Nació hace medio siglo en la Meca del cine, Hollywood, y por sus venas corría sangre alemana, italiana y rusa, como delatan sus apellidos (Wilhelm DiCaprio). El nombre de pila se lo puso su madre porque cuando ella estaba embarazada y contempló una pintura de Leonardo da Vinci en un museo, el bebé pateó dentro del vientre. Y así es como Leonardo DiCaprio fue predestinado para el cine y la televisión desde muy niño. Guapo, rubio, con ojos azules y cara de niño bueno, todo parecía indicar que se iba a convertir en el típico ídolo adolescente, un chico de carpeta destinado a encasillarse en el papel de guapo.
Y sus primeros papeles de calado en la gran pantalla son películas que se adscriben todas ellas al proyecto de Cine y Pediatría. Todo comenzó con Vida de este chico (Michael Canton-Jones, 1993), a la que dedicaremos esta entrada de hoy. Pero que comenzó con otros films en la década de los 90 que cabe destacar:
- ¿A quién ama Gilbert Grape? (Lasse Hällstrom, 1993), basada en la novela homónima de Peter Hedges y fue su primera actuación de interés, aunque es un papel que se la dieron a regañadientes, pues para representar al hermano autista de Jonny Deep el director buscaba a un protagonista menos perfecto físicamente para el papel. Y en el camino de esta historia se nos enseña la posibilidad de que las discapacidades que nos rodean puedan motivar el crecimiento de nuestras propias capacidades.
- Diario de un rebelde (Scott Kalvert, 1995), basada en la obra autobiográfica homónima del escritor, poeta y músico estadounidense Jim Carroll. Puro cine independiente que es la crónica autobiográfica de un grupo de adolescentes, entre los que se encuentra el escritor Jim Carroll (interpretado por DiCaprio), a los que sus travesuras están a punto de llevarlos por oscuros caminos de la desesperación. Cinco amigos que apenas mantienen la cabeza a flote al perder el control de sí mismos.
- Vidas al límite (Agnieszka Holland, 1995), ambientada en el siglo XIX en Francia para descubrirnos el romance entre dos poetas franceses, Paul Verlaine (David Thewlis) y el joven Arthur Rimbaud (Leonardo DiCaprio). La poesía de ambos cortejó generaciones de literatos, pero sus vidas privadas fueron más escandalosas de lo que la mayoría de las personas se atreven a creer, una existencia en continuo contacto con el alcohol, el opio y su secreta homosexualidad.
- Romeo + Julieta de William Shakespeare (Baz Luhrmann, 1996), enésima versión de la conocida obra del dramaturgo inglés, versión modernizada de los jóvenes enamorados (interpretados por DiCarpio y Claire Danes) en la ficticia Verona Beach y ambientada en el mismo año del estreno, de forma que se sustituyen espadas y dagas por pistolas y fusiles de asalto, y los hombres de las familias enfrentadas, los Capuleto y los Montesco son dos grupos de narcotraficantes mafiosos en guerra por sus frentes comerciales.
- La habitación de Marvin (Jerry Zaks, 1996), basada en la obra homónima de Scott McPherson, verdadero melodrama familiar entre las hermanas Bessie (Diane Keaton) y Lee (Meryl Streep), quienes se reencuentran después de muchos años y que tienen que reconciliarse enfrentadas a tres retos en sus vidas: un padre postrado en cama tras un derrame cerebral, el debut de leucemia de Bessie en busca de un trasplante de médula ósea y el hijo adolescente de Lee (Leonardo DiCaprio), internado en un psiquiátrico.
- Titanic (James Cameron, 1997), el megaéxito por excelencia (recordar que tiene el record de 11 Óscar, compartido con la película dirigida en 1959 por William Wyler, Ben-Hur, y con la película dirigida en 2003 por Peter Jackson, El señor de los anillos: El retorno del rey), donde Leonardo DiCaprio (como Jack, el joven artista y polizón) se consideró el rey del mundo junto a Kate Winslet (como Rose, la joven de buena familia) bajo los acordes del “My Heart Will Go On” de Celine Dion.
