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sábado, 5 de octubre de 2024

Cine y Pediatría (770) “Sala de profesores”, desconcertante reacción en cadena


Son decenas las películas que en Cine y Pediatría hemos analizado en relación con la docencia en las aulas, ese punto de encuentro de alumnos y profesores. Pero la que hoy vamos a comentar tiene algo de particular. Porque Sala de profesores (Ilker Çatak, 2023) es una impresionante película alemana donde este director turco-alemán (también coguionista) nos relata un drama tenso en formato thriller rodado entre los muros de un colegio con mucha capas, allí donde un incidente pequeño provoca una reacción en cadena de grandes proporciones y que nos devuelve una visión del mundo de la pedagogía desconcertante. La película ha sido multipremiada en diferentes festivales de cine y fue nominada como mejor película internacional en los premios Óscar de 2024, premio que recayó en la película británica La zona de interés (Jonathan Glazer, 2023). 

La protagonista principal es Carla Nowak (Leonie Benesch), una joven profesora polaca que ha comenzado a trabajar en una escuela alemana, Se aprecia que es una profesora idealista y de fuertes convicciones morales, a la que le toca asumir las asignaturas de matemáticas y gimnasia en una clase de secundaria. Llama la atención esa particular manera de comenzar sus clases, con ese particular “guten tag”, así como esas palmadas de toda la clase para ordenar silencio. Pero la noticia de que han ocurrido una serie de robos (de dinero y material escolar) en la escuela desencadena una serie de hechos que le harán enfrentarse a niños agresivos que pierden el respeto, a padres ofensivos y acusadores, a compañeros poco solidarios, a un sistema educativo ineficaz e, incluso, a sus propios principios. 

La directora y su administración están llevando a cabo una investigación que comienza interrogando a los dos delegados de clase, a quien se les recuerda: “Será mejor no contar lo que hemos hablado”. La sospecha inicial recae en un alumno inmigrante turco que está en la clase de Carla, pero el proceder no convence a la profesora, por lo que un compañero le reprende: “Entiendo su indignación, pero usted no sabe desde cuándo lleva pasando esto. Hay gente aquí robando todo lo que puede y más. Tenemos que actuar cuando se presenta la ocasión”. 

Mientras convive con la rebeldía de sus alumnos preadolescentes y las incoherencias de sus colegas, su sospecha sobre quién puede haber sido el causante de los robos lo desestabiliza todo. Y la historia avanza con un cierto tono de thriller con esa particular banda sonora de Marvin Miller, inquietante entre las aulas, pasillos, patio de recreo… y en la sala de profesores. No ocurre nada extraordinario, pero es que lo ordinario que visualizamos no nos da respiro en ese pequeño mundo que es un centro escolar y que se nos presenta como representativa de nuestra convulsa sociedad, entre los derechos y deberes, entre el racismo y el clasismo, entre la libertad de prensa y las redes sociales y, especialmente, en lo complicado que lo tienen lo profesores para impartir una educación en valores. Y todo ello mientras la cámara sigue constantemente el rostro de Carla, una Leonie Benesch en estado de gracia, y quien se debate con su propia brújula moral. 

Y en Sala de profesores hay escenas que vale la pena destacar. La tutoría con los padres y ese enfrentamiento con una madre: “Los padres tienen derecho a ser lo que pasó. Los padres tienen derecho a saber que la profesora de sus hijos irá a juicio…¿Quieren saber lo que ha pasado? Esta mujer ha grabado vídeos a escondidas en el colegio de los trabajadores ¡Ha estado espiando! ¡Acusando! Con calumnias y difamaciones. ¡De todo! Ha arruinado una vida con sus suposiciones. Yo no me creería una palabra de lo que diga. Avergüencese…”. También la entrevista de los alumnos para la revista del colegio y ese tercer grado a Carla con su “Queremos saber que pasa en el colegio”. O la amenaza de ese alumno, Oskar, que defiende a su madre, e intenta que su profesora se retracte: “Discúlpese con mi madre públicamente o sufrirá las consecuencias”. Todo esto hace que el caos, la insubordinación y la violencia se apoderen de la clase y en la sala de profesores deciden expulsar a Oskar durante 10 días y revalorar luego. Y aunque Carla dice a los alumnos aquello de que “Lo que pasa en la sala de profesores se queda allí”, realmente todo trasciende. 

Y todo esto transcurre con una interpretación tan veraz que vivimos muy de cerca los sentimientos de la profesora. Y es sorprende su capacidad de contención para lo que tiene que vivir…, hasta que solicita a sus alumnos que griten, en una de las escenas que más se recuerdan. Y que nos lleva a un desconcertante final…, donde quizás esperábamos algo más. Pero donde entendemos que el robo era un simple “macguffin” para conformar esta historia, allí donde el dictado de tolerancia cero del centro escolar conduce a la denuncia, la sospecha y la exclusión, en lugar de crear un espacio seguro

Porque en Sala de profesores el director Ilker Çatak plantea preguntas morales que no permiten respuestas sencillas, y que nos permite reflexionar sobre lo difícil que es distinguir entre el bien y el mal, allí donde Leonie Benesch nos transfiere de forma magistral la desesperación cada vez mayor de su personaje, con sonrisas inseguras y miradas nerviosas persistentemente. Quizás igual que las nuestras o de la de aquellos profesores que hayan vivido situaciones similares. 

No puedo terminar el análisis de esta película, sin comentar que la sensación de inquietud que me ha provocado fue, de alguna manera, la que sentí en su momento con la película danesa La caza (Thomas Vinterberg, 2012), esa caza a la presunción de inocencia de Lucas, un maestro de guardería, magníficamente interpretado por Mads Mikkelsen. Y también desgarradora y con un final desconcertante. 

 

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