sábado, 29 de marzo de 2025

Cine y Pediatría (794) “Los niños perdidos”, historia de supervivencia

 

Hacía tiempo que nuestra mirada de cine hacia la infancia y adolescencia no se volvía a Colombia, uno de los países más biodiversos del planeta, que uno ama por la calidez de sus gentes aderezada del sabor de su música (del vallenato a la cumbia) y el aroma del café. Pero un país que ha luchado (y sigue luchando) frene a los conflictos armados, el desplazamiento forzado, el narcotráfico, los problemas medioambientales, la corrupción y los problemas socieconómicos. Y de ese duro bagaje se han nutrido películas que nos han mostrado infancias y adolescencia complicadas, con un mensaje social significativo, con ejemplos como Rodrigo D: no futuro (Victor Gabiria, 1990), La vendedora de rosas (Victor Gabiria, 1998), La virgen de los sicarios (Barbet Schoeder, 2000), Los niños invisibles (Lisandro Duque Naranjo, 2001), Las mujeres de verdad tienen curvas (Patricia Cardoso, 2002), María, llena eres de gracia (Joshua Marston, 2004), Rosario Tijeras (Emilio Maillé, 2005), Los colores de la montaña (Carlos César Arbeláez, 2010) y Niña errante (Rubén Mendoza, 2018). 

Y a estas películas se suma hoy Los niños perdidos (Orlando von Einsiedel, Jorge Durán, Lali Houghton, 2024), película documental distribuida por Netflix y que narra un hecho acaecido entre mayo y junio de 2023, lo que tuvo en jaque a todo el país y fue noticia también más allá de sus fronteras: la operación de rescate de cuatro niños indígenas perdidos y solos en la selva amazónica que se denominó como Operación Esperanza. De hecho, fue una historia tan relevante que, además de esta película se produjeron otras dos más en Colombia: la película documental Operación Esperanza: Los niños perdidos en el Amazonas (Tom Cross, 2024) y el thriller 40 días perdidos en la selva (Gustavo Nieto Roa, 2024). 

Centremos nuestra atención en la primera película. Una escena inicial nos sitúa en contexto: Araracuara, Amazonia colombiana, donde una madre con sus cuatro hijos de espalda esperan la llegada de una avioneta en medio de la selva. Y varias advertencias iniciales: “Esta película contiene material de archivo de eventos reales de interés cultural y público, realizados por rescatistas voluntarios, medios de comunicación y por el Comando General de las Fuerzas Militares de Colombia. En algunas escenas se han añadido recreaciones y material de archivo adicional. Algunas identidades han sido ocultadas por motivos de bienestar y seguridad militar”. Y una reflexión de la madre: “Solo deseo que los niños no se hubieran montado en ese avión”. Y tras ello se nos narra la historia, hechos que se desgranan por días.

Bogotá, Colombia, 1 de mayo de 2023. Día 1… Un noticiario avisa del avión desaparecido en medio de la selva amazónica a bordo una madre indígena y sus cuatro hijos (Lesly de 13 años, Soleiny de 9, Tien Noriel de 4 y Cristin, de 11 meses) que se iban a encontrar con su padre en Bogotá. A partir se desgranan los días (4, 7, 8, 15, 16, 17, 18, 20, 22, 24, 26, 29, 31, 32, 33, 34 y 40) y las entrevistas a los familiares (el padre Manuel Ranoque, la abuela y la tía de los niños), a su maestra, así como a militares de la Fuerzas Armadas y rescatistas voluntarios indígenas implicados en esa búsqueda sin cesar durante esos 40 días que duró la operación. Una verdadera cuaresma para contar en tiempo de Cuaresma… 

No fue hasta la segunda semana de búsqueda que logran encontrar la avioneta, allí donde identificaron tres cadáveres de adultos, el de la madre, Magdalena Mucutuy, 33 años, así como el piloto y un líder indígena que viajaba en el avión. Pero no había cuerpos de menores. Y es al día siguiente que encuentran un biberón en la selva.. y empiezan a sospechar que los chicos están vivos. Es entonces cuando comienza a ser noticia también internacional y es bautizada como Operación Esperanza. “Vamos a rescatar a los menores. Porque lo más cercano a crear una vida es salvarla”, dice el comandante a su tropa. Y se unen en la búsqueda militares con conocimientos técnicos e indígenas (un total de 85) con conocimientos de la selva. Una mezcla muy particular en la colaboración del rescate, pues tras más de medio siglo de conflicto armado, muchos indígenas no confían en el ejército, pero ahora es una cuestión de salvar a cuatro menores. 