Pero tras estas siete considerables películas, Leonardo DiCaprio seguía acosado por el sambenito de más guaperas que buen actor. Y a partir de ahí el actor no ha hecho más que acumular méritos interpretativos y madurar como el buen vino, con casi una cuarentena de películas en su haber, seis nominaciones al Óscar y cierta resistencia a conseguirlo, y lo hizo con el extremo papel del trampero Hugh Glass en El renacido (Alejandro González Iñárritu, 2015). Y en ese camino ha tenido la fortuna de ser uno de los actores fetiche de Martin Scorsese, con seis colaboraciones juntos (Gangs of New York, 2002; El aviador, 2004; Infiltrados, 2006; Shutter Island, 2010; El lobo de Wall Street, 2013; y Los asesinos de la luna, 2023), solo superado por las nueve colaboraciones que el director ha tenido con Robert de Niro. Y es que en esta última película de DiCaprio y en la primera, estos dos gigantes de la actuación coincidieron juntos.
Y precisamente hoy vale la pena revisar su primer largometraje, Vida de ese chico (Michael Canton-Jones, 1993), drama ambientado en la década de los 50 en Estados Unidos y donde se dio a conocer en el séptimo arte. Fue el propio De Niro el que aconsejó al director que llamara a DiCaprio para el papel principal, por sus capacidades interpretativas, y éste, con 18 años, se pone en el papel de esta histórica con tintes autobiográficos de este joven adolescente que se desarrolla a través de la relación con su madre y con su cruel y autoritario padrastro.
Comienza con el increíble paisaje del Monument Valley, mientras nos recuerda que es una historia real (y basado en el libro “This Boy´s Life”, de Tobias Wolff adscrito al movimiento del realismo sucio). En medio del desierto viajan en coche una madre, Caroline (Ellen Barkin) y su hijo, Toby (Leonardo DiCaprio, alter ego del mismo Tobias Wolff) y cuya voz en off nos dice: “Era 1957 y viajábamos de Florida a Utah. Después de que a mamá le golpeó su novio, cogimos el coche y nos fuimos hacia los campos de uranio. Nuestra suerte iba a cambiar”. Y ello mientras suena el “Let´s Get Away From It All” de Frank Sinatra. Y llegan a Salt Lake City, capital de Utah, aunque pronto parten hacia Seattle. Allí es donde Caroline conoce al aparente amable mecánico Dwight (Robert de Niro), quien tiene tres hijos…
Toby nos muestra su comportamiento de adolescente rebelde y compulsivo, quien llega a confesar a su madre: “Puedo ser mejor. Trataré de hacerlo. Odio como soy. No sé por qué soy así”. Es por ello que la madre le envía un tiempo con Dwight y sus hijos al pequeño pueblo de Concrete, en el estado de Washington, para cerciorarse de que si funciona, se podría casar con él. Y una vez allí Dwight intenta enderezarle con cualquier método válido por entonces y, mientras suena el “Smile” de Nat King Cole, resuena este pensamiento: “No me andaré con tonterías. Existen en el mundo chicos malos. Auténticos diablos. Mi trabajo será estar contigo para enderezarte. Y para conseguirlo, haré lo que sea. Ya puedes ir bajando los humos de tu padre rico. Tus días de fantasía terminaron. Ahora eres un chico de Concrete”.
Finalmente, Caroline se casa con Dwight, pero aquella no tarda en darse cuenta del error. Porque el deseo del padrastro por enderezar a Toby llega a las palizas físicas. Y con el tiempo, nuestro adolescente declara: “Tengo que irme de este lugar o me muero”. Y las cosas llegaron a un extremo que ambos, madre e hijo, tuvieron que huir de allí. Y Toby logra entrar en la universidad, aunque falseando sus notas.
En el colofón del film se nos indica qué fue de cada personaje, pero especialmente de él mismo: “Tobias Wolff fue expulsado de la escuela Hill, entró en el ejército y luchó en Vietnam. Ganó premios como autor de novelas y cuentos cortos. Vive con su familia en Nueva York donde es profesor de Literatura en la Universidad de Syracuse”. Porque la Vida de este chico es su propia vida… Y donde tenemos la oportunidad de ver los inicios de un grande, Leonardo DiCaprio, aquí también acompañado de algunos actores aún muy jóvenes como Carla Gugino y Tobey Maguire. Pero donde nos llega sobre todo su mensaje: que pese a una infancia y adolescencia dura, con maltrato familiar incluido, es posible salir adelante. Así lo hizo Tobias Wolff… y Leonardo DiCaprio, cada uno en su trayectoria artística.
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