El caso de Ladislao Vajda (Budapest, 1906 – Barcelona, 1965) es muy especial en el mundo del cine. Y es que este húngaro de nacimiento se introdujo en el séptimo arte en contra de todo y de todos, y es el prototipo de cineasta itinerante. Su obra cinematográfica fue producida en ocho países tan distintos como Hungría, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, España, Portugal y Suiza. La convulsa Europa de la primera mitad del siglo XX fue la causa de sus cambios de país. Pero es en España donde realizará el grueso de su filmografía y gran parte de sus mejores obras, especialmente cuando se vincula a Producciones Chamartín y a uno de los conocidos como niños prodigio del cine español, Pablito Calvo.
La unión entre Ladilaslao Vajda y Pablito Calvo se prolonga durante tres años y tres películas, con enorme éxito de público:
- Marcelino, pan y vino (1955). Una película española que traspasó fronteras y que traspasó el simple cine religioso de la época para convertirse en todo un fenómeno social, logró premios en aquella época, además de ser una de las más taquilleras de la postguerra en nuestro país. Es una adaptación cinematográfica de un relato homónimo, un cuento de padres a hijos de José María Sánchez Silva, quien actúo de guionista con el propio Ladislao Vajda. Luego hubo más adaptaciones de esta película, también en Italia y en México, pero ninguna llegó a la magia del original.
- Mi tío Jacinto (1956). Puro neorrealismo hispano y que algunos críticos han visto en ella una relación adulto-niño y unidad temporal y geográfica de la acción que recuerda de alguna manera a Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette, Vittorio de Sicca, 1948). La diferencia es que la película italiana es todo un hito y la española en ocasiones ha sido una gran olvidada.
- Un Ángel pasó por Brooklyn (1957). Comedia con tintes sobrenaturales ambientada en el americano distrito de Brooklyn, al más puro estilo de Frank Capra. Todo un cóctel de diferentes nacionalidades para ofrecernos una historia encantadora y divertida, que encuadrada dentro del tópico "haz el bien". Y aquí el símil argumental bien podría ser con otra icónica película neorrealista, en este caso con Milagro en Milán (Miracolo a Milano, Vittorio de Sica, 1951).
Y esta trilogía Ladislao Vajda-Pablito Calvo se encuentra entre lo mejor de su amplia filmografía realizada en España, donde cabe recordar algunas otras obras, generalmente de menor calidad que las enunciadas, y que van desde Se vende un palacio (1943) a La dama de Beirut (1965), y en el que podemos enumerar también Cinco lobitos (1945), Séptima página (1950), Doña Francisquita (1952), Ronda española (1952), Carne de horca (1953), Aventuras del barbero de Sevilla (1954), Tarde de toros (1956), María, matrícula de Bilbao (1960) o Una chica casi formal (1963), entre otras.
Pero su gran obra maestra fue una película coproducida con Suiza, filmada allí y con un reparto de actores alemanes: El cebo/Es geschah am hellichten Tag (1958), una alarde de guion y de fotografía en blanco y negro, un film que gana en cada visionado, una película que nos transporta al mejor Fritz Lang (M, El vampiro de Düsseldorf/M, 1931) y al mejor Charles Laughton (La noche del cazador/The Night of the Hunter, 1955), al más puro expresionismo que nos regala el cine en blanco y negro. El cebo es una obra en la que prima la trama, no los personajes, que más bien son arquetipos, una película que no se marchita con los años y que siguen manteniendo la emoción, visionado a visionado.
Y el análisis en profundidad de estas películas se puede revisar en reciente artículo publicado en el último número de la revista Arte y Medicina, que se puede revisar en las páginas 22 a 28. Pura reivindicación a la infancia en blanco y negro de Ladislao Vajda, un director peculiar, por su vida y por su obra, un nómada del séptimo arte que llegó desde Hungría para dejarnos su obra expandida durante casi cuatro décadas por diversos países, pero que fue en España donde dejó su esencia en la década de los 40 y, principalmente, de los 50.
No hay comentarios:
Publicar un comentario