Dentro del Festival de Cannes se creó en el año 1998 el premio Un certain regard, que intenta visibilizar y premiar el talento joven y obras originales y diferentes que buscan el reconocimiento internacional. Y en Cine y Pediatría hemos tenido la oportunidad de comentar algunos de esos premiados como la película senegalesa Moolaadé (Ousmane Sembène, 2004), la griega Canino (Yorgos Lanthimos, 2009) o la mexicana Después de Lucía (Michel Franco, 2012), y que, en muchos casos, ha sido un gran espaldarazo para esos directores que luego se han consolidado en el panorama cinematográfico. Y hoy llega la película británica How to Have Sex (Molly Manning Walker, 2023), en lo que es la ópera prima de su directora.
Y How to Have Sex pone el foco en una triste realidad en las dos últimas décadas en nuestros adolescentes: ese turismo de borrachera que muchos emprenden en un momento de su vida, normalmente en ese paso del instituto a la universidad, como si fuera una especie de ridículo rito de iniciación a la vida adulta. En este caso, la película nos muestra este periodo vacacional que hacen tres adolescentes británicas (Tara, Skye y Em) en la isla de Creta (podría ser perfectamente nuestro Benidorm o Magaluf) como fin de etapa del instituto, mientras esperan las calificaciones para poder entrar a la universidad. Y en su primer baño en el mar ya proclama nuestra protagonista, Tara (Mia McKenna-Bruce): “Os quiero con toda mi alma. ¡Las mejores vacaciones de toda mi vida!”. Puro ocio como si no hubiera mañana de esta chicas zoomers (de la generación Z).
Y estas tres adolescentes quieren disfrutar de “las putas mejores vacaciones” de su vida, lo que sobre todo incluye ponerse pibones, beber sin freno (hasta el vómito o desfallecimiento), desmadrarse en la discoteca o en fiestas, romper la noche, ligar y, si procede, buscar sexo (que en el caso de Tara, aún virgen, casi es un obligación). Y entre fiesta nocturna y fiesta nocturna, algún baño en la piscina o en el mar. Están en el final de su adolescencia, así que… si no es ahora, ¿cuándo?, se preguntan. Y ya se sabe: “Lo que pasa en vacaciones se queda en las vacaciones” y más en esos “resort” como escenario postapocalítpico.
Vamos reconociendo el diferente perfil de cada una de las tres amigas: Tara, nuestra protagonista, Em (Enva Lewis), la más centrada e inteligente, y Skye (Lara Peake), quien se considera líder y la más atractiva y quien incita a Tara a que dé el paso de acostarse por fin con cualquier joven borracho en alguna de esas fiestas de Sodoma y Gomera que se repiten en esa zona turística repleta de jóvenes y adolescentes con los mismos propósitos que ellas. Y acaban conociendo a otros chicos ingleses de un apartamento vecino, y donde Badger (Shaun Thomas) y Paddy (Samuel Bottomley) tendrán un papel crucial en el desarrollo de los acontecimientos.
Y quedan en la retina algunas escenas. Especialmente esa secuencia en la que Tara, triste y ajada por los excesos de la noche con ese vestido verde provocador, regresa por la solitaria calle central de la Magaluf cretense, una calle sucia con los restos del naufragio (botellas, plásticos, basura…) de un población arrasada por la fiesta. Y también llama la atención la vivencia previa de esa fiesta “crush”, una de esas palabras de moda entre las nuevas generaciones y que, entre desmadre de alcohol y sexualidad, se busca ese enamoramiento repentino y apasionante o más bien, sexo a secas. Retazos de una triste realidad en esas cortas e intensas vacaciones en lo que parece una descripción del conocido como turismo de borrachera, y en la que solo ha faltado que alguno de estos jóvenes haga balconing para rematar el cuadro. Y donde destacamos que la historia está narrada con una buena dirección de actores, así como un buen uso de la cámara y fotografía para imprimirnos en un baño de realidad.
Porque finalmente Tara ha conseguido perder su virginidad, pero sabe que ha perdido algo más. Y eso lo demuestra su cara de desaliento y el saber que no han sido las mejores vacaciones de su vida. Y, gracias a la enorme interpretación de Mia McKenna-Bruce, no queda rastro de esa Tara loca hormonada que vemos en las primeras secuencias cuando, al final, tenemos delante a una adolescente sufriente. Y como espectador se reflexiona sobre el valor del consentimiento a la hora de tener sexo, y cómo, por encima del placer está el sentimiento y el respeto, sea la “primera vez” o la última.
Y sí, el despertar sexual es importante. Pero no parece que la borrachera sea la mejor compañía. Porque el respeto comienza con uno mismo… Y así nos lo recuerda esta turbadora ópera prima, How to Have Sex, que puede confundir por el título y que nada tiene que ver con una comedia ni con un manual. Y que nos labra un escenario tremendamente realista, verosímil e identificable sobre las formas de socialización juvenil, con todos sus matices y tonalidades, para inscribir allí una experiencia de no consentimiento, como la que sufre Tara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario