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sábado, 29 de junio de 2024

Cine y Pediatría (756). “Colegas”, el homenaje más Down al séptimo arte


El síndrome de Down vuelve a ser el protagonista de una película y las personas con trisomía 21 son los actores de este film tan particular: Colegas (Marcelo Galvao, 2012), película brasileña que se suma a otras filmografías que han buscado recordarnos que la vida no va de cromosomas, sino de amor e integración. Y aquí podemos recordar la película francesa El octavo día (Jaco Van Dormael, 1996), la estadounidense Duo: The True Story of a Gifted Child with Down Syndrome (Alexandre Ginnsz, 1996), la británica After Life (Alison Peebles, 2003), la española León y Olvido (Xavier Bermúdez, 2004), la argentina Anita (Marcos Carnevale, 2009), la libanesa Ghadi (Amin Dora, 2013), la italiana Mi hermano persigue dinosaurios (Stefano Cipani, 2019), entre otras muchas.       

La película nos presenta con voz en off - que será habitual en el metraje - a nuestros tres protagonistas internados en una institución para personas con síndrome de Down: Stalone (Ariel Goldenberg), a quien pusieron el nombre preferido del actor del padre, pero fue lo único que prefirió, pues aquel se largó de casa al enterarse del diagnóstico de su hijo y meses después su madre le abandonó también; Marcino (Breno Viola) perdió pronto a sus padres y sus hermanos decidieron meterlo en una institución, de forma que al principio sí lo visitaban, pero pasado un tiempo nunca más se supo de ellos; Aninha (Rita Pokk) si tenía padre y madre, pero nunca les conoció, aunque siempre le decían que vivirían juntos cuando ella se casara (pero tenía que ser con un cantante y en el día de San Judas Tadeo). Y entre ellos se llamaban colegas, teniendo como trabajo la videoteca de la institución, de ahí el amor por las películas. 

Y de una de esas películas, Thelma & Louise (Ridley Scott, 1991), cuyos diálogos Stalone se sabían de memoria, surge la idea de huir con el coche del jardinero para vivir una experiencia en libertad. Es entonces cuando se hacen llamar Sr. Green, Sr. Blue y Sr. Pink, como los protagonistas de Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992), e inician una particular road movie que comienza con un atraco - y las mascaras que se pone son un homenaje a la película Los Clowns (Federico Fellini, 1970) -, y que les lleva hasta Buenos Aires, en busca de cumplir sus tres deseos: Stalone quiere ver el mar, Aninha busca un marido y Marcio quiere volar. Y es así que, con esta alocada y peculiar persecución de los agentes de policía, esta película se convierte en un continuo homenaje al séptimo arte, y las referencias previas ya nos marcan el camino. Y en los títulos de crédito finales se nos especifican las escenas relacionadas con alguna de estas películas que iremos descubriendo: Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood, 1939), Casablanca (Michael Curtiz, 1942), Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), James Bond contra Goldfinger (Guy Hamilton, 1964), El graduado (Mike Nichols, 1967), Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), Superman (Richard Donner, 1978), Scarface (Brian de Palma, 1983), El sentido de la vida (Terry Jones, Terry Gilliam, 1983), Terminator (James Cameron, 1984), Cobra (George R. Cosmatos, 1986), El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989), El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991), Los tres mosqueteros (Stephen Herek, 1993), Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994), Asesinos natos (Oliver Stone, 1994), Jerry Maguire (Cameron Crowe, 1996), Titanic (James Cameron, 1997), La vida es bella (Roberto Benigni, 1997), Men in Black (Barry Sonnenfeld, 1997), Matrix (Hermanas Wachowski, 1999), Tropa de élite (José Paldinho, 2007), entre otras. 

Las referencias son continuas, incluso en algunos diálogos alrededor de este grupo ya conocido por la policía como la Banda del síndrome de Down, algunos en off (“Stalone aprendió un poco de francés y español con las película de Godard y Almodóvar”) y otras menos políticamente correctos (“Debemos tener mucho cuidado. Debido a que son deficientes mentales viviendo el mundo lúdico del cine”). Es Colegas una película donde no solo el cine está presente, sino también la música es omnipresente, como no podía ser menos en un homenaje a estas personas con tanta sensibilidad musical. Y quiero destacar el homenaje implícito del film a la figura de Raul Seixas, una de las máximas figuras del rock brasileño, a quien se debe gran parte de las canciones que suenan y que hace un cameo no real en la historia (pues Raul Seixas falleció en 1989 a los 44 años de edad por una pancreatitis devenido derivado de su alcoholismo). 

Y finalizo con dos dedicatorias. Una, la de la propia película al final, muy especial y que da sentido al mensaje que quiere transmitir su director: “Para aquellos que, pese a las adversidades, con una simple sonrisa, ven la felicidad en las pequeñas cosas de la vida. A mi tío Marcio, gracias por haberme enseñado tanto. Marcelo Galvao”. Y otra en recuerdo a Raul Seixas, que nos dejó un mensaje que utilizo desde hace décadas en mis proyectos: “Un sueño que se sueña solo es sólo un sueño que se sueña solo, pero un sueño que se sueña juntos es realidad”. 

Pues eso, soñemos un mundo donde se permita vivir con dignidad a todas las personas, independientemente de su número de cromosomas. Y que, al menos, puedan nacer… Entonces si sería un mundo “de cine”. Y así nos lo demuestra Colegas, todo un homenaje al séptimo arte, como ya otras películas también lo hicieron, y recordamos dos hermosas historias como Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988) y La invención de Hugo (Martin Scorsese, 2011).

Nota final. No confundir esta película brasileña, Colegas, con otras películas del mismo título en nuestro país, dos estadounidenses (Colegas/Hangin' with the Homeboys dirigida por Joseph B. Vasquez en 1991, y Colegas/The Wood dirigida por Rick Famuyiwa en 1999) y la española Colegas (Eloy de la Iglesia, 1982), uno de los films prototipos del cine quinqui en nuestro país. 

 

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