Hoy comentamos una película que es una comedia negra española que pasó desapercibida en cartelera tras su estreno, pero que ha tenido una segunda vida en las plataformas después que Stephen King, el maestro del terror, la recomendara como “horrible y tremendamente divertida”. Hablamos de La mesita del comedor (Caye Casas, 2022), película que se ha convertido en un fenómeno de culto inmediato. Y no es casualidad que esta obra siga la estela de su director, amante de la comedia negra y de temas macabros y escatológicos: comenzó codirigiendo con Albert Pintó varios cortos, entre ellos Nada S.A. (2014) y RIP (2017), así como el largometraje Matar a Dios (2017), en los que se repiten los actores, entre ellos Itziar Castro, Eduardo Antuña, David Pareja, Josep María Riera o Emilio Gavira. Y la mayoría de ellos también protagonizan La mesita del comedor.
En la primera escena compartimos los dolores de parto de una mujer dando a luz, y con el llanto del bebé se difumina la imagen. Una curiosa manera de presentarnos a nuestro particular protagonista. En la siguiente escena vemos a una pareja con el bebé en brazos que están comprando una mesita para el comedor. Los personajes de Casas son extremos y recalcitrantes, también aquí: María (Estefanía de los Santos) es una madre añosa que se ha sometido a un tratamiento de infertilidad y se nos muestra como una mujer controladora, déspota y castradora, y Jesús (David Pareja) como un hombre sin carácter, sumiso e infantil. La pareja no se encuentra en su mejor momento y no mejora cuando Jesús decide comprar, a pesar de la negativa de su mujer, una mesita de comedor extravagante que, según el vendedor (Eduardo Artuña), “les va a cambiar la vida a mejor y les va a portar felicidad al hogar”. En ese momento conocemos que han puesto al niño el nombre de Cayetano, igual que el del vendedor, otro ser muy peculiar. Y tras esta larga escena en que se efectúa la venta, es cuando aparecen los originales títulos de crédito de la película.
Ya en casa, Jesús intenta montar la mesa, pero le falta un tornillo. María no quiere saber nada y se sale a comprar. Las conversaciones entre Jesús y María son frescas y naturales como la vida misma. Y así el padre comenta, ante el llanto insistente del niño y antes de que acaezca la tragedia (que no vemos, pero intuimos): “Que le han puesto un nombre muy feo y por eso llora”. Y cuando el bebé deja de llorar es cuando el espectador comienza a sufrir, con esa extraña empatía que adoptamos con Jesús, dispuesto a ocultar lo sucedido cuando llega su cuñado a cenar con su joven pareja vegana o cuando es acosado por la vecina adolescente de 13 años. Porque todos los personajes son una sorpresa, como el guion, y no es de extrañar que tengan que declarar: “Estamos muy raros con esto de ser padres”. Porque el espectador sabe lo que ha ocurrido, pero la tensión se mantiene de principio a fin y nos vovlemos empáticos con Jesús. Y ahora entendemos algo mejor por qué este recién nacido, por nombre Cayetano, ha enamorado a Stephen King. Con tan poco, tanto… una mirada grotesca de la cotidianidad. Película no apta para padres primerizos, pensamos, mientras suena al final la canción rock “La mesita del comedor”, cuya autora es la cantante y compositora extremeña, Bambikina.
Porque en ese mismo año 2022 el cine español ha abordado las preocupaciones de la maternidad desde el naturalismo, como ya hemos visto en Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022) y en La maternal (Pilar Palomero, 2022), pero ahora Caye Casas se ha aproximado a la paternidad desde el terror, desde el peor de los escenarios. Porque la premisa de partida es a la vez tan sencilla e ingeniosa como posible. Y por posible es terrorífica. Aviso a navegantes…
Cine de terror con un niño, en este caso un recién nacido al que apenas vemos. Bastante diferente a lo ya conocido, y hay buena muestra en la historia del cine de ese terror con niños con títulos clásicos como El exorcista (William Friedkin, 1973), La profecía (Richard Donner, 1976), Los chicos del maíz (Fritz Kiersch, 1984) o El pueblo de los malditos (John Carpenter, 1995), entre otros muchos. Pero también en Cine y Pediatría hemos recordado algunas películas españolas bajo este contexto, como ¿Quién puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976), Alas de mariposa (Juanma Bajo Ulloa, 1991), Los otros (Alejandro Amenábar, 2001) o El orfanato (J.A. Bayona, 2007). Pero La mesita del comedor es otra cosa, porque no hay nada paranormal. Si no que todo es muy cotidiano, como esa mesita de comedor que todos tenemos en casa.
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