La poderosa empresa de entretenimiento y streaming audiovisual Netflix ya ha cumplido sus bodas de plata. En su camino ha invertido fuertemente en la producción de contenido original, quizás con más peso en series que en largometrajes. Personalmente no es para mí la mejor plataforma de películas, pero no desaprovecha la oportunidad de apoyar a títulos con éxito de público y, en ocasiones, también de crítica. Sirvan algunas de estas películas ya analizadas en Cine y Pediatría, y desde diversas nacionalidades, con un predominio de las producciones made in USA: Brain on Fire (Gerard Barrett, 2016), Tallulah (Siân Heder, 2016), Hasta los huesos (Marti Noxon, 2017), Historia de un matrimonio (Noah Baumbach, 2019), Campamento extraordinario (James Lebrecht, Nicole Newnham, 2020), El dilema de las redes sociales (Jeff Orlowski, 2020), Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer (Ryan Murphy e Iam Brennan, 2022), o Apolo 10 ½: Una infancia espacial (Richard Linklater, 2022). Pero donde también podemos destacar la mexicana Roma (Alfonso Cuaron, 2018), la turca Milagro en la celda 7 (Mehmet Ada Öztekin, 2019), la británica El niño que domó el viento (Chiwetel Ejiofor, 2019), la española Diecisiete (Daniel Sánchez-Aréval, 2019), la chilena Nadie sabe que estoy aquí (Gaspar Antillo, 2020), o la neerlandesa Las semanas mágicas (Applie Boudellah, Aram van de Rest, 2023). Y a esta sumamos una película que está dando mucho que hablar, tanto entre el público general como por los profesionales sanitarios: hablamos de la mexicana Los dos hemisferios de Lucca (Mariana Chenillo, 2024), una historia real fundamentada en el libro homónimo de Bárbara Anderson, una periodista argentina afincada en México que luchó incansablemente para mejorar la calidad de vida de su hijo Lucca, quien desarrolló una parálisis cerebral (PCI) debido a un complicado parto.
“Como ya les dijo el doctor, tenemos que esperar 72 hs a que su cerebro se desinflame”, es la información que la madre recibe de la enfermera neonatal cuando ve por primera vez a su hijo en la incubadora en la Unidad Neonatal. A continuación un mezcla de ficción y realidad, de fotos y notas, de voz en off y los términos leucomalacia periventricular, hipotonía generalizada o crisis epilépticas… Pasan los años y esta madre coraje, Bárbara (Bárbara Mori), convive con la PCI grave de su hijo Lucca y le dice a su marido Andrés (Juan Pablo Medina): “Hemos probado y seguiremos probándolo todo. Cada nuevo aparato, cada nuevo doctor, cada nuevo tratamiento es una nueva esperanza”. Una familia unida, con esa madre que se pasa el día yendo a las terapias de su hijo Lucca (Julian Tello, seleccionado entre más de 200 niños con parálisis cerebral que hicieron la audición para interpretar ese papel, y que ha interpretado de forma soberbia) y junto a su comprensivo esposo y el buen hermano menor, Bruno. Y la madre subraya su mensaje: “Todos juntos hasta el final, cada día, cada noche, hasta encontrar el camino”.
Y en ese camino de búsqueda contacta con un mexicano, el Dr. Jaramillo, quien trabaja en India con el Dr. Kumar, en cuyo centro se ha desarrollado un tratamiento experimental con una máquina, el Cytotron, que actúa con campos electromagnéticos para estimular la regeneración celular y nuevas conexiones neuronales, aunque antes fuera utilizado para destruir tumores. Ante ello, Andrés duda y le dice a su esposa: “¿Sabes lo que pienso en los tratamientos milagrosos? No creo en ellos” o “¿Cómo puedes creer cada cosa que nos pueden vender? Somos carne de cañón para esas personas”.
