sábado, 16 de noviembre de 2024

Cine y Pediatría (776) “Àma Gloria”, la madre sustituta


La sensibilidad, delicadeza, buen gusto y tacto del cine francés para abordar las múltiples aristas de la infancia y adolescencia reaparece de forma preciosa y precisa con la película Àma Gloria (Marie Amachoukeli-Barsacq, 2023), ópera prima de esta directora de cine y guionista francesa de ascendencia georgiana. Y las señas de identidad aparecen pronto, desde esos títulos de crédito rodeados de imágenes animadas de un mundo infantil y de color, y esa primera escena de la revisión en el oculista, donde Cléo, esa niña rizosa de 6 años en pleno cambio de incisivos, está en la sala acompañada de un mujer de color que descubrimos que es su niñera. Y enseguida comprobamos esa complicidad entre ambas, llena de juegos, risas y ternura. 

Cléo (Louise Mauroy Panzani) vive con su padre en París y los cuidados habituales corren a cargo de Gloria (Ilça Moreno), una mujer oriunda de Cabo Verde, allí donde ha dejado a sus verdaderos hijos y a su familia, en ese archipiélago en el Atlántico que fuera colonia portuguesa y que es un pequeño país que reconocemos por tener géneros musicales propios como la morna (donde Cesária Évora es la cantante caboverdiana más conocida internacionalmente) y el zouk (donde destaca Suzanna Lubrano). Y confirmamos que Cléo y Gloria, niña y niñera, están constantemente juntas debido a la frecuente ausencia del padre, lo que crea entre ambas un vínculo intenso, similar al que existe entre una hija y su madre (de quien no nos da pistas de su ausencia). 

Pero Gloria recibe la noticia de la muerte de su madre y le comunica a Cléo que tiene que volver a su país a enterrarla: “Tengo que volver a mi casa, a la isla”. A partir de ahí se nota su ausencia y, aunque el padre intenta cubrir el hueco, su hija está triste: “Echo de menos a Gloria”. En su día a día, el padre intenta cuidar a su hija y hasta bailan al son de la canción “Mes yeux dans ton regard” de Nilda Fernandez. Y por ello, cuando llega el verano, el padre le deja que vaya a pasar un temporada con Gloria en Cabo Verde, allí donde se integra con su familia en una casa pequeña llena de recuerdos. Y Cléo le confiesa: “Para mí es raro. Porque solo tengo recuerdos contigo”. Y allí la pequeña se sumerge en la vida de esa familia y esa isla, con sus costumbres, sus juegos, sus fiestas,… y todo ello lo ve a través de sus gafas y sus rizos. Y también participa en el embarazo, parto y bautizo del nieto de Gloria, donde Cléo musita: “Espíritus malos, ¿me oís? Si me oís, haced que el bebé muera. Y que Gloria vuelva a casa. Por favor”. Pero Gloria ya tenía otros planes desde hace tiempo, y su deseo era regresar a su pueblo, abrir un negocio con el dinero ahorrado y recuperar el cariño de sus verdaderos hijos, quienes casi la ven como una extraña, tras pasar tanto tiempo fuera del hogar. 

Y todas estas vivencias se van mezclando con las imágenes oníricas animadas para representar aquellas fantasías, emociones y sentimientos de la niña y que viene a recordarnos que en la primera infancia la realidad y la ficción se mezclan en un colorido mundo de fantasía. Dibujos de marcados colores que reaparecen a lo largo de la historia, y que nos evocan quizás ese paraíso de Cabo Verde. Muy original, donde se conjuga ficción y realidad en las vivencias de una niña que teme que no vuelva a tener a su lado a Gloria, su madre sustituta. Y eso lo intuye Cléo y es entonces cuando nos confiesa por fin: “Mi mamá también murió de cáncer. Pero ya estoy bien”, aunque a continuación la pequeña se pone a llorar desconsoladamente. 

Y en la despedida Gloria le regala un colgante y le dice: “Ahora tenemos que despedirnos y ser felices”. Pero tras la despedida a quien más se le rompe el corazón es a Gloria. Y así termina esta historia que mezcla cine y animación, llena de sentido y sensibilidad gracias a la interpretación de dos debutantes. Curiosamente, Àma Gloria contiene numerosos elementos autobiográficos, porque Marie Amachoukeli-Barsacq también tuvo una especie de niñera (la conserje del edificio de apartamentos donde vivía de niña) que cuidaba de ella, y, de hecho, la película está dedicada a ella al final, por nombre Laurinda Pereira Correia. 

Y es que la directora Marie Amachoukeli-Barsacq, quien ganó anteriormente, también con actores aficionados, la Cámara de Oro en Cannes en 2014 por Mil noches, una boda, vuelve a emocionarnos en esta ocasión con esta historia. Y ello en un film que nos recuerda a todas esas personas que han emigrado de su país y han cuidado a nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros mayores,… y lo han hecho con el cariño y el poso que esta historia nos regala. Personas que hacen de su trabajo algo más que un oficio para salir delante de una vida difícil, y que con su vinculo emocional van más allá de los límites de su profesión. Esta es la clave principal de la trama de Àma Gloria. Un homenaje y agradecimiento a todas estas personas que en España (y en casi toda Europa) son cuidadoras de nuestros hijos, nietos y personas mayores. 

Porque la realidad de nuestra sociedad, con la incorporación de las madres al trabajo, la dificultad de conciliación y el alejamiento de los núcleos familiares (esos abuelos tan importantes y no siempre cercanos), hace necesario recurrir a la contratación de personas ajenas a la familia en el papel de niñeras a tiempo parcial o completo. Y la elección de estas personas que van a cuidar a los más pequeños es un aspecto clave, donde la capacitación y el afecto hacia ellos es lo más estimado. Y cuando aparece una Gloria en estas familias, la felicidad no se instala solo en los hijos, sino también en  los padres.

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