La muerte de un hijo siempre es un camino de pérdida doloroso y un duelo complejo de llevar adelante. Desde Cine y Pediatría hemos sido partícipes de películas de muy diversa índole sobre este tema. He aquí algunos ejemplos: La decisión de Anne (Nick Cassavetes, 2009), Alabama Monroe (Felix Van Groeningen, 2012), Más allá de las palabras (Anthony Fabian, 2013) o Asia (Ruthy Pribar, 2020), para acercarnos a la pérdida de un hijo por enfermedad; La habitación del hijo (Nanni Moretti, 2001), El mejor (Shana Feste, 2009), Los secretos del corazón (John Cameron Mitchell, 2010), Tonio (Paula van der Oest, 2016), Madre (Rodrigo Sorogoyen, 2017), Tu hijo (Miguel Ángel Vivas, 2018), Desaparecida (Kim Farrant, 2019) o Mass (Fran Kranz, 2021), para acercarnos a la pérdida inesperada de un hijo por accidente o en situaciones no esperadas; o también la pérdida de un recién nacido al nacimiento en Fragmentos de una mujer (Kornél Mundruczó, 2020) o de un lactante por síndrome muerte súbita del lactante en Un grito en la noche (Marc Foster, 2000) y El amor y otras cosas imposibles (Don Roos, 2009). Pero también, de forma especular, algunas películas abordan el duelo de un hijo ante la enfermedad o fallecimiento de la madre, como es el caso de Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988), Ponette (Jacques Dillon, 1996), Un monstruo viene a verme (Juan Antonio Bayona, 2016), o Petite Maman (Céline Sciamma, 2021).
Y esta profusa reflexión al tema de la pérdida de un hijo es para introducir nuestra película de hoy, una película británica muy especial, el debut de su directora en el largometraje: Tuesday (Daina Oniunas-Pusic, 2023), una particular relación entre Tuesday, una adolescente en fase terminal de su enfermedad, su madre Zora y la muerte que les visita en forma de un pájaro de la familia de los guacamayos. Una original reflexión sobre el abordaje de la muerte y el duelo a través de este animal fantástico, y que sin duda es difícil no relacionar con la especial relación ente el niño Connor, su madre enferma y el anciano tejo que no viene a curar a la madre, sino a sanar al hijo, en la película española Un monstruo viene a verme.
En la introducción se nos presenta a un pájaro parlante (cuya voz la pone el actor británico Arinzé Kene) de mal pelaje y algo inquietante, parecido a un guacamayo y que puede cambiar de tamaño (de gigante a diminuto), lo que le otorga un carácter fantástico y simbólico y que sirve como un puente entre la vida y la muerte. Así lo vemos en las escenas iniciales cuando visita a personas moribundas que musitan: “Tengo miedo. Tengo miedo. No quiero morir. No quiero morir. El no quería hacerme daño. De verdad que no”. Y enseguida se nos presenta a nuestra adolescente protagonista, Tuesday (Lola Petticrew), postrada entre la cama y su silla de ruedas, con bomba de oxígeno y gafas nasales y al cuidado de una enfermera domiciliaria. Allí donde llega nuestro guacamayo a visitarla y aunque ella le suplica “No me mates, por favor”, la contestación no deja duda: “Debo hacerlo”. Pero le pide que espere que su madre llegue a casa para despedirse, tiempo en el que establecen una particular relación, incluso con momentos de humor para rebajar el drama latente, como la secuencia en la cual la chica comparte marihuana con el loro o aquella otra en la cual el animal rapea junto a Ice Cube la letra de “It Was A Good Day”, “un clásico”, según la definición del visitante alado.
Cuando regresa la madre, Zora (Julia Louis-Dreyfus), su hija le cuenta lo que va a ocurrir: “Mamá, sé que no puedes lidiar con esto. No estás preparada. Y no sobrevivirás. Debes dejar que te ayude”. Pero la madre no quiere hablar de ello, ni ahora ni nunca, pues ha creado un mundo paralelo a espaldas de su hija, pues no le contó que perdió el trabajo y pasa el tiempo fuera de casa en parques, y tuvo que vender todo el mobiliario del piso superior de la casa para sobrevivir y poder pagar a la enfermera, aunque esta le dice: “A Tuesday le gustaría pasar más tiempo con usted”. Ante la negación de la realidad, tiene que salir el pájaro a explicarle: “Señora, tiene que despedirse de su hija. La vida, toda vida, acaba. No podéis evitar mi llegada”.
A partir de ahí se suceden una serie de hechos entre fantásticos e insólitos entre hija, madre y el guacamayo, donde la madre hace todo lo posible para que ese momento no llegue, y así se lo hace saber: “No sé qué soy sin ti. No sé cómo es el mundo si tú no estás en él. No tengo la menor idea. Y creo que por eso, no sé, tengo miedo. Estaba luchando por mi propia vida. Pero a ti te quiero mucho más que a mí. Y esta es tu vida y a partir de ahora haremos lo que te convenga a ti. Ya no tienes que soportar más dolor. Y ya no tienes que preocuparte más por mí”. Y se prepara para la despedida cuando el pájaro extiende sus alas sobre Tuesday.
Pasado el tiempo regresa al guacamayo a visitar a Zora, pero solo para saber cómo está… y la madre le pide morir. “El caso es que, si existe el más allá, lo mejor sería que yo estuviera con ella, que cuidara de ella y estuviera con ella. Y si no existe el más allá, entonces ¿qué pinto yo aquí? Soy insignificante, de verdad. Por favor”. Y el pájaro le responde, mirando el amanecer por la ventana de la habitación de su hija: “Dios no existe. No según el concepto humano. Pero si existe el más allá. El eco que uno deja, su legado, su recuerdo. Eso es el más allá de Tuesday. Tu forma de vivirlo determinará como pervive ella”.
La película Tuesday nos invita a reflexionar sobre la aceptación de la muerte y el proceso de duelo, utilizando metáforas visuales y elementos oníricos para explorar estas temáticas universales. La representación de la muerte como un pájaro parlante que interactúa con los personajes principales ofrece una perspectiva muy particular y multifacética. Porque el pájaro, en muchas tradiciones culturales y mitologías, se percibe como mensajero entre el mundo de los vivos y el de los muertos, y su capacidad para volar representa la conexión entre lo terrenal y lo espiritual. Quizás esos cambios de tamaño que experimenta pueda ser un reflejo de la naturaleza de la muerte: a veces abrumadora y otras, una presencia pequeña e íntima que susurra en momentos de soledad, y que también simboliza cómo las personas perciben la muerte de manera diferente según sus emociones y circunstancias. Lo dicho, en Tuesday, un guacamayo viene a verme… lo que ha generado opiniones divididas entre los críticos, con elogios por su originalidad y actuaciones, pero también críticas por su tono y ejecución. Diversidad de opiniones, como el sentimiento y emociones diversas ante la pérdida de un hijo.
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