Llegan las enfermedades y el desaliento a medida que pasan las semanas. Y si ellos están así, se preguntan cómo estarán los menores después de casi un mes, y se preguntan: “¿Por qué no encontramos a los niños?, ¿por qué no los encontramos ni muertos?”. Cuando los familiares confiesan que el padre de los niños sometía a malos tratos a su esposa y a los niños, empiezan a elucubrar que quizás los menores siguen escondidos para que no les encuentre. 

Y un chamán determina que el día 40 sería el último día de búsqueda, y ya algo se sentía diferente ese día, porque la selva estaba en paz. El chamán les asegura que hoy encontrarán a los niños… Y así fue. Oyeron un llanto en la selva y vieron a los niños, famélicos pero con vida. Una escena sorprendente y dura. Y lo primero que dijo Tien Noriel: “Mi mamá se murió en el avión”. Cada uno de los cuatro indígenas carga a la espalda a uno de los niños, exhaustos, a punto de morir si hubieran tardado algún día más. Y la reflexión de uno de los rescatistas: “Dios nunca nos falla cuando uno lo pide con realidad”. Lesly, la mayor, narra su lucha de supervivencia, que cabe no desvelar, pero realmente desgarrador ante su soledad en la selva y en las noches. Y su alegría por ser rescatados, expresada así: “Ya no tenía que mantener vivos a mis hermanitos. Estábamos a salvo”. 

Una historia con los cuatro niños protagonistas, sus familias y los rescatadores (ejército e indígenas unidos), y otro gran protagonista: la selva, con su orografía, su flora y su fauna. Tras el rescate, llegaron las declaraciones (también de Gustavo Petro, presidente de Colombia) y una manifestación multitudinaria del pueblo colombiano en Bogotá a los héroes de este rescate. Una búsqueda que recordó al mundo que los indígenas existen, y así debe ser pues el 82% de la población colombiana es mestiza. Y con este largo colofón: “Desde el rescate de los niños, han surgido nuevas denuncias por abuso en contra de Manuel Ranoque. Aún no ha sido condenado y se encuentra en prisión a la espera de ser juzgado. Lesly, Soleiny, Tien Noriel y Cristin están bajo el cuidado del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Ven a su familia regularmente. La Operación Esperanza es uno de los esfuerzos humanitarios más ambiciosos en la historia de las instituciones gubernamentales colombianas. Es un testimonio de la resiliencia, colaboración y determinación de sus participantes”. 

La película Los niños perdidos sigue de cerca la odisea por encontrar a los cuatro niños, quienes tuvieron que enfrentarse a los peligros de la selva, la falta de alimentos y la soledad. Y lo hace a través de testimonios conmovedores de todos sus protagonistas (principalmente rescatistas y familiares), impresionantes imágenes de la selva amazónica, capturada en todo su esplendor y peligro, y varios mensajes: la capacidad humana de superar adversidades y encontrar la fuerza para seguir adelante, incluso a esas edades infantiles, así como la solidaridad por no cejar en la búsqueda. Por ello la película ha sido aclamada como un testimonio de la resiliencia humana y un homenaje a la cultura indígena. 

Porque ellos no fueron los supervivientes de los Andes, fueron los supervivientes del Amazonas. Y así como en la tragedia de los Andes contamos, al menos, con tres películas (la mexicana Supervivientes de los Andes - René Cardona, 1976 -, la estadounidense ¿Viven! - Frank Marshall, 1993 - y la española La sociedad de la nieve -J.A. Bayona, 2023 -), en esta búsqueda de los niños perdidos en el Amazonas contamos con las referidas tres películas colombianas.

    

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