El proyecto Cine y Pediatría se acerca a su octavo centenar de entradas o posts en el blog Pediatría basada en pruebas, donde probablemente ya hemos superado el millar de películas “prescritas” en relación con la infancia y adolescencia alrededor de problemas de la Pediatría Clínica y, sobre todo, de la Pediatría Social (con la familia y el centro escolar como epicentros habituales). Y siempre hemos hablado de películas, pues consideramos que las series tienen connotaciones diferentes. Pero en esta ocasión vamos a hacer una excepción al tratar de la serie que ha impactado en este año 2025 y del que casi todo el mundo habla por sus cualidades cinematográficas y por sus mensajes: Adolescencia (Philip Barantini, 2025), miniserie británica de cuatro capítulos distribuida por Netflix y una duración total de 228 minutos. Por tanto, un metraje final no muy superior al de algunas películas actuales (con cierta tendencia al largo metraje), que bien vale prescribir en familias y colegios.
Adolescencia sigue la historia de Jamie Miller, un adolescente de 13 años acusado de asesinar a su compañera de clase, Katie. La serie se desarrolla en cuatro episodios, cada uno desde una perspectiva diferente, abordando la detención (episodio 1), la investigación escolar (episodio 2), la terapia psicológica del acusado (episodio 3) y el impacto en su familia (episodio 4). Una serie que combina una narrativa poderosa, sin filtros ni juicios morales, con una técnica de filmación innovadora, abordando temas cruciales en la sociedad actual. Ha sido aclamada por la crítica y el público por su realismo, sus actuaciones memorables y su capacidad para abordar temas difíciles de manera honesta y conmovedora.
Y entre lo más conmovedor se encuentran los principales personajes: Jamie Miller (Owen Cooper, en una interpretación soberbia en su primer papel en la pantalla), el adolescente protagonista; Katie (Emilia Holliday), la víctima del crimen, una chica popular y carismática en la escuela, si bien solo sale su foto; Manda, la madre de Jamie (Christine Tremarco), dedicada a cuidar de su familia y que no puede entender lo que ha sucedido; Eddie, el padre de Jamie (Stephen Graham, quien es también coguionista de la serie), un hombre más enfocado en su trabajo de fontanero que en sus hijos y que ahora también intenta asmilar lo ocurrido; Lisa, la hermana mayor de Jamie (Amélie Pease), quien vive con un sentimiento de culpabilidad permanente por lo que está ocurriendo en su familia; el inspector Luke Bascombe (Ashley Walters) y la detective de policía (Rakie Ayola), encargados de navegar por la complejidad de la situación y descubrir la verdad; el amigo de Jamie (Connor Swindells), quien acaba siendo un testigo clave en la investigación; la psicóloga Briony Ariston (Erin Doherty), uno de los papeles más impactantes. Cada uno de estos personajes aporta una perspectiva poliédrica de la historia, en lo que es un drama psicológico con formato de thriller.
La narrativa juega con la tensión psicológica y el drama social, mostrando cómo el entorno digital y la presión social pueden influir en la conducta de los adolescentes, quienes conocen y viven experiencias insospechadas por sus padres. Y este contundente (y escalofriante) mensaje no solo es válido para esta serie, sino para nuestra la vida cotidiana de toda aquella familia en la que convivan adolescentes. Entre los temas abordados en la serie se encuentran la influencia de las redes sociales, la búsqueda de identidad, la masculinidad tóxica y la cultura incel. Un término que es posible que muchos desconociéramos y que vale la pena destacar.
