quiero un nombre normal. Xiang es muy difícil”. Y enseguida también somos espectadores de cómo le cuesta integrarse al nuevo colegio y prefiere estar sola, pese a que la simpática y vital Lucía intenta ser su amiga, y por ello se pone contenta cuando la profesora dice: “Lucía Lee va a trabajar con XIang López”.
Porque Lucía se siente absolutamente española y solo piensa en integrarse con el resto de sus amigas del colegio; desearía tener unos padres “normales” como el resto de sus amigas, y que intentaran hablar español, pero trabajan más de 14 horas en su tienda y se aferran a su pasado, incluyendo las videollamadas continuas a sus familiares de China. Y poque Xiang delata por su rostro allá donde va que no es hija de sus padres y se pregunta por su familia biológica, lo que le hace no sentirse china, pero tampoco los demás la sienten española.
Y la película añade a un tercer personaje protagonista, Claudia (Xinyi Ye), la hermana de Lucía, una bella adolescente de 17 años que sufre la falta de empatía de unos padres que se niegan a cualquier atisbo de integración, pese a que llevan ya dos décadas en España. Porque tanto Lucía como Claudia nacieron en España, pero a Claudia la mandaron a vivir hasta los 6 años con los abuelos en China, y aunque quiere sentirse española, sus padres se obstinan en criarla como china, algo que los demás compañeros le recuerdan al llamarla “la china” o “banana” (porque es amarilla por fuera y blanca por dentro). Unos padres que viven anclados a las ancestrales tradiciones chinas, que no han aprendido español, y por ello son habituales las disputas: “Yo soy la pringada por tener unos padres chinos… ¿Acaso os pedí que me trajerais a España?” Y la madre (Yeju Ji) le increpa: “Habla en chino. No me hables en español”.
Las diferentes escenas y vivencias de nuestras tres protagonistas nos acercan a esa confrontación que viven en búsqueda de cómo conseguir integrarse con su aspecto y orígenes orientales. Algunas escenas son entrañables y simpáticas, como el sueño de Lucía por celebrar su cumpleaños en el parque de atracciones o en el Burger King frente a las costumbres de su familia, o cuando invita a su amiga Susana a comer en casa y esta es incapaz de entender los mejores manjares con los que la halagan, o las conversaciones con ésta sobre el color de piel y los ojos (con tiritas), y esa frase inolvidable, pura reivindicación: “No le llames chino. Llámale tienda o bazar”. Otras escenas son más crudas, como la videoconferencia de Xiang y sus padres adoptivos con la madre biológica que se encuentra en China, o las fiestas nocturnas de Claudia con sus amigos en el polígono industrial. Otras tienen un cierto atisbo romántico, como esa cita que los padres de Claudia le acuerdan con Wang (Julio Hu Chen), un tímido chico de 25 años al que acaban de despedir de una pequeña empresa de móviles chinos. Y mientras Lucía y Claudia (de padres biológicos chinos) piden a sus padres que aprendan español, Xiang (de padres adoptivos españoles) es obligada por los suyos a aprender chino. Puro contraste, como también lo es la confrontación entre las costumbres del país de origen, que se intentan preservar, y la del país de acogida, no siempre aunadas con sintonía en estos menores. Y cuando Lucía está celebrando en la Fiesta del Año Nuevo Chino junto a la Unión China de Usera, Amaya le pregunta: “¿Te trajeron algo los Reyes?”.
Es la película Chinas una mirada al tema de la identidad e integración desde la infancia de Xiang y Lucía, desde la adolescencia de Claudia y desde la adultez de los padres de ambas niñas. Identidad e integración de la gran comunidad de inmigrantes chinos en España. Porque según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística en nuestro país viven cerca de 230.000 chinos (la sexta nacionalidad extranjera, solo por detrás de Italia, Reino Unido, Colombia, Rumanía y Marruecos, que ocupa el primer lugar con casi 900.000 marroquís en nuestro país). Y ello lo aborda contando con que buena parte del elenco son actores y actrices no profesionales que ofrecen mucha frescura a esta película: no es de extrañar que tres de las cuatro nominaciones a los Goya de la película Chinas, dos hayan sido para actrices revelación (Xinyi Ye y Yeju Ji) y una para actor revelación (Julio Hu Chen). Aunque, siendo justos, el mejor papel lo realiza la jovial y simpática Lucía, pero sabido es que desde el año 2011 la Junta Directiva de la Academia de Cine adoptó por unanimidad la medida de excluir a los menores de 16 años de la carrera por los premios Goya (una buena medida la de alejar de la fama a destiempo a los menores, en lo que puede llegar a convertirse incluso en una forma de maltrato infantil).
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