Pero Bárbara se aferra a esa única esperanza y, meses después, consigue embarcar a toda la familia a India, con lo que supone el coste económico, los trámites con el hospital y movilizar a Lucca y todo su aparataje (incluida medicación y nutrición) en ese largo viaje en avión. Y cuando llegan al Kumar Center es todo menos un centro avanzado, y hasta les roban los zapatos en una ceremonia indú, a lo que el guía les dice: “Es de buena suerte. En India, si te roban los zapatos, se llevan tus problemas”. Pero las dificultades no han hecho más que empezar. Les indican 28 sesiones en el Cytotron. A la sesión 7 la duda de la madre: “¿Será que estamos haciendo lo correcto?...Nos estafaron... Perdón Lucky. Perdón por traerte hasta acá”. Pero poco después aparece la succión en Lucca, algo que nunca había tenido y que les explican que es el primer reflejo humano. Y la mejoría es progresiva, lo que llega a que su neuropediatra mexicano, al regreso a casa, exclame “esto es una locura” al revisar la diferencia de conexiones cerebrales actuales de Lucca respecto a las pruebas de neuroimagen previas.
Cuando Bárbara intenta negociar el traer Cytotron a México es cuando se confirma una realidad sospechada en la figura del Dr. Jaramillo, las falacias de éste y el interés económico de sus mediaciones junto al Dr. Kumar, un profesional honesto. Es entonces cuando Bárbara hace un doble listado de “qué es verdad” y “qué no es verdad” de toda esa experiencia que está viviendo. Y con el fondo musical de la canción “Fix You” de Coldplay llega el colofón: “Lucca y su familia hicieron tres viajes más a la India. Actualmente Lucca está terminando la Primaria en el mismo grado de su hermano Bruno. Lucca lleva 5 años sin epilepsia y está comenzando a caminar y a hablar. En agosto de 2021, Bárbara, Andrés y un grupos de inversionistas compraron dos Cytotron y abrieron la primera clínica fuera de India. El Kumar Center está en la Ciudad de México y ha atendido de pacientes de occidente”. Y ello con el fondo de las imágenes reales de Bárbara Anderson, Lucca y su familia.
Y es así que la película Los dos hemisferios de Lucca se ha convertido en líder de audiencia tras su estreno en Netflix. Pero la polémica no se ha hecho esperar con esta terapia experimental con Cytotron, cuya investigación científica sobre su eficacia y seguridad es limitada y no está ampliamente aceptada en la comunidad médica. Cierto es que el cine tiene el poder de hacer visible lo invisible, y eso es precisamente lo que ha logrado esta película, pues muchos desconocíamos esta historia. La búsqueda desesperada de una mejor calidad de vida para su hijo con PCI llevó a esta familia hasta la India, donde se sometió a un tratamiento experimental con resultados favorables. Pero mientras algunos ven el Cytotron como una esperanza, la comunidad médica alerta sobre la falta de evidencia científica y sus riesgos, y la pregunta está en el aire: ¿es una alternativa viable o una falsa esperanza para miles de familias? Es recurrente la aparición de terapias milagros para la PCI y otras muchas enfermedades, por lo que la prudencia debe ser una máxima. La Sociedad Mexicana de Neurología Pediátrica emitió un comunicado advirtiendo sobre el uso de tratamientos no avalados por organismos reguladores como la FDA o la EMA y, según la asociación, hasta la fecha no existen ensayos clínicos que prueben la eficacia y seguridad del Cytotron para tratar la PCI. Y, por ello, Los dos hemisferios de Lucca reabre el debate para preguntarnos todos que es verdad y qué no es verdad.
No es la primera vez que el cine nos muestra esta situación de búsqueda de una terapia para una enfermedad grave a través de padres corajes que actúan con esa figura del “intruso benefactor”, como ya hicieron el matrimonio italiano Odone en El aceite de la vida (George Miller, 1992), la familia estadounidense Reimuller en Juramento hipocrático (Jim Abrahams, 1997), o el matrimonio estadounidense Crowley en Medidas extraordinarias (Tom Vaugham, 2010). Ahora llega esta familia desde México para sacarnos de nuestra zona de confort.
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