La cultura incel (del inglés "involuntary celibate", o célibe involuntario) es un movimiento y subcultura en línea que surgió en la década de 1990 y se ha expandido principalmente a través de internet. Esta cultura se caracteriza por la frustración y el resentimiento de algunos hombres que se sienten incapaces de establecer relaciones sexuales o románticas con mujeres, a menudo atribuyendo esta situación a factores externos, como la sociedad, las mujeres o la injusticia. Algunos aspectos y creencias comunes en la cultura incel incluyen el sentimiento de injusticia y victimización (pues se ven a sí mismos como víctimas de una sociedad que no les permite acceder a las relaciones sexuales o románticas que desean), el odio y misoginia (con ese profundo resentimiento hacia las mujeres, a quienes ven como responsables de su situación), las creencias en la superioridad masculina, el rechazo a la diversidad y la inclusión, la violencia y extremismo (y aunque no todos los incel promueven la violencia, algunos individuos y grupos dentro de esta cultura han sido vinculados a actos violentos, incluyendo tiroteos y ataques contra mujeres y minorías). Ni que decir tiene que muchos expertos y organizaciones consideran que esta subcultura representa un riesgo para la seguridad pública y la salud mental. Y con esta serie es posible que conozcamos algo más…
Como vemos, reflexiones contundentes, porque, aunque la historia reflejada no está basada en un hecho real concreto, no deja de ser una realidad patente el que los padres no conozcan en muchas ocasiones el entorno, aficiones y jerga en la que se mueven sus hijos (recordar el significado que para ellos tienen los emoticones como nuevo lenguaje codificado de los adolescentes de última generación). Pero además de por su contenido, también la serie Adolescencia ha sido elogiada por su uso (para algunos abuso) de los planos secuencia de cada episodio, que han sido grabados utilizando una combinación de técnicas y tecnologías, como cámaras de alta resolución, lentes de gran angular, movimiento de cámara fluido (a través de grúas, steadicam y cámaras portátiles, incluso también drones). Porque es muy llamativo como cada episodio, de una duración aproximada de una hora, es un puro plano secuencia por lo que todos los movimientos y diálogos de los actores han debido ser milimetrados (por ello, cada episodio tuvo que repetirse entre 12 y 16 veces), y ello con un fin claro: introducir al espectador en la escena de los hechos sin tiempo para respirar.
Y por eso, pasado el tiempo, regresa a nuestro pensamiento la serie y algunas de las escenas de cada episodio. En el primer episodio ese inicio violento (con la policía entrando a la fuerza en la casa de Jamie para detenerlo: “¡Cometen un grave error! Si solo es un crío, por favor”) y ese final trágico (con Jamie y su padre enfrentados al dolor de las imágenes vistas en el vídeo). En el segundo episodio esos continuos desplazamientos de los policías por el instituto, hablando con profesores y alumnos (“No estás entendiendo lo que hacen: 80% de las mujeres se sienten atraídas por el 20% de los hombres; hay que engañarlas, porque no pillas por la vía normal”, le dice el propio hijo del inspector) y el original viaje de la cámara por el cielo a través del dron, desde el instituto al lugar del asesinato. En el tercer episodio, para muchos, el más contundente, ese tour de forcé mantenido entre Jamie y la psicóloga, con momentos de tensión: “¡Tú no me dices cuando tengo que sentarme!”. Y en el cuarto episodio, esas vivencias alrededor de la furgoneta de trabajo con ese final emotivo con el muñeco de peluche, y las palabras del padre: “Lo siento hijo, debí hacerlo mejor”.
La información, debates y análisis de esta serie se han multiplicado en los distintos medios de comunicación, sea prensa, televisión, vídeos o distintas redes sociales. Revisiones de todo tipo, cinematográficas, psicológicas, sociales,… y también todo tipo de detalles y anécdotas. Es posible que quede poco más por decir. Pero no quiero dejar de destacar a Stephen Graham, este actor británico todoterreno, alma de Adolescencia también como coguionista, y quien se ha fajado en el cine y la televisión, en el cine comercial e independiente, en la filmografía británica y estadounidense, con títulos como Snatch. Cerdos y diamantes (Guy Ritchie, 2000), Gangs of New York (Martin Scorsese, 2002), Boiling Point (Philip Barantini, 2011) o El irlandés (Martin Scorsese, 2019), pero donde quiero anotar una anécdota alrededor de una de sus películas más recordadas y ya vista en Cine y Pediatría: This is England (Shane Meadows, 2006), una historia dura y sin concesiones a partir del resurgir del movimiento skinheads y los peligros de las mentes nacionalistas. En esta película, el papel principal del adolescente Shaun lo llevó a cabo Thomas Turgoose, quien se unía a una banda skinhead en donde se encontraba Combo, papel interpretado por Stephen Graham. Ambos actores compartieron una gran cantidad de escenas y eso terminó por forjar una especie de relación de padre-hijo entre ambos, de forma que Stephen estuvo a punto de adoptar a Thomas cuando la madre de este falleció a causa del cáncer. Detalle que habla a todas luces de la implicación social de este actor, por lo que no es de extrañar que se haya implicado hasta la médula en nuestra serie de hoy.
Se cuenta que la serie Adolescencia puede tener una secuela. Pero, salvo error u omisión, segundas partes nunca fueron buenas… Quizás mejor no tocarlo. Y quedarnos con estas preguntas a responder: ¿qué pasa por la mente de los adolescentes?, ¿el monstruo nace o se hace?, ¿qué pasa ahora, tras digerir esta serie, por la mente de los padres?,...
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